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Navegando por el medio de la avenida Santa Fe

En la zona de Pacífico aún se lamentaban de la inundación del miércoles por la noche cuando la lluvia volvió a convertir la calle en río. El gobierno porteño dice que sólo en cinco años estará resuelto el problema.

La escena fue tomada en la tarde de ayer, frente a un negocio deportivo en plena avenida Santa Fe.

t.gif (862 bytes)  Bastó una hora de lluvia para que la zona de Puente Pacífico volviera a inundarse. El tiempo no dio tregua a Buenos Aires: más que una avenida, Santa Fe se convirtió otra vez en un rápido. Con resignación, los comerciantes armaban las compuertas para que el agua –que llegó a 50 centímetros en poco rato– no entrara a sus negocios. Pero los colectiveros aceleraban con furia levantando continuas olas que volcaban el agua hacia el interior. También se produjeron anegamientos en Pompeya, Parque Patricios, Palermo, Once y el Microcentro. Y los accesos a la Capital fueron afectados por la copiosa lluvia: en la Panamericana y la autopista Richieri el tráfico sufrió demoras debido a algunos accidentes menores. A la noche, autoridades del gobierno de la ciudad hicieron una recorrida por las zonas críticas y reiteraron que el plan hidráulico que acabaría con todos estos problemas estará concluido recién dentro de cinco años. Hasta entonces habrá que convivir con el agua.
“Vení antes que se largue”, le decía por teléfono Julio Roca, del restaurante La Pastrana, a un amigo. Pero las nubes grises no dieron tiempo y el agua volvió a correr por la esquina de Paraguay y Humboldt. “Ya tengo las dos bombas prendidas en el sótano”, decía resignado. En Pacífico casi todos los comerciantes tienen bombas para sacar el agua que se cuela en los sótanos donde guardan la mercadería. “Anoche estábamos acá cuando empezó la tormenta. Con los colectivos, los oleajes eran de más de un metro. El agua te abre las puertas y barre con mesa, con gente, con todo”, relata don Roca. Detrás de su mostrador esperaba que todo se repitiera. En seis días era la tercera vez que llovía torrencialmente. Entre ayer y anteayer cayeron 70.000 milímetros en Buenos Aires, mientras que lo normal para todo el mes es de 119.000.
En Santa Fe y Humboldt, a tres cuadras de allí, el agua llegaba a las rodillas de los peatones que intentaban caminar. Botellas de plástico, maderas, hojas y baldes hacían volteretas sobre el agua. Un hombre paraba un 152 con las zapatillas en la mano, mientras el portero del edificio de enfrente miraba hacia la avenida apoyado con resignación detrás del vidrio de la puerta de entrada. Un vecino esperaba preocupado la llegada de su mujer y sus tres nenas. “Han pasado gobiernos y gobiernos pero nunca pasa nada, siempre es lo mismo”, repetía.
Para el gobierno de la ciudad no es exactamente así. Nicolás Gallo, secretario de Obras Públicas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, argumentó ante este diario que Juan B. Justo es la zona más castigada pero no toda la ciudad está en ese estado. “Vino mucha agua de la provincia y se llenó de pared a pared el arroyo Maldonado. Además, en Pacífico viene agua de las Barrancas de Belgrano. En esa zona no hay sumideros porque había casaquintas que desagotaban en Luis María Campos y cuando se hicieron construcciones, más cemento, más casas, no se hicieron las obras necesarias”, agregó. Según Gallo, en cinco meses va a mejorar un 25 por ciento la capacidad de escurrimiento del Maldonado. No obstante aclaró que hasta dentro de cinco años, cuando se concluya con el Plan Hidráulico, no se terminará con estos problemas. Además, anunció para febrero la licitación de 500 alcantarillas nuevas “porque el actual sistema de escurrimiento no alcanza, aunque esté limpio”.
Sin embargo, uno de los problemas sigue siendo la falta de limpieza de la ciudad. Los mismos vecinos denunciaron que cuando llueve cientos de bolsas de residuos flotan y tapan los desagües. Incluso algunos seguían sacando basura en medio de la tormenta.
Para el gobierno de la ciudad, la ecuación es simple. “Hacía 60 años que no se hacía nada y nosotros empezamos con el Plan Hidráulico. En la cuenca del Maldonado, debajo de Juan B. Justo, continúa el problema porque los trabajos aún no se han terminado”, explicó a Página/12 Enrique Olivera, vicejefe del Gobierno porteño. Según el funcionario, en la recorrida que hicieron anoche por la ciudad pudieron comprobar que las zonas de La Boca, River y Palermo, que antes eran críticas, no estaban anegadas. A las 19 la situación era crítica. “Hasta que no pare no me voy”, decía Julio, encargado de una casa de camping en Santa Fe al 4800. Y Víctor, dueño de un “todo por dos pesos”, le hacía frente al agua con los pantalones arremangados, delante de la compuerta de su negocio. “Con la última tormenta de diciembre perdí la mitad de la mercadería del local porque el sótano se me llenó de agua hasta el techo. Anoche llegó a 60 centímetros y se cortó la luz. Y ahora otra vez, ya no sé qué hacer”, musitó preocupado.
Informe: Sonia Santoro

 

La hora del caos

La lluvia que se desató a las cinco de la tarde provocó varios problemas en el tránsito porteño, ya que coincidió con la hora de salida de las oficinas. Sobre la autopista Ricchieri, un camión se accidentó y perdió un cargamento con botellas, lo que provocó la interrupción del tránsito por una hora. También hubo demoras durante unas tres horas sobre la avenida General Paz, entre San Martín y Beiró, debido a la inundación. Allí, Autopistas de Buenos Aires está realizando el ensanche de la General Paz y esto dificulta el escurrimiento del agua. Otros accesos a la Capital, como el puente Avellaneda y la autopista Ricchieri, también sufrieron anegamientos. Y en la autopista Panamericana se produjeron algunos “toques” entre vehículos y la circulación se dificultó debido a la tormenta torrencial.

 

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