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Un hogar para los que
estudian lejos de casa

Para gastar menos y no sentirse tan solos, muchos alumnos extranjeros y del interior eligen vivir en residencias universitarias.

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Por Marina Caporale

t.gif (67 bytes) Hay laicas y religiosas. Para varones, para señoritas y mixtas. Su especialidad: los alumnos universitarios. Las residencias estudiantiles son la alternativa que eligen muchos jóvenes del interior y del exterior cuando vienen a estudiar a las instituciones porteñas: “Estar acompañado durante los primeros meses es muy importante –asegura la directora de una residencia religiosa–. Buenos Aires es un pulpo y es muy difícil adaptarse”. Los precios oscilan entre los 200 y los 650 pesos mensuales, según el tamaño de las instalaciones y las comodidades ofertadas. Casi todas brindan desayuno, baño privado, heladera propia y cocina compartida.
¿Por qué los estudiantes prefieren alojarse en una residencia antes que alquilar un departamento o quedarse en una pensión? “No conozco la ciudad y acá puedo relacionarme con gente que está en la misma situación que yo”, explica Patrick Clarke, un norteamericano de 20 años recién llegado. “Vine a recopilar información para una tesis sobre la historia argentina a partir de 1955”, cuenta Patrick, que ahorró dinero en Binghamton (Nueva York) para quedarse hasta mayo recorriendo bibliotecas y haciendo entrevistas. En su habitación también vive un marplatense, estudiante de Ingeniería: comparten el baño, una heladera y unos mates bien dulces.
“Los jóvenes prefieren las residencias porque alquilar implica pagar impuestos y expensas, además de hacer la limpieza”, asegura Guillermo Losteau Heguy, encargado de la Residencia Mayor. Con espacio para 144 personas, la mitad está ocupada por estadounidenses que vienen a estudiar en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. También hay muchos jóvenes del interior, de entre 18 y 24 años: “La mayoría es de la Patagonia y no trabaja –dice Heguy–. Reciben apoyo económico de sus padres, que muchas veces les pagan una universidad privada”. El resto de las plazas se divide entre europeos –en especial españoles que cursan en las facultades de Arquitectura y Ciencias Económicas de la UBA– y profesores de América latina, que vienen a hacer posgrados de la Unesco.
Desde la residencia laica para señoritas Santa María, María Inés Biggi, de 21 años, subraya el factor “bolsillo” a la hora de buscar alojamiento: “Cuando llegué, no tenía trabajo y no podía alquilar. Este lugar es mucho más accesible”. Para ella, futura estudiante de Traductorado Público, llegar a la Capital desde Colonia Seré (en Buenos Aires) fue un gran cambio. “Los porteños son muy distintos a la gente de mi pueblo. Pero mis compañeras también son del interior y eso ayuda a no extrañar tanto”, concluye.
“Los padres eligen estas casas para sus hijas porque aquí están más contenidas y seguras que viviendo solas”, dice la hermana María Isabel, directora de Nuestra Señora de la Fe, donde 25 chicas de entre 17 y 21 años cursan sus primeros años en la UCA, la UBA o El Salvador. El tiempo libre lo pasan charlando en los pasillos o paseando. “Pueden invitar a sus amigas, compañeros de estudio y al novio. Siempre y cuando –aclara la directora– se queden en el comedor y no suban a las habitaciones. Sólo las madres pueden subir. Pero las residencias no funcionan como cárceles.” En la residencia laica La Esperanza, holandesas, españolas, norteamericanas, colombianas y paraguayas conviven con chicas de Mendoza, Salta, Santa Cruz y Buenos Aires. Las extranjeras se quedan pocos meses, lo suficiente para hacer algún curso o pasantía. Las argentinas, en cambio, vienen para quedarse, pero sólo pasan uno o dos años en la residencia: en cuanto se familiarizan con la ciudad, se agrupan para alquilar un departamento.
Entre los varones, las cosas no son muy distintas. En pleno corazón de Belgrano, un antiguo monasterio benedictino –la residencia masculina San José– alberga a 93 jóvenes del interior, de entre 18 y 25 años. “Algunos terminan la carrera viviendo en la residencia. Pero muchos se van al pocotiempo, porque llega algún hermano a estudiar y les conviene alquilar entre los dos”, cuenta Hernán, de 19, que vino de Mar del Plata a seguir Ingeniería en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires. En San José, los residentes reciben cuatro comidas diarias y comparten un baño cada doce habitaciones. Al igual que en las residencias religiosas para señoritas, el padre director sugiere que el horario de regreso no exceda las 12 de la noche. “Todos tenemos la llave y podemos entrar cuando queremos –dice Hernán–, pero nos cuidamos de obedecer las reglas. Si respetamos los horarios de estudio y de sueño, la convivencia es mucho mejor.”

 

Vidas paralelas
Las residencias universitarias alojan vidas muy distintas. Un día promedio para Hernán, un marplatense afincado en la casa San José, empieza con el desayuno, antes de las 9.30: “Voy a la facultad y vuelvo justo para el almuerzo. Cuando me aburro de estudiar juego un partido de fútbol con mis compañeros y, después de cenar, nos reunimos en las habitaciones o en el patio a charlar. Los sábados hay misa y una vez a la semana hay clase de formación religiosa”. Desde el cantón suizo de Basel, Dominic Harri, de 24 años, vino a estudiar castellano en el Laboratorio de Idiomas de la UBA. Llegó hace poco y, por ahora, sus días en la Residencia Mayor no son muy ajetreados. No cocina ni una sopa instantánea y vive a pizzas y comida de restaurante. A la noche, sale con sus amigos y con su novia argentina. Dos pisos más bajo, Patrick Clarke, mientras rastrea dónde buscar información para su tesis sobre historia argentina, no se amedrenta ante los secretos de la gastronomía: “No le tengo miedo a la cocina. Me gusta preparar cosas simples como pastas, arroz y sopa.”


Para el tiempo libre... (si queda)

Cursos
. La Utpba abrió la inscripción para sus cursos de verano, que comienzan el 15 de febrero. Las áreas son: locución y foniatría, computación (Word 97 y Windows 98), redacción, producción periodística y conducción. Informes: Alsina 779, tel. 4343-3436/1135, de 12 a 19.

Locución.
La Escuela Terciaria de Estudios Radiofónicos (Eter) abrió la inscripción para un seminario intensivo de técnicas vocales que se dictará del 22 al 26 de febrero. Informes: Acevedo 262, tel. 4857-5701/2.

Mimo.
La Escuela Argentina de Mimo, Expresión y Comunicación corporal abrió la inscripción para sus cursos del ciclo ‘99. Informes: Corrientes 1670, piso 11º, Oficina “I”, tel. 4382-4743.

Aborígenes.
El lunes se inaugura la muestra “Aborígenes argentinos del pasado a la actualidad”, en el Museo Nacional del Hombre. Hay visitas guiadas con talleres. Informes: Tres de Febrero 1370/78, tel. 4784-3371.

Psicología.
La Dirección de Posgrado de la Facultad de Psicología (UBA) abre el lunes la inscripción para sus cursos de formación para graduados en Psicología y otras disciplinas. Las áreas son: clínica, evaluación psicológica, psicología forense y psicología en organizaciones y empresas, entre otras. Informes e inscripción: Hipólito Yrigoyen 3242, piso 1º, aula 10, de 10 a 19, tel. 4957-1210, interno 156.

 

 

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