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EN MEDIO DE INCENDIOS SIN CONTROL, LA CIUDAD RECIBIO
A LA FUNCIONARIA A LOS GRITOS
Bariloche está que arde con María Julia

Mientras el fuego en Dina Huapi avanzaba sin control, Alsogaray llegó a una ciudad que la esperaba con furia. Una manifestación frente al hotel gritó duras consignas contra la funcionaria, que interpretó que se trata de “actitudes típicas de la izquierda”.

Los manifestantes, convocados espontáneamente, descargaron toda su ira contra María Julia.

Por Pedro Lipcovich desde San Carlos de Bariloche

t.gif (862 bytes) Bariloche está en llamas: la frase, por ahora, es una metáfora bien adecuada a su clima social. Pero, como van las cosas, podría ser real. Ayer, el fuego que devasta el área de Dina Huapi, a 12 kilómetros de San Carlos, había adquirido un “comportamiento extremo” y avanzaba fuera de control, aunque no todavía en dirección a la ciudad. Hay evacuados en la población de Pilcaniyeu. El pequeño poblado de Pichi Leufú también fue evacuado a medianoche. Lo que también arde es el resentimiento de los habitantes de la ciudad, que cuestionan la ineficacia y el descontrol en la lucha contra el fuego y ayer se autoconvocaron frente al hotel cinco estrellas donde la máxima responsable del Plan Nacional de Lucha contra el Fuego, María Julia Alsogaray, se preparaba para dar una conferencia de prensa. En medio de una confusión indescriptible, la polifuncionaria postergó varias veces el comienzo de la cita y finalmente mantuvo un breve diálogo con la prensa en el que definió las protestas como “actitudes típicas del activismo de izquierda”.
“Que la vengan a ver, que la vengan a ver: esto no es un ministro, es una puta de cabaret”, coreaban centenares de manifestantes de toda edad y condición ante el lujoso hotel Panamericano. Ilustraban su protesta con una pancarta donde una elegante chanchita portaba una regadera de jardín.
La autoconvocatoria surgió a través de una radio: un vecino llamó para protestar, dio al aire su teléfono, lo llamaron varios y organizaron la movilización. María Julia la definió así: “Es escasa, es desorganizada y es desentonada. Estas características de activismo son típicas de la izquierda. Agreden al Presidente, me agreden a mí, agreden al intendente y no es positivo”, argumentó entre los gritos de los vecinos furiosos. Sobre los incendios alcanzó a decir que están “contenidos pero no controlados”, ya que pueden producirse más focos, y admitió que el presupuesto no alcanza.
Página/12 dialogó con los autoconvocados: “Desde agosto del año pasado, los datos satelitales pronosticaban esta sequía, y no se hizo nada”, protestaron. “Usan aviones y helicópteros con 1000 litros de capacidad, que no alcanzan para nada y nos cuestan 800 dólares la hora. En Canadá, en España hay aviones con mucha más capacidad que se podrían haber alquilado, porque ahora están en invierno y no necesitan todos”.
Pero, más allá de los cuestionamientos técnicos, lo que trasmite esta gente es la indignación de quien se siente ultrajado. Por María Julia, sin duda, pero también por el gobernador de Río Negro, Pablo Verani: “¿Cómo se atreve a decir que está ‘angustiado’? El no está para angustiarse sino para no fracasar como fracasó en esto”, y por el intendente de San Carlos de Bariloche, César Miguel: “En cada incendio él aparece con un casco y una pala para la foto, para ganar votos”.
No están inclinados a dar sus nombres: “Muchos tenemos créditos hipotecarios del Banco de la Provincia con cuotas impagas, y recordamos que, cuando la población apoyó a los maestros en el conflicto con el (ex) gobernador Massaccesi, a los que se mostraron les exigieron cancelar su deuda y a algunos les remataron la casa”.
Como en los tiempos más desamparados de la humanidad, la población está a merced del clima: “Todos los días, nuestra charla es: ¿para dónde va el viento? ¿Adónde va a ir hoy?”. Las noches son en vela, atisbando los resplandores en el horizonte.
Precisamente porque ayer sopló viento el incendio próximo a la estancia San Ramón, que estaba “contenido”, se descontroló. El casco de la estancia hasta las primeras horas de la tarde se daba por protegido con contrafuegos, pero a las 5 de la tarde las llamas, de 40 metros de altura, pegaron una voltereta e incendiaron todas las edificaciones. Los ocupantes fueron evacuados. El incendio, que el miércoles se había estacionado enDina Huapi, a 12 kilómetros de San Carlos de Bariloche, volvió a avanzar pero esta vez en dirección contraria a la ciudad, y amenaza la localidad de Pilcaniyeu, algunas de cuyas casas estaban siendo evacuadas anoche.
A lo largo de la céntrica calle Mitre, sobre la cual el cielo sigue tan límpido como siempre y el Nahuel Huapi tan azul, la gente no ha perdido su cordialidad: “Digan que la ciudad no está incendiada, que los turistas pueden venir”, piden a los periodistas y tienen razón. El circuito turístico está intacto pero para ellos su ciudad también abarca los bosques centenarios que la rodean: “Hoy cuando venía para mi trabajo vi que el cerro Carbón otra vez se incendió, porque lo dejaron sin protección –cuenta Claudia, cajera del bar Val Gardenia–. Bariloche vive de la naturaleza y queremos conservarla para mañana, para nuestros hijos”.

 

“Nadie dice qué hacer”
Por P.L.

Ayer a las 6 y media de la tarde, a 5 kilómetros del centro de San Carlos de Bariloche, sólo Página/12 y un puñado de vecinos contemplaban cómo se quemaba el cerro Carbón. No se veían llamas. Unicamente una columna espesa de humo gris que el viento empujaba hacia el cercano barrio de San Francisco III. El jueves, el incendio había sido estimado bajo control y las autoridades, sin dejar “guardias de cenizas”, habían desplazado todos los efectivos para combatir el arrasador incendio de Estancia San Ramón.
Se confía en que, como toda la parte baja ya está quemada, el fuego no puede atacar zonas pobladas. Sin embargo, voluntarios del Club Andino explicaron a este diario que “se están quemando los únicos renovales de árboles autóctonos, el único semillero de la zona, pero a nadie parece importarle”.
El Club Andino organiza brigadas de voluntarios y se muestra como la única institución respetada por la mayoría de los barilochenses, que entregan allá su colaboración de agua y alimentos. Pero los voluntarios se quejan ahora de que “las autoridades no aprovechan la gente que ponemos a su disposición, no indican a los brigadistas qué hacer”.
En el atardecer de ayer, un voluntario de una brigada que volvía del fuego más fuerte, el de Estancia San Carlos, contaba que “cerca de la estancia había un equipo de la Policía Federal con un Unimog: les informamos que junto al casco había un estanque donde podían instalar su motobomba, pero contestaron que no podían hacer nada hasta recibir órdenes superiores y se quedaron donde estaban”. Poco después, todo el personal que combatía el fuego fue evacuado de la estancia.

 


 

POCAS RESERVAS TURISTICAS Y MUCHOS LLAMADOS
“El incendio afecta la demanda”

t.gif (862 bytes) Los operadores de turismo en estos últimos días repitieron cientos de veces idéntico cliché: “Quédese tranquilo, el fuego está muy lejos del Centro Cívico, todo esto está agrandado por los medios –y para rematar–: usted ya sabe”. La fórmula se reiteró hasta el hartazgo. Los teléfonos atragantaron líneas de agencias porteñas y de la Dirección de Turismo de Bariloche. Si bien por el momento las respuestas lograron detener una desestabilizadora caída de reservas, el incendio restringió demandas de febrero.
Daniela Parolli atiende un teléfono en Paréntesis. Repite que tiene todo completo hasta el 31 y, “por suerte –dice– no hubo ninguna cancelación”. Sin embargo advierte un síntoma: nadie reservó para febrero. “Me llamaron los hoteleros con los que trabajamos para decirme que tienen todo vacío para el mes que viene”, se espanta. Su agencia trabaja con Hotel Bariloche y Altamira del Lago; en cada uno existen unas 70 plazas disponibles sin previsiones de completarse. En Interplanet las consultas fueron reiteradas. Tampoco allí se suspendieron viajes aunque coinciden en que la demanda de este año para el mes próximo fue mucho más baja que la del ‘98.
El subdirector del ente municipal de Turismo de Bariloche, Daniel Torres, coincidió, en términos generales, con esos datos. “Hay mucha menos reserva en febrero, pero esto se sabía desde antes de fin de año. De todos modos, esperábamos un febrero normal pero las perspectivas son que la demanda se verá influenciada por el tema del incendio”, arguyó antes de admitir que fueron “infinitas las llamadas que hemos tenido de gente que está asustada”. Para Torres no se podrá saber la incidencia del incendio hasta pasado el 4 del mes próximo: “Tradicionalmente –agrega el funcionario– los últimos días del mes y los primeros son inestables para el turismo de esta región. La gente empieza a llegar entrado el mes”.
El esfuerzo en los próximos días será revertir las perspectivas agoreras. Por este motivo, el director del organismo, Angel Robira Bosch, viajó a Buenos Aires para entrevistarse personalmente con directivos de algunos medios. Desde las agencias “intentamos desalentar ese pánico que tiene la gente”, dice Alberto, de Almafuerte Travel. Desde un teléfono debe desactivar “a esas personas que llaman para preguntar si Bariloche está rodeada por fuego o piensa en una catástrofe”.
Laura atiende consultas en Ecotur. No da tregua al cliente que impaciente pide explicaciones sobre reaseguros en caso de que esté en Bariloche y deba retornar corrido por el fuego: “Mire –insiste– no tenemos seguro, pero si pasara algo cuando vuelva le devolvemos los servicios que no utilizó”.

 

Rogativa para que llueva

A causa de la sequía en el sur, las comunidades mapuches de Río Negro y Chubut realizaron ayer con la salida del sol el “nguillatum”, el ritual para que el “espíritu del universo” envíe lluvia. “La rogativa es para pedir lluvia”, explicó Domingo Collueque, de 62 años, uno de los jefes espirituales de la comunidad que dirigirá el ritual en lengua mapuche junto a otros caciques. El medio de subsistencia de estas comunidades indígenas es la tierra, y los incendios producidos en las últimas semanas amenazan su propia existencia. Los mapuches, reunidos en El Bolsón, invitaron también a la población no indígena a formar parte de las ceremonias del “nguillatum” que se repetirán hoy y mañana al amanecer.
Esta actitud no es habitual en la comunidad indígena que generalmente prefiere realizar sus ritos tradicionales en soledad. El cacique Collueque, de Bariloche, dijo que la alta cantidad de incendios y la caída de rayos constituyen una clara advertencia de que “hay que tratar bien al planeta porque si no va a desaparecer”.

 

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