Por Marcelo Justo desde Londres
El gobierno chileno
no defiende las acciones del general Pinochet sino su propia jurisdicción en el
caso. Con esta promesa implícita hizo su debut en la apelación ante la Cámara de
los Lores el abogado del gobierno chileno Lawrence Collins en el octavo día de
audiencias. El gobierno de la República de Chile insistió el letrado
no interviene para garantizar la inmunidad o impunidad de Pinochet. Interviene para
defender la soberanía nacional. En el aire tenso y alerta de la sala se
distinguieron dos reacciones: tres filas detrás de Collins, el embajador chileno en Gran
Bretaña Mario Artaza asentía; más al fondo, los familiares de las víctimas contenían
su furia.
En medio de una gran expectativa, a las 14.45 hora de Londres, inició su alegato el
gobierno chileno. A diferencia de la defensa del senador vitalicio, que durante los cuatro
días previos basó su estrategia en la inmunidad absoluta del ex dictador, Collins
recalcó ante los siete jueces lores que entienden en la apelación que para Chile
la inmunidad del jefe de Estado y del ex jefe de Estado emanan de la inmunidad del
Estado de Chile. La distinción en términos legales significa que el gobierno
chileno considera que lo que está en juego es su inmunidad en tanto Estado, y no la de
una persona que haya ejercido su poder, y que por lo tanto, al arrestar al general, Gran
Bretaña y España están interfiriendo en sus asuntos internos y violando las normas del
derecho internacional. Chile ha indicado en más de una oportunidad que no renuncia
a su jurisdicción. Desde un principio Chile objetó este arresto, indicó Collins.
En los 95 minutos que duró su primera intervención judicial, el abogado del gobierno
chileno sorprendió a la sala al presentar un dictamen de las Naciones Unidas sobre uno de
los documentos decisivos para la resolución del caso: la Convención contra la Tortura de
1984. Mis lores, quiero llamarles la atención sobre una decisión del Comité de la
Naciones Unidas según la cual la Convención contra la Tortura no tiene aplicación
retroactiva, señaló Collins. El caso fue presentado ante la comisión por
ciudadanos argentinos en nombre de los desaparecidos y víctimas de la tortura, alegando
que las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en 1986 y 1987 eran incompatibles con la
Convención contra la Tortura firmada por Argentina. El dictamen del Comité de la ONU
puede constituir una pieza de importancia en el mapa de posiciones que han organizado la
Fiscalía y la defensa. Si la Convención no es retroactiva a la firma por parte de Chile
y Gran Bretaña (1988 en ambos casos), Pinochet no puede ser extraditado a España por el
delito de tortura ya que los casos presentados son previos a esa fecha, y la Fiscalía se
verá obligada a demostrar que en 1973 la tortura era un delito en el derecho
internacional consuetudinario.
Por otra parte, el diferente énfasis del gobierno de Chile y de la defensa de Pinochet
sobre la inmunidad puede erosionar el argumento de ambos. El gobierno de Chile está
diciendo que la inmunidad emana del Estado y que por lo tanto, si quisieran, está en su
poder retirársela a Pinochet, algo que por supuesto no va a hacer. Esto debilita a la
defensa que ha alegado por mil caminos que la inmunidad de un ex jefe de Estado en tanto
tal es absoluta, indicó a Página/12 Reed Brody, de Human Rights Watch. Por el
momento está claro que el gobierno chileno quiere presentar la cara aceptable de un fallo
favorable a Pinochet mientras que la defensa del senador vitalicio ha adoptado la
estrategia de la Realpolitik. Por la mañana, la abogada del general, Clare Montgomery,
continuó delineando supolítica de tierra arrasada afirmando que las
consideraciones morales no entran en juego en el derecho internacional.
En la versión de Montgomery, el derecho internacional moderno dice que el general
Pinochet goza de inmunidad absoluta por su condición de ex jefe de Estado, porque la
humanidad no reconoce a la tortura como un crimen internacional, y porque en todo caso las
convenciones que procuran definirlo así, como la Convención de Tortura, no se pueden
aplicar retroactivamente. Pero ayer las organizaciones de derechos humanos y los
familiares de las víctimas reservaron su repudio al gobierno chileno. El gobierno
sabe perfectamente que Chile no puede llevar a Pinochet a la Justicia, indicó Reed
Brody, de Human Rights Watch. Es de un profundo cinismo, señaló a Página/12
Violeta de Negri, madre de una de las víctimas y desaparecida y torturada durante la
dictadura del general Pinochet.
EX EMBAJADOR CHILENO ROBERTO GARRETON
Chile no juzgó por 25 años
Por M.J. desde Londres
Embajador de Chile ante
los organismos de derechos humanos de la ONU y la OEA entre 1990 y 1994, asesor en el tema
de la cancillería chilena durante el mismo período, y actual relator especial de las
Naciones Unidas, el abogado Roberto Garretón no se anda con vueltas. El gobierno
chileno no va a juzgar a Pinochet, dice. Su testimonio forma parte de las
presentaciones escritas que hizo Human Rights Watch a los siete lores jueces que entienden
en la apelación. En diálogo con Página/12 Garretón explicó sus razones y evaluó la
marcha de la apelación tras ocho días de audiencias.
El gobierno de Chile dice que Gran Bretaña y España no tienen jurisdicción sobre
un asunto interno chileno.
Chile no ejerció su jurisdicción durante 25 años. No puede alegar prioridad para
juzgar lo que no juzgó. Al contrario. Esta crítica del gobierno es una interferencia en
los asuntos internos británicos que están juzgando de acuerdo a sus leyes, a las
europeas y al derecho internacional consuetudinario y se sienten competentes para entender
en un pedido de extradición hecho por el gobierno español.
Sin embargo el gobierno dice que está ejerciendo su jurisdicción y presenta como
prueba las 18 querellas que se le iniciaron a Pinochet.
Es verdad, pero el juez de las 18 querellas ya declaró que respecto a los hechos
alegados podrá investigar pero no juzgar. De tal manera que ese juez, del que tengo la
mejor impresión pero que tiene que desempeñarse en el sistema judicial chileno, no
podrá avanzar porque a Pinochet lo protegen la Ley de Amnistía de 1978, y su inmunidad
como senador vitalicio. Esta ha sido la práctica concreta de los tribunales chilenos que
tuvieron cientos de oportunidades para no aplicar la Ley de Amnistía dado que son
crímenes de lesa humanidad y que nunca lo hicieron. De modo que no hay ninguna garantía
de que el gobierno chileno vaya a juzgar.
El tema de los crímenes de lesa humanidad está en el corazón de la apelación en
la Cámara de los Lores. El argumento de la defensa es que la tortura no estaba reconocida
como un crimen en 1973 en el derecho internacional consuetudinario.
Según esa tesis la tortura pasó a ser un delito internacional en el año de la
firma de la convención en 1984 y por lo tanto no se puede aplicar retroactivamente al
general Pinochet. No comparto esto en absoluto. Desde hace mucho tiempo que la tortura se
ha incorporado como crimen de lesa humanidad, algo que se plasmó en un momento en la
convención contra la tortura. Desde hace décadas que constituye un crimen en el derecho
internacional consuetudinario sustantivo. Por ejemplo, en diciembre del 73 la ONU
adopta los principios para la persecución de los crímenes de guerra y lesa humanidad
entre los que incluye a la tortura. Es una resolución y no una convención, y por lo
tanto tiene carácter recomendativo y no obligatorio. Sin embargo, el derecho
consuetudinario se forma precisamente con una serie de recomendaciones de este tipo. Y
mire si habría un consenso de las naciones en ese momento que hasta el gobierno de
Pinochet lo votó.
El otro argumento de la defensa es que si se toca la inmunidad del jefe de Estado se
producirá un caos internacional.
La palabra caos es la favorita de los no demócratas. Siempre los golpes se
justifican por el caos. No habrá ningún caos. En Chile se dice eso. Un parlamentario de
derecha dijo que así, el día de mañana, si hay un problema tributario o de aduanas,
también Gran Bretaña o cualquiera va a ejercer su jurisdicción sobre nosotros. No es
así. Un genocidio no es cualquier crimen. Es muy pequeño el número de crímenes de
jurisdicción universal. Además, ¿dónde se juzgó a Eichmann, o a Astiz? En Israel y
enFrancia. ¿Dónde se están juzgando los atentados de Kenia y Tanzania? Los habrá hecho
alguien en Afganistán pero se juzgan en Nueva York.
¿Cómo ve la apelación?
Los abogados no debemos hacer pronósticos. Pienso que la Justicia inglesa está
haciendo su labor, incluso si perdemos. Pero creo que el derecho internacional está de
nuestra parte así que tengo esperanzas.
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