LA CRISIS COMO CRIMEN
ECONOMICO, SEGUN SALAMA
No hubo accidente ni error
Por Eduardo Febbro desde Davos
La ensayista francesa
Viviane Forestier se hizo famosa con su libro El horror económico. A su vez, Pierre
Salama, antiliberal por esencia, profesor de economía en París, autor de varios libros y
especialista en las economías en desarrollo, recurre a un término mucho más potente
para calificar las políticas que se llevan a cabo en la Argentina y Brasil. Salama habla
de crimen económico y de la completa impunidad de quienes asumen el
pensamiento de Davos y después se lavan las culpas en el agua de lo social. En esta
entrevista con Página/12, Salama desmenuza ese pensamiento de Davos y pone en tela de
juicio la nueva tendencia de este paraíso de esquiadores: la culpa
globalizada.
La globalización, junto con la liberalización de los intercambios y los
movimientos de capitales que acarrea, deja muy poco margen de acción -afirma Salama. Los
países con economías emergentes tienen una gran responsabilidad en el crimen económico
porque no hacen sino aumentar la inestabilidad, la fragilidad y las desigualdades con sus
políticas. No es imposible controlar la liberalización económica, pero los que en Davos
defendieron y defienden el liberalismo sin medida, lo único que van a hacer es quitarse
de encima sus responsabilidades pasadas haciendo ahora una defensa de la dimensión
social. Ha llegado la hora de sacar las cuentas y los liberales lo van a hacer, con el
mismo método con el que excluyen a todo aquel que no comparta sus principios:
dogmáticamente, recurriendo a un pensamiento basado en una pseudo ciencia económica.
La expresión crimen económico completa el horror económico de la
autora francesa. Es de alguna manera su segunda fase. Usted preconizó una estructura
parecida a un tribunal.
No, no es eso. Si hablo del crimen económico es porque se trata de un crimen
impune. No sé si se puede hablar de juicio, con un tribunal y todo lo que implica. Creo
que se hace necesaria la creación de una suerte de consejo independiente del FMI y de los
gobiernos, cuya misión consistiría en marcar los objetivos sociales, los niveles
mínimos de pobreza, las tasas de empleo y el acceso a la salud. Me parece que así se
podría fijar un marco en el que verificar los objetivos y los resultados obtenidos. Así
sabríamos mejor si los problemas están ligados a las dificultades que no permiten un
control total, si se trata de accidentes o, por el contrario, son la consecuencia de una
lógica económica única. En ese caso tal vez las consecuencias sociales no queden sin
castigar. Los pueblos deben juzgar a los responsables de esas políticas.
Para usted la crisis brasileña no es un accidente o un error de cálculo sino parte
del mismo crimen económico.
Absolutamente. Cardoso no hizo más que amplificar la lógica financiera que se
instauró después de la crisis de 1996. Su costo social había sido elevadísimo y
siguió aumentando. Era obvio que al incrementar esa política, al servirse de los
capitales extranjeros para bajar el déficit, lo único que se iba a conseguir es hacerles
pagar a los pobres la desconfianza de los mismos mercados financieros. Precisamente, la
paradoja está en que la desconfianza nace con esos déficits presupuestarios que antes
estaban ocultos por los capitales extranjeros. La crisis se ha desatado ahora con más
vigor y sus consecuencias son también previsibles: pobreza, desempleo, desigualdades
inimaginables. No, la crisis de Brasil no tiene su raíz en un simple error de
diagnóstico. Cuando se produjo la tormenta en Asia, en 1997, nadie ignoraba que las
medidas que se tomasen en Brasil acarrearían más especulación, más penuria social. Son
las consecuencias de la liberalización sin freno de la economía. Por eso es un crimen
económico. |