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EE.UU. y Cuba ante una nueva crisis de balseros

Por Mauricio Vicent desde La Habana

t.gif (862 bytes) El estrecho de la Florida ya no está sólo infestado de tiburones. Desde hace algún tiempo compiten con ellos los llamados “coyotes”, una especie sumamente ambiciosa de traficantes que atraviesa el mar en lanchas rápidas con una suculenta carga de cubanos a bordo que tratan de llegar hasta Miami tras dejar atrás La Habana. El billete de entrada al paraíso americano cuesta entre 2000 y 8000 dólares. En los últimos tres meses, medio millar de cubanos ha logrado llegar por esta vía a las costas de la Florida. Se trata de la mayor oleada de emigrantes ilegales cubanos que entra en Estados Unidos desde la crisis de las balsas.
Para frenar este nuevo éxodo, el mayor desde la crisis de las balsas, tanto los gobiernos de Cuba como de EE.UU. han advertido que adoptarán severas medidas. Fidel Castro anunció la primera: instaurar la cadena perpetua en la isla, sanción que será aplicada a los “coyotes”. Las cifras hablan por sí solas y han desatado la alarma en las autoridades norteamericanas. Solamente el fin de semana del 17 de enero, 83 balseros cubanos pisaron tierra firme en Miami o en alguno de los cayos del sur de la Florida. Según el Servicio de Inmigración y Naturalización de EE.UU., en 1997 lograron llegar al país de manera ilegal 952 cubanos, mientras el año pasado lo hicieron 2362. En este mismo período, la Guardia Costera estadounidense interceptó en alta mar a 1553 cubanos (406 en 1997 y 1047 en 1998). Y entre el 27 de diciembre del año pasado y el 7 de enero de 1999 fueron capturadas por guardacostas cerca de 120 personas.
A diferencia de los 35.000 balseros que en el verano de 1994 fueron a dar con sus huesos en la base de Guantánamo, ninguno de los actuales emigrantes presenta síntomas de deshidratación ni tampoco llegan con la ropa mojada. Por el contrario, algunos traen sus títulos de profesionales o algún recuerdo familiar, pues ya no viajan en frágiles esquifes, sino en lanchas de 25 metros equipadas con motores fuera de borda capaces de cubrir Miami-La Habana en poco más de tres horas.
El modo de operar de los “coyotes” no es improvisado. Por el contrario, responde a una compleja organización a la altura de cualquier red mafiosa que se precie. Las bandas de traficantes primero se ponen en contacto con familiares de cubanos en EE.UU. y les ofrecen traer “sanos y salvos” a sus seres queridos por cifras que pueden llegar hasta los 8000 dólares por persona. Después, un miembro de la banda viaja a Cuba en calidad de turista y contacta a los familiares, con quienes se pone de acuerdo sobre el día, la hora y el lugar de la costa en la que serán recogidos por los lancheros. En cada lancha pueden viajar hasta 12 personas, aunque se han dado casos de barcos sobrecargados que se han hundido con todos los pasajeros y tripulantes. Algunas dejan a los cubanos en cayos o playas alejados de los centros urbanos, pero en ocasiones los “coyotes” han llegado a dejar su carga humana en el mismísimo Miami Beach, ante los ojos atónitos de los transeúntes.

 

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