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Un camarista fue detenido en Punta del Este acusado de robar en un supermercado
La larga mano de la justicia argentina

Miembro de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Javier Ruda Bart saltó a la fama ayer al ser detenido en Punta del Este, donde lo acusaron de llevarse de un supermercado dos calzoncillos, un juego de pilas y un protector labial. El alega que pretendía devolver lo robado por unos adolescentes. Podrían hacerle juicio político.

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Javier Ruda Bart, en una improvisada rueda de prensa en su casa de Punta del Este.
El juez sostiene que un custodio le sugirió “arreglar” la situación, pero en el súper dicen que fue al revés.


Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) La historia parecía una anécdota picante como la que protagonizó en un local londinense la ex modelo Pata Villanueva. Claro que esta vez fue en Punta del Este, y el supuesto ladronzuelo no es una rubia atrevida, sino un camarista de la Nación. Hacia la noche de ayer la historia ya era un escándalo institucional, una mancha más en el atigrado cuero de la Justicia argentina. El juez Javier Ruda Bart pasó toda una mañana detenido acusado de robar dos calzoncillos, un juego de pilas y un lápiz labial protector en el supermercado Devoto de Punta del Este. Ya absuelto por la justicia penal uruguaya el juez enfrenta ahora la posibilidad de un juicio político, que de oficio podría iniciarle el Consejo de la Magistratura, según admitió ayer uno de sus integrantes ante este diario. Ruda Bart, un hombre de 43 años, católico militante –y que según varias fuentes mantiene una estrecha relación con el presidente Carlos Menem a quien le debería su designación en la Cámara– no se cansa de repetir un argumento que él mismo reconoce “difícil de creer”: dice que quiso devolver lo que habían robado dos adolescentes a los que descubrió antes de entrar al súper. Hasta que cayó en la cuenta de que lo que hacía “era una locura”, y entonces, nervioso y paranoico, intentó cruzar la caja y salir con ellos encima. Pero falló en el intento.
El juez miembro de la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en los Civil Javier Ruda Bart obtuvo anterior notoriedad pública cuando en agosto de 1996 fue atacado a golpes por dos hombres al salir de la Facultad de Derecho. Ruda considera que los golpes fueron a raíz de la denuncia que presentó contra el ex juez Carlos Wowe por intentar pedir una coima (ver aparte). El caso de Ruda Bart puede terminar en juicio político si se confirma la acusación de robo en la justicia uruguaya. Así se lo dijo ayer a Página/12 Juan Gersenovich, miembro de la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura, el órgano que según la Constitución Nacional debe iniciar el jury a los magistrados sospechados de delinquir. “Es un hecho grave y podría significar un juicio político. Solicitaremos la documentación sobre la causa a la justicia uruguaya”, dijo el abogado. Por su parte, la secretaria de Asuntos Consulares de la Cancillería Argentina, embajadora Alicia Martínez Ríos, informó el hecho a la Cámara Nacional en lo Civil y a la Corte Suprema de Justicia. Ayer a la tarde, según contó un miembro de la Corte a este diario, aún no había habido comunicación oficial de lo ocurrido.
Pan, leche y slips
–Devolvés las cosas que robaste o yo no sigo de viaje a Brasil con vos –dice el juez Ruda que uno de los chicos a los que quiso “ayudar” le decía a su amigo, en la playa de estacionamiento del supermercado. El amigo chorro se negaba. Ese fue, supuestamente, el instante crucial, el momento en que según el relato que el juez hizo ayer ante este cronista, no pensó “jurídicamente, sino con la mejor de las buenas intenciones”. Ruda sostiene que mantuvo un diálogo de tres minutos con los chicos. “Tenían entre 18 y 20, uno estaba en bermudas, el otro en jeans y andaban en un Clío blanco”, contó. Motivado por regresar “cinco pares de medias, una linterna, un Fuyí antimosquitos y tres calzoncillos”, Ruda Bart cuenta que se metió todo en la campera de jean y entró con ánimo restaurador al súper, casi vacío a las ocho menos cuarto de la mañana. Mientras buscaba leche y un juego de cubiertos Tramontina para el asado con el que la mediodía festejarían el cumpleaños de su hija, el magistrado jura que iba devolviendo los productos robados a sus respectivas góndolas.
Dice que lo hizo con las medias, la linterna, el Fuyí y uno de los slips. “Me puse nervioso cuando estaba metiendo uno en el tubo donde venía”, agregó. Después fue a la panadería por unas baguettes calientes. En esta versión, la impasse lo hizo reflexionar. “¿Qué estoy haciendo? ¡Esto es una locura!”, dice que pensó, con el resto de los productos en elbolsillo. Por eso prefirió dejar la obra de bien a medio terminar y caminó hasta la caja. El juez dice que su “conciencia estaba tan tranquila” que la cajera le recomendó que comprase algo más para llegar “al millaje que te hace participar de un concurso”. Entonces agarró dos tazas de café. Cuando iba a pasar la frontera con la campera cargada todavía con dos calzoncillos, el lápiz protector y un juego de pilas, un custodio lo detuvo.
Amor a la ley
–Señor, usted tiene cosas encima... ¿Cómo podemos arreglar? –dice Ruda Bart que le sugirió quien lo había pescado infraganti, y sobre quien hace pesar las dudas en torno de su detención.
–Acá no se arregla nada. Yo quiero hablar con el juez competente -habría contestado según su propio relato el magistrado, legal hasta las últimas consecuencias. Entonces, en patrullero, fue llevado a la comisaría 10ª.
La versión de fuentes policiales uruguayas que difundieron el testimonio del custodio difiere radicalmente. Según la denuncia penal, el que dijo “¿Cómo podemos arreglar?” no fue el custodio, sino el juez. Y nunca se lo vio dejar nada en ninguna góndola, sino meter disimuladamente cosas en su bolsillo. Luego en la comisaría Ruda pasó un par de horas sentado en un banco del patio acompañado de un ladrón uruguayo de 20 años, al que habían pescado llevándose una botella de whisky en una estación de servicio. El juez penal Néstor Valleti explicó ayer en una conferencia de prensa en Punta del Este que en acuerdo con la fiscalía de turno no se les inició un proceso “debido a la escasa entidad de los objetos recuperados”. Ruda Bart pagó por lo que le encontraron en la campera y para el mediodía del martes ya estaba en su casa de Punta estrenando los Tramontina que había sacado legalmente del supermercado. Mientras tanto, en Buenos Aires había quienes se preocupaban por su destino: promediaba la tarde cuando a las redacciones porteñas llegó un fax titulado “Off the record, ¿Otro juez en problemas?”. En él se señala un parentesco del juez con el rey de España, su amistad con el Presidente –relación que él niega– y el supuesto convencimiento de una larga lista de jueces amigos que creen que es inocente y que todo se ha tratado de una “cama”. Lo firma un tal Dr. Eduardo Parodi, ex secretario de Ruda Bart cuando era juez de primera instancia. La transmisión del libelo fue desde el propio fax de la Cámara.

 


 

UN MAGISTRADO CON BAJO PERFIL PERO BUENAS RELACIONES
El ascenso meteórico de su señoría

Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) Para algunos, Javier Mario Ruda Bart es el heredero patricio de José María Ruda, un tío, que era miembro de la Corte de La Haya. Para otros, es el juez de primera instancia que ascendió a la Cámara por un favor presidencial. “En el ‘93 llegó al juzgado de Javier una demanda contra Menem de Mario Rotundo. En ese momento, estaba Jorge Maiorano como ministro de Justicia. Fue él quien al poco tiempo propuso el ascenso como agradecimiento del Presidente”. La trama fue relatada a Página/12 por un estrecho amigo de Ruda Bart. Y otras tres fuentes vinculadas a la Justicia sindican al hombre caído en desgracia en Punta del Este como cercano a Carlos Menem. Ruda Bart, un hombre que dice tener profundas convicciones católicas, fue noticia hace dos años porque impulsó el juicio al ex juez Carlos Wowe, tras lo cual recibió una paliza que lo dejó internado. Es el camarista más joven de la Cámara Civil, pero ya tiene dos pedidos de juicio político. Aunque ambos fueron iniciados por abogados que se toparon con fallos adversos.
La causa que convirtió en noticia a Ruda Bart fue su intervención, a partir de julio del ‘96, en el juicio al ahora ex juez Carlos Wowe, acusado de un presunto pedido de coima al periodista Bernardo Neustadt y portación de arma de guerra. Francisco Macri había iniciado un juicio por calumnias contra Neustadt. La participación de Ruda Bart se produjo después de una consulta hecha por su colega Bernardo Nespral: “Le pregunté sólo qué le parecía –explicó ayer Nespral a Página/12–, porque Wowe me había pedido que hiciera de intermediario para pedirle a Neustadt 200 mil dólares para poner al juzgado a su favor”. Ruda sugirió grabar las conversaciones que servirían, luego, de prueba en el proceso. Wowe terminó preso, aunque ya fue excarcelado.
Antes de su declaración en la causa, Ruda fue golpeado después de dar clase en la Facultad de Derecho de la UBA. Fue una paliza tremenda que lo tuvo internado diez días. El ministro del Interior, Carlos Corach, lo visitó en la clínica. “Incluso me dijo que fue Menem aunque yo eso nunca lo leí”, contó Nespral. Para entonces, el joven propietario de campos en Entre Ríos y Corrientes ya había sido nombrado integrante de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
La causa que precedió el ascenso de Ruda Bart empezó en el ‘93, en la sede del Juzgado número 96, ubicado entonces sobre la calle Maipú. “La demanda contra Carlos Menem la recibió el actual camarista y entonces juez Javier María Ruda Bart”, puntualizó Mario Rotundo, consultado por este medio. El juicio se inició por los fondos que el empresario prestó a Menem para la campaña durante la interna justicialista en 1988. “A fines del ‘91 –agregó Rotundo– sólo nos habían devuelto un millón de dólares.”
Este fue el momento en que –según una fuente cercana al juez– las relaciones con el menemismo fueron estrechándose. “El dice siempre que conoce mucho al Presidente y que le propusieron ir a la Cámara como un acto de agradecimiento”, repite la fuente, que asegura conocerlo muy bien. No queda en claro a qué se debía ese supuesto agradecimiento, pero en otros momentos –siempre según la misma fuente–, Ruda aseguró que “yo hacía las cosas como correspondía, incluso alguna vez me pidieron un favor y me negué”.
El nombramiento como juez de primera instancia fue en el ‘91. Habitualmente pasan tres años hasta un nuevo ascenso, pero Ruda Bart ingresó a la Cámara con sólo dos años de antigüedad. “El estaba muy vinculado a Maiorano y en ese momento era ministro de Justicia”, continuó la fuente.

 

La maldición de Spartacus

Norberto Oyarbide: protagonizó el escándalo excluyente del ‘98, con sexo, mentiras y el video de un hombre parecido al juez en un prostíbulo gay. Pero lo escandaloso del caso no fue el costado homosexual, sino la trama de extorsiones y negocios sucios en la que quedó involucrado. Todo se inició con su amenaza de muerte al adicionista de un restaurante. Y terminó con la denuncia de que protegía prostíbulos junto a la Policía. Oyarbide acaba de extender su licencia por estar “deprimido”.

Una noche de borrachera

Héctor Ramos: otra de sexo, pero con mujeres. Esta fue de 1997 y tuvo como escenario un albergue transitorio porteño, del que una mañana salió despavorida una señorita. Detrás de ella, salió su señoría totalmente borracho, amenazando y golpeando al conserje del hotel. Y a un policía que se acercó al lugar después de darse cuenta del griterío. El entonces juez dijo siempre que lo de los golpes era mentira, pero terminó pidiendo disculpas a su familia por lo de la chica. Y anunció su renuncia por tevé.

La jueza inexperta

Roxana Rogovsky Tapia: se recibió de abogada en 1987, pero en el ‘93 ya era jueza, impulsada por el oficialismo. En la veloz carrera se le olvidó un detalle: aprender a redactar las sentencias. Para subsanarlo, intentó contratar a un abogado como personal de su despacho judicial. Pero el hombre grabó las conversaciones y denunció todo a la Justicia. Con el juicio político ya en marcha y la creciente revelación de la vinculación de su familia con el Gobierno, la jueza decidió renunciar.

El colador de la Aduana

Carlos Branca: fue escrachado por la cámara oculta de “Telenoche Investiga” cuando en tono más que amigable conversaba en su despacho de los Tribunales de Comodoro Py sobre la protección que supuestamente le brindaba a una banda de contrabandistas que operaba en la Aduana de Ezeiza. Tuvo un juicio político que terminó con su destitución y permaneció detenido desde fines de 1997 hasta octubre del ‘98, cuando logró la excarcelación, para la cual debió pagar una fianza de 30.000 pesos.

Aquel famoso placard

Francisco Trovato: su estrella empezó a declinar por la vanidad: en una revista dedicada justamente a eso, apareció posando con lo mejor de su placard. Después se supo que ese placard, valuado en 20.000 pesos, habría sido una coima para arreglar un juicio. Se le inició además una causa por enriquecimiento ilícito: una de los motivos fue el lujosísimo piso que posee en Barrio Norte. Fue destituido, huyó a Brasil y fue encontrado allí en compañía de una mujer, que no era su esposa. Sigue detenido.

La droga en el jarrón

Hernán Bernasconi: con el apoyo infaltable del oficialismo, aún sigue impartiendo justicia desde su despacho del Juzgado Federal de Dolores, pese a que tiene un juicio político en marcha. Ni siquiera fue suspendido. Aunque está sospechado de irregularidades en once causas. La más conocida, la del representante de Diego Maradona. Está acusado de sembrar droga en la casa de Guillermo Coppola, sólo para poder detenerlo. Su secretario está preso. El no, protegido por la inmunidad como juez y el bloque del PJ.

 


 

COMO AFECTA EL CASO
Imagen en crisis

na02fo01.jpg (14116 bytes) t.gif (862 bytes) Jorge Vanossi (abogado constitucionalista): “Una cosa es que un chico haya robado una botella de una estación de servicio y otra que el que roba sea un juez. A mayor jerarquía mayores responsabilidades, sobre todo siendo camarista. No importa que el juez uruguayo haya considerado no abrir ninguna causa, desde el punto de vista moral de la Justicia lo que hizo este juez es muy grave. El Consejo de la Magistratura debe abrir un sumario por falta de ética grave. El caso es bochornoso, recuerda al del juez Ramos que salió de un hotel alojamiento a la calle, semidesnudo y a los tiros: es una conducta incompatible con el ejercicio de la Justicia. El hecho incide negativamente en la imagen que tiene la sociedad de los jueces. Todo esto, no cabe duda, lleva al debilitamiento de las instituciones”.

Pedro Kesselman (secretario general del Colegio Público de Abogados): “En caso de confirmarse y que esto sea cierto –esperemos que no sea así-, sería un episodio menor que se suma a una larga lista de episodios mayores que se viven en la Justicia y que aportan al descrédito de la figura de los jueces ante la sociedad. El hecho en sí forma parte del ‘yo soy argentino y soy un piola bárbaro’ con que nos conocen en el exterior, casos que abundan como el de Pata Villanueva, Caniggia y el Lole Reutemann cuando era corredor. Pero en el caso de un juez, lo que hace la sociedad es meter a todos los jueces en la misma bolsa de la corrupción y el descrédito. Y ahí entran los jueces corruptos y los que no lo son, que los hay y muchos”.
Ricardo Gil Lavedra (penalista, ex integrante de la Cámara Federal): “Esto es un bochorno, una vergüenza. Si las noticias son ciertas, se trataría lisa y llanamente de la comisión de un delito. Pero de parte de un juez, que no puede tener el mismo comportamiento que una persona común, porque está interpretando la ley, decidiendo para otros. Los jueces están obligados a mantener el decoro, su figura con dignidad, guardar un comportamiento compatible con sus funciones y la Justicia que representan. No pueden comprometer la dignidad del cargo con sus actos. Ahora existe el Consejo de la Magistratura, que ejerce funciones disciplinarias entre los magistrados y que seguramente analizará el caso y considerará si corresponde una sanción y de qué tipo. Obviamente, este caso no hace más que golpear la imagen de la Justicia”.

Leopoldo Moreau (senador nacional por la UCR): “El radicalismo no sólo señaló desde un punto de vista crítico la situación del Poder Judicial, sino que trabajó efectivamente para que sea introducida en la nueva Constitución el instituto del Consejo de la Magistratura, que seguramente va a hacer un aporte fundamental para elevar el nivel de idoneidad de los jueces en el futuro. Aquí hubo un insuficiente control en la designación de los jueces y un procedimiento demasiado lento para la remoción en los casos que se justificaban. En la medida en que no funcionaron esos mecanismos, la Justicia sufrió el actual descrédito, que conlleva además el hecho de que el vértice del Poder (la Corte Suprema) aparezca subordinada al Poder Ejecutivo”.

 

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