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SUBRAYADO

La OTAN ante un nuevo rol

Por Claudio Uriarte

El serbio Slobodan Milosevic no quiere dejar de reprimir y los albaneses étnicos representados por el Ejército de Liberación de Kosovo no aceptarán menos que la independencia plena o la integración con Albania. Desde este juego de posiciones emblocadas es que surge la amenaza del uso de la fuerza por la OTAN si las dos partes no se sientan a negociar el 6 de febrero próximo. Pero esa negociación --en el caso de que se llegue a ella-- solamente será un intento de ambas partes por ganar tiempo ante respectivos enemigos de fuerzas superiores: Milosevic ante la Alianza Atlántica, los kosovares ante Milosevic. A la larga, y dado el nivel al que ha escalado al conflicto, la intervención de tropas terrestres europeo-norteamericanas en la explosiva provincia serbia es poco menos que inevitable.

Este desenlace se parece bastante al que anestesió la guerra en Bosnia, también espoleada por el expansionismo serbio. En esa ocasión, una fuerza de 20.000 soldados occidentales entró en 1995 en calidad de fuerza de interposición para regentear una paz arrancada a punta de pistola. Pero las diferencias son más importantes que las semejanzas entre Bosnia y Kosovo. Una de esas diferencias es que en Bosnia Estados Unidos recién operó después de que Croacia recompuso su ejército e hizo retroceder a los serbios de Bosnia sobre el terreno: el acuerdo de paz de Dayton se firmó cuando Radovan Karadzic, el subordinado bosnio de Milosevic, ya había sido duramente golpeado, mientras que en el caso de Kosovo la maquinaria bélica serbia carece de un contrapeso regional importante y además tiene al menos las simpatías de Rusia. La segunda diferencia es que en Bosnia la carga principal de la fuerza de interposición fue llevada por Estados Unidos, que en este caso prefiere aportar sólo entre 2000 y 5000 soldados de los nuevos 20.000 y pico a ser movilizados; el grueso de las tropas sería provisto esta vez por Francia y Gran Bretaña, con lo que aumenta el grado de incertidumbre sobre la unidad y solidez política de su compromiso.

Detrás de estos nuevos desafíos, lo que está surgiendo es el perfil de la OTAN en los próximos años. Inicialmente creada para contener a la ex Unión Soviética, la Alianza cumple de algún modo parte de su antigua misión al reprimir a Serbia, aliado natural de Rusia, pero al mismo tiempo, el carácter local del foco de conflicto hace declinar el protagonismo de Estados Unidos. Kosovo es el banco de pruebas de una nueva distribución de las responsabilidades de defensa a ambos lados del Atlántico.

 

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