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“SKINHITLER”, UN BREVE Y POTENTE ALEGATO CONTRA EL NEONAZISMO
El viejo monstruo que está mutando

Sergio Widder –del Centro Simon Wiesenthal– y el publicista Gabriel Dreyfus hablan de un corto que ya se está viendo en los cines.

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Por Patricia Chaina

t.gif (862 bytes)  Hitler en la pantalla en blanco y negro, de pie y a cámara, muestra una navaja en su mano izquierda. Se rapa la cabeza, de a pedazos, con un tratamiento visual que recuerda al Seven de David Fincher. El bigote de un corte, todo entero. Lastima un labio. Su lengua relame la sangre, y al sacarse la camisa, el joven rapado muestra en su pecho el tatuaje de una esvástica. Se da vuelta. Se va caminando, imitando el movimiento del águila que lleva tatuada en la espalda, el prototipo del skinhead neonazi. La imagen funde a negro. Y una leyenda remata: “El monstruo no murió. Está mutando”. Y agrega: “No dejemos que crezca”.
Suficiente.
La película dura sesenta segundos, y fue ideada por Gabriel Dreyfus como una pieza institucionalna15fo02.jpg (6102 bytes) para el Centro Simon Wiesenthal, desde su oficina en Buenos Aires y como cabecera de sus actividades en América latina. Se puede ver en los cines, junto a los avances de pantalla, a través de Film Suez. Un shock de “mensaje efectivo y reflexivo”, irrumpiendo en el mundo del entretenimiento. Sergio Widder, representante del Centro, anuncia en la entrevista con Página/12 que ya se está programando en cadenas de la televisión de Rusia y Estados Unidos. Mientras que en la Argentina, y en una maniobra de cuidado equilibrio político, el Ministerio del Interior propuso ceder espacios de esa cartera en los canales de TV abierta, para ayudar a su difusión masiva.
La campaña se lee entonces como respuesta a la inquietud que provoca la creciente formación de grupos de jóvenes neonazis en los últimos años. Su aparición en la escena pública en la Argentina, como la que no hace mucho protagonizó un grupo de rapados vivando a Massera en las puertas de Tribunales, se conjuga con actos militantes a puertas cerradas. Los reclutas son chicos, adolescentes que en su mayoría no superan los 16 años y que, adoctrinados, convierten al diferente en amenaza, empujados por una extraña combinación de ignorancia y adrenalina. Por eso, esta campaña apunta especialmente al público joven, según explica Widder.
La pieza, bautizada “SkinHitler”, muestra la metamorfosis del hitlerismo a los jóvenes del 90 con un simple “rapado”. Fue realizada por una productora argentina (La Produ) y donada por Dreyfus al Centro Wiesenthal, un organismo judío internacional de Derechos Humanos, que trabaja a partir de las lecciones históricas del Holocausto. Se estrenó en noviembre de 1998 en una presentación interna del organismo, y se convirtió inmediatamente en “la más fuerte de las campañas que el Centro ha realizado hasta el momento”, remarca Widder. “Creemos que será efectiva, para poder explicarle a la gente lo que es el neonazismo, y sus peligros, que es uno de los objetivos del Centro”, sostiene Dreyfus.
–¿Los jóvenes skinhead se identifican desde la estética con esa idea intolerante y autoritaria de la vida que propone el nazismo?
S.W.: –El problema va más allá de la estética. En lo cotidiano, un ejemplo puede ser el llamado de un pibe al programa de radio de (Mario) Pergolini, hace tres días, para contar que lo había golpeado el grupo skinhead de Parque Rivadavia. Contó que pasaba en bicicleta con una remera del Che Guevara y el gritaron algo como “comunista puto”. El se paró y contestó. Ellos sacaron bates de béisbol del puesto y lo molieron a palos. Eso va más allá de la estética.
G.D.: –Pero viendo El triunfo de la voluntad –film de la cineasta alemana Leni Riefenstahl, autora de varias piezas de propaganda nazi–, uno se da cuenta de que los imbéciles vienen primero y los ideólogos después. Ahí se ve la fuerza de choque del nazismo, y uno no pude dejar de pensar que son los idiotas del Parque Rivadavia. Después se ve un acto donde habla ya el nazismo en el poder: Hitler y sus ministros, y ahí es donde corre frío por la espalda.
S.W.: –Los ideólogos canalizan la violencia de otros. Hoy, más allá de constituir grupos violentos, utilizan herramientas más modernas, comoInternet. En los últimos tres años se han multiplicado en la red cientos de páginas nazis y racistas. Hace más de un año se teje una red en Latinoamérica y claramente entre grupos del Cono Sur. La web les permite conectarse rápido y a bajo costo. Y está dirigida a los jóvenes. Así los reclutan y pueden formar grupos violentos.
G.D.: –Respecto al ejemplo que dio Sergio, creo que es posible advertir una similitud y un peligro en la idealización de los mitos. Sin querer ni por asomo compararlos, uno de los motivos por los que el Che es eterno es por su muerte. La derrota (heroica en su caso, pero inevitable para Hitler, que no tenía otra salida) transforma al Che en un ídolo romántico. La caída del nazismo puede transformarse en un símbolo romántico, y ése es el peligro. Hay que evitarlo. El fascismo crece.

 

Arios y contradictorios
Gabriel Dreyfus, un publicista cuyas producciones son recordadas por osadas y efectistas,na15fo03.jpg (8601 bytes) llevó a cabo la realización de “SkinHitler” y su donación al Centro Simon Wiesenthal. En
la charla con Página/12 explica, respecto de la transformación de los símbolos que da lugar al guión de este aviso: “Hoy el neonazismo se manifiesta de diferentes maneras. En esta forma –se refiere a los skinheads– se expresan fuertemente en España, Francia, Inglaterra, Alemania y Europa del Este. En Rusia con un discurso antisemita desde el poder, porque con el comunismo esto mutó hacia el Estado de Israel y ahora a los judíos. Pero el nazismo y el fascismo no van juntos. El antisemitismo era endémico en países que el nazismo exaltó”, sostiene. Sucede que lo racial se combina con el autoritarismo, y se agudizan los conflictos. “Por eso ahora, viendo a los grupos neonazis en Buenos Aires, cabe una pregunta –continúa Dreyfus, con el tono provocador que lo caracteriza–: si el nazismo tiene su génesis en el símbolo ario, y enaltecía a los altos, rubios y de ojos celestes, ¿qué hace un morocho de pelo renegrido disfrazado de nazi? Está loco, y encima, creo yo... es un tarado.”

 

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