El País
de Madrid
Por Juan Jesús Aznarez
Desde Caracas
Años
después de su golpe de Estado, el nuevo presidente está amenazado por las pugnas en la
coalición que lo condujo al triunfo electoral, sin contar los problemas que le deja como
legado el presidente saliente, Rafael Caldera. Este no pudo contener el llanto en su
despedida al Congreso. Allí pidió perdón por los errores de su gestión, aunque
destacó que nadie hubiera podido acometer el gobierno del país en las circunstancias que
le tocó afrontar con tanto esfuerzo y con tan recta intención como él mismo.
Entrego, concluyó, un país en marcha, en democracia pese a las
maniobras para destruirla.
En marcha hacia el infierno de Dante Alighieri, devolvió tajantemente el ex
teniente coronel golpista Hugo Chávez, que hoy asume su puesto como nuevo jefe de
gobierno. Chávez asalta hoy pacíficamente el palacio de gobierno venezolano de
Miraflores, adonde introduce, en funciones importantes, a varios oficiales que lo
secundaron en el cruento cuartelazo que protagonizó en 1992. Su programa es
manifiestamente radical en lo político al pretender alterar desde sus fundamentos a los
poderes del Estado. Sus postulados económicos permanecen inciertos, pero confirmó en su
puesto a la ministra de Hacienda del saliente Caldera para demostrar que sus intenciones
generales no son ni golpistas ni comunistoides.
Hugo Chávez Frías, de 44 años, abre su mandato glorificando su alzamiento del 4 de
febrero de hace seis años contra el presidente Carlos Andrés Pérez. A este Chávez
llamó corrupto, inepto y represor, y lo definió como el exponente y heredero del tipo de
gobierno que le había antecedido en las últimas cuatro décadas. Estos fueron los
gobiernos de la alternancia partidista y de los desmanes de los dos grandes partidos
tradicionales: Acción Democrática (AD), socialdemócrata, todavía con vida, y el Copei,
democristiano, agonizante.
La magnificación del levantamiento del ex teniente coronel viene dada en un cambio de
fecha del desfile militar que escolta los relevos presidenciales. No se efectuará hoy
sino el jueves, que ahora pasará a ser la fecha aniversario de la sublevación que fue
aplaudida por el venezolano empobrecido y que entronizó la catarsis en ciernes, que
finalmente se precipitó en el triunfo chavista con el 56 por ciento de los
votos el seis de diciembre. Se busca transformar a la fuerza armada, no en el
garante de la Constitución, sino en el brazo ejecutor de quien se considera ungido,
protesta el analista Manuel Caballero. Chávez anunciará hoy en su investidura los
fundamentos de su programa económico, al cual aplicará a una nación ávida de progreso
y de justicia social.
Por ahora, la mayor preocupación de Chávez proviene de las pugnas registradas en la
variopinta coalición que le condujo al triunfo, el Polo Patriótico, y no en la
debilitada oposición del AD, Copei, y del Proyecto Venezuela de Enrique Salas Romer. Este
último ex gobernador de Carabobo y candidato conservador independiente a la
presidencia fue barrido por el caudillo del Orinoco en los comicios del seis.
Aunque el actual rostro amable del comandante, sus convocatorias a la inversión nacional
y extranjera, y las declaraciones que atemperaron la violencia de su campaña electoral
son inevitables, por los números y la debilidad financiera, están siendo escrutadas
aviesamente por los elementos extremistas del Polo Patriótico, que puede transmutarse en
un frente desaforado si concluye que el comandante ha sido absorbido, y seducido, por las
fuerzas reaccionarias de siempre.
El MAS (Movimiento al Socialismo), una de las fuerzas del Polo, por causas
más complejas y ambiciones no atendidas, sufre ya una divisiónentre quienes permanecen
fieles al paracaidista de la boina roja que promete el oro y el moro, y quienes se unieron
en la corriente Izquierda Democrática, que marca distancias sin soltar amarras de la
coalición.
Hay obstáculos, sin embargo, más importantes y complicados: la caída de los precios del
petróleo que en Venezuela genera una pérdida de casi diez millones de dólares
anuales, el encarecimiento del crédito internacional y la cuantiosa deuda externa
en la cercanía de los 30.000 millones de dólares. Estos factores pueden
interferir seriamente con las intenciones reformadoras, el prometido saneamiento de la
salud, la educación, la vivienda y el combate contra la delincuencia.
Aunque en su tiempo Caldera aplaudió el golpe de Chávez al entender sus razones, y ganó
la presidencia con los votos de quienes hubieran preferido dárselos al rebelde
encarcelado tras su fallida intentona, ahora Caldera escucha y lee terribles cargos en su
contra desde los partidarios del ex golpista. Carlos Raúl Hernández, del diario El
Universal, no tiene clemencia: Deja destruido al Estado, al nivel de vida, a la
clase media -junto con el empresariado, la educación, y casi la banca. Y esto lo
hizo con el aplauso de sus acólitos, que hoy se acomodan a nuevas depredaciones.
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