Por Cristian Alarcón
La historia parecía una
anécdota picante como la que protagonizó en un local londinense la ex modelo Pata
Villanueva. Claro que esta vez fue en Punta del Este, y el supuesto ladronzuelo no es una
rubia atrevida, sino un camarista de la Nación. Hacia la noche de ayer la historia ya era
un escándalo institucional, una mancha más en el atigrado cuero de la Justicia
argentina. El juez Javier Ruda Bart pasó toda una mañana detenido acusado de robar dos
calzoncillos, un juego de pilas y un lápiz labial protector en el supermercado Devoto de
Punta del Este. Ya absuelto por la justicia penal uruguaya el juez enfrenta ahora la
posibilidad de un juicio político, que de oficio podría iniciarle el Consejo de la
Magistratura, según admitió ayer uno de sus integrantes ante este diario. Ruda Bart, un
hombre de 43 años, católico militante y que según varias fuentes mantiene una
estrecha relación con el presidente Carlos Menem a quien le debería su designación en
la Cámara no se cansa de repetir un argumento que él mismo reconoce difícil
de creer: dice que quiso devolver lo que habían robado dos adolescentes a los que
descubrió antes de entrar al súper. Hasta que cayó en la cuenta de que lo que hacía
era una locura, y entonces, nervioso y paranoico, intentó cruzar la caja y
salir con ellos encima. Pero falló en el intento.
El juez miembro de la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en los Civil Javier
Ruda Bart obtuvo anterior notoriedad pública cuando en agosto de 1996 fue atacado a
golpes por dos hombres al salir de la Facultad de Derecho. Ruda considera que los golpes
fueron a raíz de la denuncia que presentó contra el ex juez Carlos Wowe por intentar
pedir una coima (ver aparte). El caso de Ruda Bart puede terminar en juicio político si
se confirma la acusación de robo en la justicia uruguaya. Así se lo dijo ayer a
Página/12 Juan Gersenovich, miembro de la Comisión de Acusación del Consejo de la
Magistratura, el órgano que según la Constitución Nacional debe iniciar el jury a los
magistrados sospechados de delinquir. Es un hecho grave y podría significar un
juicio político. Solicitaremos la documentación sobre la causa a la justicia
uruguaya, dijo el abogado. Por su parte, la secretaria de Asuntos Consulares de la
Cancillería Argentina, embajadora Alicia Martínez Ríos, informó el hecho a la Cámara
Nacional en lo Civil y a la Corte Suprema de Justicia. Ayer a la tarde, según contó un
miembro de la Corte a este diario, aún no había habido comunicación oficial de lo
ocurrido.
Pan, leche y slips
Devolvés las cosas que robaste o yo no sigo de viaje a Brasil con vos dice el
juez Ruda que uno de los chicos a los que quiso ayudar le decía a su amigo,
en la playa de estacionamiento del supermercado. El amigo chorro se negaba. Ese fue,
supuestamente, el instante crucial, el momento en que según el relato que el juez hizo
ayer ante este cronista, no pensó jurídicamente, sino con la mejor de las buenas
intenciones. Ruda sostiene que mantuvo un diálogo de tres minutos con los chicos.
Tenían entre 18 y 20, uno estaba en bermudas, el otro en jeans y andaban en un
Clío blanco, contó. Motivado por regresar cinco pares de medias, una
linterna, un Fuyí antimosquitos y tres calzoncillos, Ruda Bart cuenta que se metió
todo en la campera de jean y entró con ánimo restaurador al súper, casi vacío a las
ocho menos cuarto de la mañana. Mientras buscaba leche y un juego de cubiertos Tramontina
para el asado con el que la mediodía festejarían el cumpleaños de su hija, el
magistrado jura que iba devolviendo los productos robados a sus respectivas góndolas.
Dice que lo hizo con las medias, la linterna, el Fuyí y uno de los slips. Me puse
nervioso cuando estaba metiendo uno en el tubo donde venía, agregó. Después fue a
la panadería por unas baguettes calientes. En esta versión, la impasse lo hizo
reflexionar. ¿Qué estoy haciendo? ¡Esto es una locura!, dice que pensó,
con el resto de los productos en elbolsillo. Por eso prefirió dejar la obra de bien a
medio terminar y caminó hasta la caja. El juez dice que su conciencia estaba tan
tranquila que la cajera le recomendó que comprase algo más para llegar al
millaje que te hace participar de un concurso. Entonces agarró dos tazas de café.
Cuando iba a pasar la frontera con la campera cargada todavía con dos calzoncillos, el
lápiz protector y un juego de pilas, un custodio lo detuvo.
Amor a la ley
Señor, usted tiene cosas encima... ¿Cómo podemos arreglar? dice Ruda Bart
que le sugirió quien lo había pescado infraganti, y sobre quien hace pesar las dudas en
torno de su detención.
Acá no se arregla nada. Yo quiero hablar con el juez competente -habría contestado
según su propio relato el magistrado, legal hasta las últimas consecuencias. Entonces,
en patrullero, fue llevado a la comisaría 10ª.
La versión de fuentes policiales uruguayas que difundieron el testimonio del custodio
difiere radicalmente. Según la denuncia penal, el que dijo ¿Cómo podemos
arreglar? no fue el custodio, sino el juez. Y nunca se lo vio dejar nada en ninguna
góndola, sino meter disimuladamente cosas en su bolsillo. Luego en la comisaría Ruda
pasó un par de horas sentado en un banco del patio acompañado de un ladrón uruguayo de
20 años, al que habían pescado llevándose una botella de whisky en una estación de
servicio. El juez penal Néstor Valleti explicó ayer en una conferencia de prensa en
Punta del Este que en acuerdo con la fiscalía de turno no se les inició un proceso
debido a la escasa entidad de los objetos recuperados. Ruda Bart pagó por lo
que le encontraron en la campera y para el mediodía del martes ya estaba en su casa de
Punta estrenando los Tramontina que había sacado legalmente del supermercado. Mientras
tanto, en Buenos Aires había quienes se preocupaban por su destino: promediaba la tarde
cuando a las redacciones porteñas llegó un fax titulado Off the record, ¿Otro
juez en problemas?. En él se señala un parentesco del juez con el rey de España,
su amistad con el Presidente relación que él niega y el supuesto
convencimiento de una larga lista de jueces amigos que creen que es inocente y que todo se
ha tratado de una cama. Lo firma un tal Dr. Eduardo Parodi, ex secretario de
Ruda Bart cuando era juez de primera instancia. La transmisión del libelo fue desde el
propio fax de la Cámara.
UN MAGISTRADO CON BAJO PERFIL PERO BUENAS
RELACIONES
El ascenso meteórico de su señoría
Por Alejandra Dandan
Para algunos, Javier
Mario Ruda Bart es el heredero patricio de José María Ruda, un tío, que era miembro de
la Corte de La Haya. Para otros, es el juez de primera instancia que ascendió a la
Cámara por un favor presidencial. En el 93 llegó al juzgado de Javier una
demanda contra Menem de Mario Rotundo. En ese momento, estaba Jorge Maiorano como ministro
de Justicia. Fue él quien al poco tiempo propuso el ascenso como agradecimiento del
Presidente. La trama fue relatada a Página/12 por un estrecho amigo de Ruda Bart. Y
otras tres fuentes vinculadas a la Justicia sindican al hombre caído en desgracia en
Punta del Este como cercano a Carlos Menem. Ruda Bart, un hombre que dice tener profundas
convicciones católicas, fue noticia hace dos años porque impulsó el juicio al ex juez
Carlos Wowe, tras lo cual recibió una paliza que lo dejó internado. Es el camarista más
joven de la Cámara Civil, pero ya tiene dos pedidos de juicio político. Aunque ambos
fueron iniciados por abogados que se toparon con fallos adversos.
La causa que convirtió en noticia a Ruda Bart fue su intervención, a partir de julio del
96, en el juicio al ahora ex juez Carlos Wowe, acusado de un presunto pedido de
coima al periodista Bernardo Neustadt y portación de arma de guerra. Francisco Macri
había iniciado un juicio por calumnias contra Neustadt. La participación de Ruda Bart se
produjo después de una consulta hecha por su colega Bernardo Nespral: Le pregunté
sólo qué le parecía explicó ayer Nespral a Página/12, porque Wowe me
había pedido que hiciera de intermediario para pedirle a Neustadt 200 mil dólares para
poner al juzgado a su favor. Ruda sugirió grabar las conversaciones que servirían,
luego, de prueba en el proceso. Wowe terminó preso, aunque ya fue excarcelado.
Antes de su declaración en la causa, Ruda fue golpeado después de dar clase en la
Facultad de Derecho de la UBA. Fue una paliza tremenda que lo tuvo internado diez días.
El ministro del Interior, Carlos Corach, lo visitó en la clínica. Incluso me dijo
que fue Menem aunque yo eso nunca lo leí, contó Nespral. Para entonces, el joven
propietario de campos en Entre Ríos y Corrientes ya había sido nombrado integrante de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
La causa que precedió el ascenso de Ruda Bart empezó en el 93, en la sede del
Juzgado número 96, ubicado entonces sobre la calle Maipú. La demanda contra Carlos
Menem la recibió el actual camarista y entonces juez Javier María Ruda Bart,
puntualizó Mario Rotundo, consultado por este medio. El juicio se inició por los fondos
que el empresario prestó a Menem para la campaña durante la interna justicialista en
1988. A fines del 91 agregó Rotundo sólo nos habían devuelto un
millón de dólares.
Este fue el momento en que según una fuente cercana al juez las relaciones
con el menemismo fueron estrechándose. El dice siempre que conoce mucho al
Presidente y que le propusieron ir a la Cámara como un acto de agradecimiento,
repite la fuente, que asegura conocerlo muy bien. No queda en claro a qué se debía ese
supuesto agradecimiento, pero en otros momentos siempre según la misma
fuente, Ruda aseguró que yo hacía las cosas como correspondía, incluso
alguna vez me pidieron un favor y me negué.
El nombramiento como juez de primera instancia fue en el 91. Habitualmente pasan
tres años hasta un nuevo ascenso, pero Ruda Bart ingresó a la Cámara con sólo dos
años de antigüedad. El estaba muy vinculado a Maiorano y en ese momento era
ministro de Justicia, continuó la fuente.
La maldición de Spartacus Norberto Oyarbide: protagonizó el escándalo excluyente del
98, con sexo, mentiras y el video de un hombre parecido al juez en un prostíbulo
gay. Pero lo escandaloso del caso no fue el costado homosexual, sino la trama de
extorsiones y negocios sucios en la que quedó involucrado. Todo se inició con su amenaza
de muerte al adicionista de un restaurante. Y terminó con la denuncia de que protegía
prostíbulos junto a la Policía. Oyarbide acaba de extender su licencia por estar
deprimido. |
Una noche de borrachera Héctor Ramos: otra de sexo, pero con mujeres. Esta fue de
1997 y tuvo como escenario un albergue transitorio porteño, del que una mañana salió
despavorida una señorita. Detrás de ella, salió su señoría totalmente borracho,
amenazando y golpeando al conserje del hotel. Y a un policía que se acercó al lugar
después de darse cuenta del griterío. El entonces juez dijo siempre que lo de los golpes
era mentira, pero terminó pidiendo disculpas a su familia por lo de la chica. Y anunció
su renuncia por tevé. |
La jueza inexperta Roxana Rogovsky Tapia: se recibió de abogada en 1987, pero
en el 93 ya era jueza, impulsada por el oficialismo. En la veloz carrera se le
olvidó un detalle: aprender a redactar las sentencias. Para subsanarlo, intentó
contratar a un abogado como personal de su despacho judicial. Pero el hombre grabó las
conversaciones y denunció todo a la Justicia. Con el juicio político ya en marcha y la
creciente revelación de la vinculación de su familia con el Gobierno, la jueza decidió
renunciar. |
El colador de la Aduana Carlos Branca: fue escrachado por la cámara oculta de
Telenoche Investiga cuando en tono más que amigable conversaba en su despacho
de los Tribunales de Comodoro Py sobre la protección que supuestamente le brindaba a una
banda de contrabandistas que operaba en la Aduana de Ezeiza. Tuvo un juicio político que
terminó con su destitución y permaneció detenido desde fines de 1997 hasta octubre del
98, cuando logró la excarcelación, para la cual debió pagar una fianza de 30.000
pesos. |
Aquel famoso placard Francisco Trovato: su estrella empezó a declinar por la
vanidad: en una revista dedicada justamente a eso, apareció posando con lo mejor de su
placard. Después se supo que ese placard, valuado en 20.000 pesos, habría sido una coima
para arreglar un juicio. Se le inició además una causa por enriquecimiento ilícito: una
de los motivos fue el lujosísimo piso que posee en Barrio Norte. Fue destituido, huyó a
Brasil y fue encontrado allí en compañía de una mujer, que no era su esposa. Sigue
detenido. |
La droga en el jarrón Hernán Bernasconi: con el apoyo infaltable del oficialismo,
aún sigue impartiendo justicia desde su despacho del Juzgado Federal de Dolores, pese a
que tiene un juicio político en marcha. Ni siquiera fue suspendido. Aunque está
sospechado de irregularidades en once causas. La más conocida, la del representante de
Diego Maradona. Está acusado de sembrar droga en la casa de Guillermo Coppola, sólo para
poder detenerlo. Su secretario está preso. El no, protegido por la inmunidad como juez y
el bloque del PJ. |
COMO AFECTA EL CASO
Imagen en crisis
Jorge Vanossi (abogado constitucionalista): Una cosa es que
un chico haya robado una botella de una estación de servicio y otra que el que roba sea
un juez. A mayor jerarquía mayores responsabilidades, sobre todo siendo camarista. No
importa que el juez uruguayo haya considerado no abrir ninguna causa, desde el punto de
vista moral de la Justicia lo que hizo este juez es muy grave. El Consejo de la
Magistratura debe abrir un sumario por falta de ética grave. El caso es bochornoso,
recuerda al del juez Ramos que salió de un hotel alojamiento a la calle, semidesnudo y a
los tiros: es una conducta incompatible con el ejercicio de la Justicia. El hecho incide
negativamente en la imagen que tiene la sociedad de los jueces. Todo esto, no cabe duda,
lleva al debilitamiento de las instituciones.
Pedro Kesselman (secretario general del Colegio Público de Abogados): En caso de
confirmarse y que esto sea cierto esperemos que no sea así-, sería un episodio
menor que se suma a una larga lista de episodios mayores que se viven en la Justicia y que
aportan al descrédito de la figura de los jueces ante la sociedad. El hecho en sí forma
parte del yo soy argentino y soy un piola bárbaro con que nos conocen en el
exterior, casos que abundan como el de Pata Villanueva, Caniggia y el Lole Reutemann
cuando era corredor. Pero en el caso de un juez, lo que hace la sociedad es meter a todos
los jueces en la misma bolsa de la corrupción y el descrédito. Y ahí entran los jueces
corruptos y los que no lo son, que los hay y muchos.
Ricardo Gil Lavedra (penalista, ex integrante de la Cámara Federal): Esto es un
bochorno, una vergüenza. Si las noticias son ciertas, se trataría lisa y llanamente de
la comisión de un delito. Pero de parte de un juez, que no puede tener el mismo
comportamiento que una persona común, porque está interpretando la ley, decidiendo para
otros. Los jueces están obligados a mantener el decoro, su figura con dignidad, guardar
un comportamiento compatible con sus funciones y la Justicia que representan. No pueden
comprometer la dignidad del cargo con sus actos. Ahora existe el Consejo de la
Magistratura, que ejerce funciones disciplinarias entre los magistrados y que seguramente
analizará el caso y considerará si corresponde una sanción y de qué tipo. Obviamente,
este caso no hace más que golpear la imagen de la Justicia.
Leopoldo Moreau (senador nacional por la UCR): El radicalismo no sólo señaló
desde un punto de vista crítico la situación del Poder Judicial, sino que trabajó
efectivamente para que sea introducida en la nueva Constitución el instituto del Consejo
de la Magistratura, que seguramente va a hacer un aporte fundamental para elevar el nivel
de idoneidad de los jueces en el futuro. Aquí hubo un insuficiente control en la
designación de los jueces y un procedimiento demasiado lento para la remoción en los
casos que se justificaban. En la medida en que no funcionaron esos mecanismos, la Justicia
sufrió el actual descrédito, que conlleva además el hecho de que el vértice del Poder
(la Corte Suprema) aparezca subordinada al Poder Ejecutivo.
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