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Por Esteban Pintos No es un fenómeno de masas ni cada capítulo detiene los relojes de los argentinos. Entre otras cosas, porque nunca se sabe hasta el momento de su emisión, martes a las 20 por Sony si se tratará de un nuevo episodio que continuará el hilo narrativo de la nueva temporada 98-99 o si, como sucedió en varios martes de este mes, se trata de una repetición. Lo cierto es que Friends, posiblemente en su último año de emisión, resume en apenas media hora todo lo bueno que puede ofrecer una comedia de televisión de fácil digestión y al mismo tiempo de cuidada realización, actuaciones, guión, etc. Algo impensado en la TV local (piénsese, por un momento aunque sea, en Verdad/Consecuencia), con la excepción del efímero paso de Son o se hacen. Si no fuera porque el canal emisor discontinua su desarrollo y eso lleva a la confusión, la situación sería casi perfecta. Pero por otro detalle paradójico de la programación: de lunes a viernes a las 19.30 se emiten capítulos de temporadas pasadas. Así es que los martes, en un segmento de una hora, se puede acceder a un detallado contrapunto que acentúa su atractivo. Rebobinando: Friends es la historia de seis amigos, tres chicos y tres chicas, típicos jóvenes de veintipico que viven en Nueva York y que reparten sus vidas entre sus departamentos, un bar y sus respectivos trabajos. Tiene todo lo que puede pretenderse: muy buen humor aún para verse a sí mismos con virtudes, egos y defectos, la insinuación sexual justa y el remate clásico de cada situación propia del género sitcom, la comedia de situaciones que es marca de fábrica de la televisión made in USA. El perfil de cada uno de los seis amigos se fue moldeando a lo largo del desarrollo del show y, ahora en este nuevo año, está a punto de caramelo. Joey (Le Blanc) es actor pero apenas medio pelo, y como tal deambula por todo tipo de castings. Además, sabe el secreto mejor guardado de este último tiempo. Ross (Schwimmer) fracasó por segunda vez en sus intentos matrimoniales: la primera vez su esposa reveló sus verdaderas preferencias sexuales y la segunda, él metió la pata a más no poder (frente al altar se equivocó de nombre, nada menos). Phoebe (Kudrow) nunca se sabe hacia dónde dirigirá sus esfuerzos, aunque siempre hará un comentario descolgado de todo. Rachel (Aniston) sigue en busca de su media naranja perfecta y todavía no lo consigue. Y Mónica (Cox) y Chandler (Perry)... tratan de ocultar a toda costa su nueva y fogosa relación, todavía clandestina. En eso están por estos días. Está claro que sus protagonistas no son consumados talentos actorales, y apenas han traspuesto los límites de la fama televisiva, que es mucha en su país (han ganado todos los premios posibles y han liderado las tablas de posiciones de rating por varios años consecutivos), pero a ninguno de ellos podría considerárselos una verdadera estrella. Exceptuando a Jennifer Aniston, una de las chicas, aunque en su caso se trate de una repentina popularidad a partir de su romance con el sí superstar Brad Pitt. A los demás (Courtney Cox, Lisa Kudrow, Matt LeBlanc, Mattew Perry y David Schwimmer) se los puede encontrar en cualquier vuelta de zapping, protagonizando mediocres películas de origen y director desconocidos. Aún así, y después de haberlo probado y confirmado por más de un lustro, son los mejores ejecutantes de un perfecto mecanismo de puro entretenimiento televisivo. Opción ideal para pasar el verano alejándose un poco de los patos galvanes, los muñecos mateykos, las mamitas y los campeones.
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