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La moneda brasileña no encuentra su piso, se sigue depreciando y ya rompió la barrera de los dos reales por dólar. La devaluación de ayer fue de otro 7,7 por ciento al terminar en 2,10 unidades por dólar, acumulando una depreciación del 42,4 por ciento. Fue una jornada agitada para Brasil, plagada de versiones de todo tipo: desde el lanzamiento de un nuevo plan de ajuste, pasando por la inminente declaración de una moratoria, insistiendo con la renuncia del equipo económico y el congelamiento de depósitos hasta el anuncio de un feriado bancario para pasado mañana. Pese a que los rumores fueron desmentidos uno a uno por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, el derrape del real fue imparable. El pico máximo de tensión ocurrió al mediodía: el real que anteayer había cerrado en 1,94 por dólar cotizaba a 2,18. Sin que el Banco Central de Brasil interviniera para enfriar el mercado las reservas del BC rondarían los 27.000 millones de dólares, la tercera parte de lo que poseía hace un semestre, el valor de la moneda se estabilizó por debajo de la línea de los 2 reales por dólar durante un largo rato. Pero volvió a ceder hacia media tarde hasta que cerró a 2,10. La devaluación es exagerada, el real ya va a encontrar su punto de equilibrio, repitieron ayer los funcionarios. El ministro de Hacienda, Pedro Malan, explicó, incluso, que la depreciación de ayer se debió a cuestiones técnicas ya que hubo vencimientos en operaciones con dólares en el mercado de futuros. Cardoso y el cuestionado Malan tuvieron que enfrentar en dos oportunidades a los periodistas. El objetivo: desmentir una por una la catarata de rumores que ayer recorrió al mercado (ver aparte). La versión más fuerte indicaba que Brasil estaría a punto de declarar una moratoria de su millonaria deuda interna y que durante el fin de semana se anunciaría un nuevo y severo ajuste fiscal. Mantengan la calma. El dólar irá adonde quiera, y volverá. Todas estas (versiones) son nada más que especulaciones, enfatizó Cardoso en una de sus apariciones públicas. A su turno, Malan aseguró que no hay razón para el pánico, no existe la menor posibilidad de confiscación (de los depósitos), incumplimiento de pagos o bloqueos. El gobierno no va a herir el derecho de los ciudadanos. En ese contexto, la Bolsa de San Pablo perdió 5,4 por ciento medida en dólares. El temor a que el gobierno capture los depósitos está empujando a los ahorristas brasileños a refugios más seguros, como el dólar y el oro. Con tasas de interés del 41 por ciento anual, el peso de la deuda interna está ahogando a la economía brasileña. Cada semana, el gobierno de Cardoso debe hacer frente a importantes vencimientos de ese pasivo. Durante la última semana, por ejemplo, tuvo que refinanciar 9500 millones de reales (4500 millones de dólares) y la semana entrante le vencen otros 11.000 millones de reales (5240 millones de dólares). Estas obligaciones tienen maniatado al gobierno. En una suerte de círculo vicioso, el BC de Brasil ofrece tasas altas a los inversores para pinchar la escalada del dólar. Pero como ésta no se detiene, se ve obligado a continuar elevando las tasas, lo que incrementa las posibilidades que en algún momento no pueda cumplir y declare una moratoria. Otro dato preocupante: en los últimos días, el BC brasileño no pudo refinanciar deuda por 800 millones de dólares porque el mercado reclamó tasas 25 por ciento superiores a la devaluación del real. En esos casos, la salida fue cancelar la deuda al contado, pero para pagar Brasil debió emitir moneda. Si este comportamiento persistiera podría precipitar una espiral inflacionaria. El último informe del Banco Central de Brasil, de fines de noviembre, señala que la deuda interna trepa a los 320.000 millones de reales (152.400 millones de dólares). Pero especialistas de la city consultados por Página/12 calcularon que el monto en reales ya se elevó a unos 366.000 millones (174.300 millones de dólares) a consecuencia de la devaluación del real (el 21 por ciento de la deuda se ajusta por el tipo de cambio) ydel aumento de las tasas. a ese monto hay que sumarle una deuda nominada en dólares de poco más de 100 mil millones. En promedio, los bonos con los cuales el gobierno está refinanciando la deuda tienen un plazo de vencimiento de apenas siete meses. La consecuencia inmediata de esta falta de confianza por parte del mercado es que para este año a Brasil le aguardan pagos por un total de 217.000 millones de reales (103.000 millones de dólares). La capacidad de pago del país está asegurada, aseguró Malan apelando a la credibilidad de los financistas. Pero en el mercado de futuros, el costo del dinero picó ayer al 60 por ciento anual.
Los
plazos para el gobierno brasileño se acortan al ritmo de la devaluación del real. La
avalancha de rumores que sacudieron ayer al país vecino forzaron al presidente Fernando
Henrique Cardoso a abandonar su bunker en dos oportunidades para salir a pedir calma.
Buena parte del elenco gobernante debió enfrentar a los periodistas para negar cada una
de las versiones que corrieron como reguero de pólvora. La más repetida fue la
declaración de moratoria unilateral que resolvería el gobierno durante el fin de semana.
También se mencionó que el Poder Ejecutivo presentaría el lunes un nuevo plan
económico, que incluiría el canje de los depósitos bancarios por títulos de deuda del
Estado a largo plazo. No hay nada de eso, enfatizó Cardoso. En cambio,
admitió que se subastarán alimentos para morigerar la suba de precios.
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