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Mauresmo, la muchacha con cuerpo de hombre

Mide 1,76 metro, pesa 76 kilos, tiene 19   años, músculos de pesista ysorprendió con su llegada a la final del Abierto australiano.

Amelie Mauresmo  llegó bien lejos.
Davenport dice que tiene fuerza de hombre.

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t.gif (862 bytes)  Nació en julio de 1979 en Laye, Francia y es más potente que Lindsay Davenport. Admira a Stefan Edberg y le atribuye a Yannick Noah la responsabilidad de haber ingresado al mundo del tenis luego de observarlo ganar el Abierto de Francia de 1983. Odia a quienes intentan intervenir en su vida privada, sus palabras favoritas son “no” y “jamás daré mi número de teléfono”. Ella es Amelie Mauresmo, la huraña revelación del Abierto de Australia que enfrentará a Martina Hingis en la final. La decisión masculina será entre Thomas Enqvist, que superó en semifinales al ecuatoriano Nicolás Lapentti por 6-3, 7-5, 6-1 y el ganador de Evgueny Kafelnikov-Tommy Haas, que jugaban esta madrugada.
La joven francesita de 19 años no sólo sorprendió al mundo con su acceso a la final del Abierto de Australia tras vencer por 4-6, 7-5 y 7-5 a la gigantesca Lindsay Davenport, número uno del mundo, sino porque su fuerza demolió a quien se supone es la jugadora más fuerte y poderosa del circuito. Davenport, asombrada por la potencia de su rival, declaró al finalizar el encuentro que “le pegaba tan fuerte que un par de veces tuve la sensación de que estaba jugando con un hombre. Le da muy duro a la pelota y con mucho ‘top spin’, las mujeres casi nunca le pegan así”. Davenport, que jugó dos veces con Mauresmo y perdió ambos encuentros -el primero fue en Berlín–, también dijo que la francesa le parece “cada día más grande”. Este es un comentario recurrente alrededor de Mauresmo, que varias veces tuvo que organizar ruedas de prensa para desmentir rumores de consumo de sustancias prohibidas y aclarar que su físico hiperdesarrollado se debe a que “hago pesas entre una y dos horas por día”.
Mauresmo vive pendiente de su teléfono celular, es demasiado perezosa en los entrenamientos, adora andar a caballo y a su novia oficial Sylvie Bourdon. Su pareja, con quien comparte la propiedad del bar Gorilla en la isla de Saint Tropez, es quien, según Mauresmo, le da la fuerza psíquica y mental para ganar. Sylvie presencia la mayoría de los encuentros y sus gritos de aliento se escuchan en todo el estadio. La tenista jamás ocultó su condición sexual. Entre sus placeres de adolescente se encuentra la música de Bon Jovi, mezclar bebidas peligrosas y esquiar. La final del Abierto de Australia la enfrentará mañana a Martina Hingis, otra joven -ya no promesa sino realidad–, que alcanzó la instancia decisiva al superar por 6-2 y 6-4 a Monica Seles en sólo 59 minutos. Mauresmo se encuentra en la 29ª posición del ranking
Pero Mauresmo, aunque inmersa en el personaje recio que creó para el público y la prensa, expuso luego de su victoria ante Davenport un costado sentimental que, en general, se rehúsa a mostrar. “Jugué un partido excelente, estoy muy feliz de acceder a mi primera final de un Grand Slam, porque cuando empecé el torneo no me imaginaba que llegaría hasta aquí y recién ahora me doy cuenta de lo que hice. Creo que lo pensaré más aún cuando finalice el torneo”, declaró.

 

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