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Comandante SuperChávez es el piloto de tormenta

El ex golpista Hugo Chávez asume hoy como presidente de Venezuela, al frente de una coalición inestable y un país en crisis económica agravada por la caída del precio del petróleo.

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El País 
de Madrid

Por Juan Jesús Aznarez
Desde Caracas

t.gif (862 bytes)  Años después de su golpe de Estado, el nuevo presidente está amenazado por las pugnas en la coalición que lo condujo al triunfo electoral, sin contar los problemas que le deja como legado el presidente saliente, Rafael Caldera. Este no pudo contener el llanto en su despedida al Congreso. Allí pidió perdón por los errores de su gestión, aunque destacó que nadie hubiera podido acometer el gobierno del país en las circunstancias que le tocó afrontar con tanto esfuerzo y con tan recta intención como él mismo. “Entrego”, concluyó, “un país en marcha, en democracia pese a las maniobras para destruirla”.
“En marcha hacia el infierno de Dante Alighieri”, devolvió tajantemente el ex teniente coronel golpista Hugo Chávez, que hoy asume su puesto como nuevo jefe de gobierno. Chávez asalta hoy pacíficamente el palacio de gobierno venezolano de Miraflores, adonde introduce, en funciones importantes, a varios oficiales que lo secundaron en el cruento cuartelazo que protagonizó en 1992. Su programa es manifiestamente radical en lo político al pretender alterar desde sus fundamentos a los poderes del Estado. Sus postulados económicos permanecen inciertos, pero confirmó en su puesto a la ministra de Hacienda del saliente Caldera para demostrar que sus intenciones generales no son ni golpistas ni comunistoides.
Hugo Chávez Frías, de 44 años, abre su mandato glorificando su alzamiento del 4 de febrero de hace seis años contra el presidente Carlos Andrés Pérez. A este Chávez llamó corrupto, inepto y represor, y lo definió como el exponente y heredero del tipo de gobierno que le había antecedido en las últimas cuatro décadas. Estos fueron los gobiernos de la alternancia partidista y de los desmanes de los dos grandes partidos tradicionales: Acción Democrática (AD), socialdemócrata, todavía con vida, y el Copei, democristiano, agonizante.
La magnificación del levantamiento del ex teniente coronel viene dada en un cambio de fecha del desfile militar que escolta los relevos presidenciales. No se efectuará hoy sino el jueves, que ahora pasará a ser la fecha aniversario de la sublevación que fue aplaudida por el venezolano empobrecido y que entronizó la catarsis en ciernes, que finalmente se precipitó en el triunfo “chavista” con el 56 por ciento de los votos el seis de diciembre. “Se busca transformar a la fuerza armada, no en el garante de la Constitución, sino en el brazo ejecutor de quien se considera ungido”, protesta el analista Manuel Caballero. Chávez anunciará hoy en su investidura los fundamentos de su programa económico, al cual aplicará a una nación ávida de progreso y de justicia social.
Por ahora, la mayor preocupación de Chávez proviene de las pugnas registradas en la variopinta coalición que le condujo al triunfo, el Polo Patriótico, y no en la debilitada oposición del AD, Copei, y del Proyecto Venezuela de Enrique Salas Romer. Este último –ex gobernador de Carabobo y candidato conservador independiente a la presidencia– fue barrido por el caudillo del Orinoco en los comicios del seis.
Aunque el actual rostro amable del comandante, sus convocatorias a la inversión nacional y extranjera, y las declaraciones que atemperaron la violencia de su campaña electoral son inevitables, por los números y la debilidad financiera, están siendo escrutadas aviesamente por los elementos extremistas del Polo Patriótico, que puede transmutarse en un frente desaforado si concluye que el comandante ha sido absorbido, y seducido, por las fuerzas reaccionarias de siempre.
El MAS (Movimiento al Socialismo), una de las fuerzas del “Polo”, por causas más complejas y ambiciones no atendidas, sufre ya una divisiónentre quienes permanecen fieles al paracaidista de la boina roja que promete el oro y el moro, y quienes se unieron en la corriente Izquierda Democrática, que marca distancias sin soltar amarras de la coalición.
Hay obstáculos, sin embargo, más importantes y complicados: la caída de los precios del petróleo –que en Venezuela genera una pérdida de casi diez millones de dólares anuales–, el encarecimiento del crédito internacional y la cuantiosa deuda externa –en la cercanía de los 30.000 millones de dólares–. Estos factores pueden interferir seriamente con las intenciones reformadoras, el prometido saneamiento de la salud, la educación, la vivienda y el combate contra la delincuencia.
Aunque en su tiempo Caldera aplaudió el golpe de Chávez al entender sus razones, y ganó la presidencia con los votos de quienes hubieran preferido dárselos al rebelde encarcelado tras su fallida intentona, ahora Caldera escucha y lee terribles cargos en su contra desde los partidarios del ex golpista. Carlos Raúl Hernández, del diario El Universal, no tiene clemencia: “Deja destruido al Estado, al nivel de vida, a la clase media -junto con el empresariado–, la educación, y casi la banca. Y esto lo hizo con el aplauso de sus acólitos, que hoy se acomodan a nuevas depredaciones”.

 

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