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EL GOBIERNO CUMPLIO SU OBJETIVO DE MANTENER EL CONTROL MAS ALLA DE 1999
La historia secreta del negocio del PAMI

Página/12 tuvo acceso al borrador del dictamen que decidía la adjudicación del PAMI: en él se leía que cuatro empresas habían pasado la prueba. Pero Alderete anunció que ganaron sólo tres. Cómo se produjo el milagro que ayudó a los amigos del Gobierno.

Las manifestaciones contra el polémico proyecto no consiguieron frenarlo.
“Con cuatro empresas no era negocio”, aseguraban los íntimos de Alderete.

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Por Susana Viau

t.gif (862 bytes) Un borrador del dictamen del Comité de Calificación al que tuvo acceso Página/12 hace dos semanas, con correcciones manuscritas y refrendado por las iniciales de los miembros del comité –cuya decisión, según los pliegos, tenía carácter vinculante– postulaba a cuatro empresas para gerenciar, de aquí en más, la salud de los 4 millones de afiliados al PAMI: Argentina Salud, Siglo XXI, Plan Azul y AMI S.A. Sin embargo, el jueves por la tarde, cuando Víctor Alderete dio a conocer el nombre de las empresas ganadoras, de las cuatro sólo quedaban tres: según la copia del dictamen entregado a los participantes, AMI S.A. había sido enviada al vestuario en el tramo final. Este diario reconstruyó la historia secreta de la licitación, las nerviosas reuniones mantenidas durante las 48 horas previas al anuncio y los intereses que pugnaron para que el primer gran negocio de 1999 se aproximara todo lo posible al negocio ideal. “Es un negocio brillante para dos gerenciadoras –había advertido un funcionario del Gobierno–; con tres, el gran negocio pasa a ser un buen negocio. Cuatro la tienen que pelear.” Alderete había cumplido, contra viento y marea, con el designio oficial de atar la vaca hasta el 2004 mediante la virtual privatización del manejo del 50 por ciento del presupuesto del Instituto (el cuarto de la Nación, 2300 millones anuales), una jugada que, además de prolongar su control más allá de 1999, les embarga a sus sucesores la que ha sido durante diez años una formidable plataforma política e inagotable fuente de financiación.
Plegando el pliego
Salvo las críticas de la oposición, que puso el grito en el cielo por las condiciones leoninas concedidas para la rescisión del contrato (500 millones que PAMI debía pagar si rompía el vínculo con cualquiera de las administradoras y debió bajar a 200 a causa del escándalo), los pliegos no merecieron objeciones por parte de los competidores. Víctor Alderete había dejado su confección en manos de cinco grandes estudios de abogados, entre ellos los de Héctor Masnatta, Mariano Cavagna Martínez y Entelman. La comisión de calificación procuró reunir las mismas condiciones: una mezcla de prestigio y cercanía al Gobierno representada por Eduardo Zanoni, especialista en derecho de familia y conductor del divorcio presidencial, Luis González Montaner, titular de la Academia de Medicina, Néstor Vázquez, gerente general de la ANSSAL y el catedrático Angel Villasante. La presidencia del organismo quedó en manos de Carlos Santander, un riojano amigo de Carlos Menem, quien lo incluyó en el directorio de PAMI pese a que el Banco Mundial había rechazado su nominación para supervisar la reconversión de las obras sociales basándose en que “aun cuando ha trabajado en altos niveles de Gobierno, no parece tener una fuerte capacidad que combine experiencia en el sector con reformas de empresas, financiación y seguros de salud y capacidad de gerencia”.
Los Santander, como las ganadoras de la licitación, son tres: Carlos, Mario y Rubén, todos menemistas, aunque Carlos es incondicional: “Somos de la misma ciudad, del mismo barrio y del mismo club”, suele contar para justificarlo. Los problemas surgieron después, al trascender que no era posible consultarlos (la consulta es algo habitual en cualquier licitación) y los interesados debían “pagar para ver”. Esa condición, excepto para los muy poderosos o los muy enterados, sonaba inaceptable: pocos estaban dispuestos a depositar 150 mil pesos para enterarse, quizá, de que las condiciones vedaban su presentación. Los buenos entendedores comprendieron de inmediato que no estaba en el proyecto de Alderete que al proceso de licitación concurriera una multitud. Si la virtual privatización de PAMI aspiraba a convertirse en una carrera de obstáculos, lo consiguió: fueron sólo cinco las empresas o uniones de empresas que se lanzaron a la competencia por un premio de 12 millones y medio mensuales, o sea 151 millones anuales, o sea 756 millones quinquenales (cinco años esla vigencia del contrato). El cálculo sale del 15 por ciento de la cápita (estipulada en 21 pesos) que, como máximo, están autorizadas a cobrar las gerenciadoras por el management: 3,15 por afiliado.
Dos más tres, cuatro
El 14 de enero, día previsto para dar a conocer cuáles eran los grupos ganadores, la jueza en lo contenciosoadminitrativo María José Sarmiento dio luz verde a la solicitud de la defensora del Pueblo Alicia Oliveira y dictó una medida cautelar suspendiendo la licitación. Casi de inmediato trascendieron dos cosas: la primera, que la jueza consideraba satisfechos los deseos de la oposición con la interrupción de la adjudicación y procedería a equilibrar la balanza autorizando la continuación del proceso puesto que éste, a su criterio, no perjudicaría los intereses de los jubilados; la segunda, que el dictamen de la comisión estaba listo y las calificadas eran cuatro: Argentina Salud, Siglo XXI, AMI S.A y Azul que, sobre la hora, había logrado el respaldo político necesario para formar parte del pelotón de los triunfadores.
Página/12 pudo ver, entonces, el borrador del dictamen de la comisión, con correcciones manuscritas e inicialado por la totalidad de sus miembros. El dictamen no podía ser modificado y, de acuerdo a las bases de la licitación, sus conclusiones eran vinculantes y debían ser tenidas en cuenta por el directorio de PAMI. Allí constaban los cuatro nombres, AMI incluida. VIDA Salud había sido eliminada, tal como estaba previsto, en una etapa anterior. Luego este diario obtuvo una copia de las conclusiones de la evaluación final, sin firmas, y en la que la nómina anterior se mantenía: “En consecuencia –decía el texto–, la evaluación del Comité es que las ofertas de Siglo XXI S.A., Plan Azul S.A., Argentina Salud S.A y Administradora Médica Integral cumplen los requisitos exigidos por el pliego para que el Instituto, a través de su presidente, dicte la resolución de preadjudicación...”. El documento estaba datado al pie con fecha 14 de enero. El 14 había sido enmendado y reemplazado por el 13. Al menos así Alderete podría sostener que había tenido 24 horas de papel para estudiar el voluminoso informe de la comisión. La precalificación de las cuatro sociedades, según el documento, fue ratificada este fin de semana a Página/12 por un funcionario del Gobierno, que confió, lacónico: “Hasta el 14 eran cuatro” y agregó “pero cuatro no eran negocio”.
No voy en tren, voy en avión
El resultado inicial dejaba conformes a propios y ajenos. La mayor parte de los miembros de la comisión abandonó la ciudad en pos del diferido veraneo. Pero el lunes 24 y mientras continuaba aún la impasse impuesta por la jueza Sarmiento, los rumores tomaron una dirección diferente: AMI, indicaban, había quedado fuera de juego. El martes 25 un alto representante de esa empresa se entrevistó con Alderete. Este juró y perjuró que todo continuaba igual y musitó lo que no llegaba a ser una objeción: “Eso sí, es un poco corporativa”. El jefe de PAMI y símbolo viviente de la fidelidad a Carlos Menem aludía, sin explicitarlo, a su creciente enfrentamiento con Ochoa, presidente de FEMEBA (Federación Médica de Buenos Aires), quien también mantiene una larga enemistad con Norberto Larroca, factótum de Argentina Salud. Con Ochoa, pudo saber Página/12, se habían entrevistado los directivos de AMI para pactar las condiciones a las que estarían sujetos los profesionales. Una segunda versión, menos edulcorada, sostiene que en la reunión entre Alderete y el hombre de AMI las voces se descontrolaron y el representante de AMI le habría advertido al secretario de la Tercera Edad: “Si se confirma que modificaron el dictamen y nos bajaron, te mando preso”.
El miércoles 26 Alderete mantuvo otra reunión reservada en la sede de PAMI a la que asistieron Alderete y sus colaboradores de confianza, entreellos los dos directores “sindicales”, Hermoso (Químicos) y Petrecca (Federación de Cementerios) y Carlos Santander. Por supuesto, el quebradero de cabeza seguía centrado en el número de aspirantes: eran demasiados y uno debía desaparecer. A nadie se le ocurría discutir la permanencia de Siglo XXI y Argentina Salud, apadrinadas por Alderete. Azul era defendida con uñas y dientes por Santander, quien, dicen versiones seguramente interesadas, habría participado personalmente en su armado y había mantenido conversaciones con los directivos del Hospital Privado de Mar del Plata. AMI mostraba un dejo de pluralismo y permitía neutralizar el embate radical. Para algunos, el encuentro terminó con el mismo dilema con que había empezado: no había a quién bajar. No obstante, al finalizar el cónclave los sindicales volaron apresuradamente a Mar del Plata. El jueves 27 los precalificados fueron tres: Siglo XXI, Azul y Argentina Salud .

 

Dibujos animados

El viernes 28 ganadores y perdedores se notificaron en la sede de PAMI. La escribana entregó a cada uno de los grupos el informe de la Comisión Calificadora. Pero eran fotocopias y no llevaban la firma de la notaria. Pese a los pedidos no se permitió el acceso al original del informe. Un dato llamó la atención de los empleados. En las planillas de las observaciones técnicas, los cuadros correspondientes a las tres ganadoras estaban escritos en letras minúsculas. En la que evaluaba a AMI, en cambio, la palabra “deficitario” que ocupaba todos los casilleros resaltaba por sus mayúsculas. Los funcionarios de planta de PAMI mataban el aburrimiento viendo crecer la indignación de los ejecutivos derrotados: “Fijate –resoplaban señalando la planilla– Azul está aprobada con 7 camas en Catamarca. Nosotros tenemos 90 y dice ‘deficitario’”. En la puerta, los “AMI” se citaron para preparar la impugnación, aún sabiendo que ella no va a interrumpir el proceso adjudicatorio “Si no camina, vamos a querellar”, aseguraron.

 

El que parte y reparte se queda con la mejor parte

Los dueños de la pelota

De las cinco postulantes, dos eran consideradas como una fija en el mundillo de empleados y empresarios de salud “pamidependientes” fue Siglo XXI, conformada en su núcleo básico por los prestadores tradicionales de la obra social de jubilados a través de la diversas gestiones (sanatorios Antártida, Metropolitano –ambos en frecuente estado crítico–, Greyton, San Patricio, Del Valle; los hospitales municipales; Néstor Jaimovich, importante empresario de salud cordobés y gran amigo de Víctor Alderete, Guillermo Willis, como representante de la red correntina de salud y también amigo del mandamás de PAMI. En el conurbano, Siglo XXI recibía el apoyo de la red de Médicis, la más grande de los primeros cordones bonaerenses y considerada próxima al gastronómico Luis Barrionuevo.
La otra segura triunfadora era Argentina Salud, cuyo pilar esencial es CONFECLISA (Confederación de Clínicas y Sanatorios de la República Argentina), comandada históricamente por el técnico radiólogo Norberto Larroca, un estrecho colaborador de la omnipotente administración de Matilde Menéndez. La estrella de Larroca no se apagó con las desventuras de la sanitarista sino que, por el contrario, volvió a brillar con intensidad junto a sus sucesivos reemplazantes y en especial con Víctor Alderete. No obstante su poderío, también Argentina Salud tuvo que resolver la cobertura médica en provincia de Buenos Aires con la ayuda de Médicis, que compromete así el ciento por ciento de capacidad prestacional: un cincuenta por ciento adscripta a SIGLO XXI y el otro cincuenta comprometido con Argentina Salud.

Terceros en discordia

Fuera de programa hizo su presentación Plan Azul, a la que, en general se le otorgaban escasas chances dado que su motor, el prestador rosarino Roberto Villavicencio, mantiene una ríspida relación con Víctor Alderete. El grupo lo completaban el Hospital Privado de Córdoba, el Hospital Privado de Mar del Plata –cuya dirección se encuentra inscripta en el menemismo– y Benito Roggio, aporte éste por demás sorprendente ya que, más allá de su peso económico, no se le conocen antecedentes en el negocio de la salud. Pero el capital se diversifica y todos suponen que el rol de Roggio, aparte de financiar el proyecto, sería el de gerenciar la actividad de Azul.
Un cuarto nucleamiento se echó a la arena de la privatización: AMI (Administradora Médica Integral) S.A., constituida sobre la base de la prepaga Medicard, propietarios de clínicas bonaerenses, ex gerentes de PAMI y el rector de la Universidad de Buenos Aires Oscar Schuberoff por los hospitales Roffo, Lanari y Clínicas.
El quinto, VIDA Salud, de acuerdo a la opinión del resto de los adquirentes de los pliegos, era un aspirante formal, destinado a la descalificación y limitado al rol de “acompañante” de las dos candidatas firmes para que el proceso licitatorio no se pareciera sospechosamente a una contratación directa. Su eje era la consultora contable KIAN, asesora de PAMI respecto de las demandas de prestadores por deudas impagas y organizada por el ex gerente general del instituto, Jorge Adaro.

 


 

Un soldado de Menem a prueba de cargadas

Fracasó como empresario de la salud, pero a cambio consiguió un lugar en el corazón del Presidente y otro en el Presupuesto.

Cuando el Presidente pidió a “Alderete” para el PAMI lo nombraron a Carlos en su lugar.
Esperó e igual llegó. Ahora agradece al cielo “habernos concedido la conducción de Menem”.

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Por S. V.

t.gif (862 bytes) En realidad, dicen, el huracán “Víctor” debió haber llegado mucho antes a la obra social de los jubilados –la más grande, dicen también, de América latina–, porque cuando cayó Matilde Menéndez, arrastrada por cotidianas denuncias de corrupción, el Presidente pensó en el relevo y dictaminó: “Alderete”. Sus allegados y secretarios se apresuraron a convocar a Olivos a Carlos, el dirigente lucifuercista, advirtiéndole que “el presi” quería proponerle el manejo de PAMI, es decir, de la salud de 4 millones de almas y 2300 millones de pesos. Una vez sentado Carlos Alderete frente a Carlos Menem, fue imposible enmendar el error y aclarar que el “Alderete” pedido por el jefe era otro: Víctor. Hay quienes sostienen que la confusión fue menos inocente de lo que se cuenta y se trató de una maniobra para evitar que el puesto de director de directores quedara en manos de un hombre procedente de las prepagas y visto por muchos como “un mono con Gillette”. Lo cierto es que el error, o el ardid, si se prefiere, sólo difirió la decisión. Tarde pero seguro, Víctor ocupó el lugar que fueron dejando vacante Matilde, Alderete Carlos, Antonio Maldonado, Alberto Abad y Alejandro Bramer Markovic.
Menem suele definirse como una persona de éxito, tanto que el triunfo desborda su persona e impregna las empresas que acomete. No fue ése el proceso de PAMI, por el que pasaron siete presidentes, incluyendo a Miguel Nazur. Es que en ese pequeño estado (12 mil trabajadores, presupuesto codiciado, principal empleador de clínicas y sanatorios, fijador de precios en el mercado de salud) había muchos caciques controladores de feudos y cada administración aumentó su número o profundizó la influencia de unos, durante una etapa, de otros en las siguientes. Siempre se supo: “odontología es caja de tal”; “psiquiatría es de cual”; “óptica la maneja fulano”; “diálisis es de un amigo de mengano”. Incluso un informe del Banco Mundial remarcó la tupacamarización del Instituto, pero sus recomendaciones no terminaron con el fenómeno: era más fuerte que el crédito internacional.
Víctor Alderete tampoco había cosechado logros en su carrera de hombre de negocios, pese a que por su origen ucedeísta –línea Adelina de Viola-, la empresa es su credo y su ideología: propietario de la prepaga Diagnos, debió venderla a causa de sus dificultades económicas, lo mismo que con la Clínica Finocchietto. No obstante, el negocio de la salud lo había vinculado a las obras sociales, igual que a Hernán Bunge, hermano de Wenceslao, con quien formó en 1982 la sociedad SMC, una exportadora de amplio registro, desde frutos del país hasta metalurgia, en la que también participaban los generales Guillermo Suárez Mason y Ramón Camps (es obvio que las iniciales de sus apellidos coincidían con el nombre de la firma). En 1995 Alderete Víctor fue designado interventor en el Instituto de Servicios Sociales Bancarios (ISSB), su amistad con el dirigente Juan José Zanola le facilitaba la tarea y podía exhibir como antecedente la confianza que otra ucedeísta, María Julia Alsogaray, había depositado en él para intervenir la obra social de ENTEL. El ISSB era una “torta” de 250 millones y bien podía absorber ciertos caprichos de su interventor y prestador, como la contratación de un catering que elevaba en 800 mil pesos el presupuesto de la obra social o el acta de defunción del tomógrafo que obligó a los bancarios a scannearse en el Hospital Naval, donde la prestación la brindaba Antonio Mancini, médico personal de Eduardo Bauzá y cuñado del actual embajador en la Santa Sede, Esteban Casselli.
A causa de la política o de su veta artística como autor de boleros (tiene un CD que sintetiza música y medicina con el título “Sangrando el corazón”), los negocios se desquiciaron, sufrieron inhabilitaciones, juicios ejecutivos, pedidos de quiebra. PAMI fue su mayor desafío. Se cuenta que este fundamentalista del menemismo se había prometido ganar la voluntad del Presidente y para ello aprendió a jugar al golf. Ni siquiera se molesta con las bromas pesadas con que suele obsequiarlo: “Me ha dichoque no levante los brazos porque va a parecer que estoy pidiendo upa”, repite, y vocifera: “Que Dios nos bendiga a todos como lo hizo cuando lo eligió para conducirnos”. Tan sobreactuado resultó aquel tributo de setiembre de 1997 en el Hipódromo de Palermo, que muchos funcionarios optaron por no subir al estrado y, juran, el secretario de Medios, Raúl Delgado, le ordenó: “Usted se me esconde hasta el 26 de octubre”. En el entorno explican que al Presidente le cae simpático. No es para menos. Carlos Menem está seguro de que, por descabellada que sea su orden, este personaje de un metro y medio de estatura y abundantes tics, su soldado, hará “saludo uno, saludo dos”.

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