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Soledad clausuró Cosquín, con su estilo huracanado

La joven se convirtió en previsible broche de oro del Festival, actuando ante una multitud. Facundo Toro y Roxana Carabajal resultaron las revelaciones de la edición.

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Por Fernando D’Addario
Desde Cosquín


t.gif (862 bytes)  El nuevo camino del folklore argentino sigue su marcha en forma inexorable y triunfal: Soledad cerró el domingo la 39ª edición del Festival de Cosquín ante 18 mil personas que llenaron la plaza Próspero Molina y unas 35 mil más que poblaron las calles aledañas, la entrada de la iglesia y los balcones vecinos, en una suerte de toma pacífica de la ciudad que se evaporó en las primeras horas de ayer. Sin tanta euforia, pero también enmarcada dentro del aluvión del denominado “folklore joven”, en la última jornada se entregaron los premios Consagración, que distinguieron esta vez a Facundo Toro y Roxana Carabajal.
Cosquín, un lugar propicio para los chismes y las premoniciones de éxitos y fracasos, suele alimentar todos los años el sueño de unos pocos, especialmente dentro del ambiente: “Este año Soledad se cae”. Y siguen las especulaciones: “La gente ya se saturó”, o “Sus fans le van a dar la espalda porque va a dejar el folklore”. Sin embargo, la realidad se encarga una y otra vez de enterrar las suposiciones que no tienen en cuenta la devoción incondicional (y en algún punto inexplicable) que provoca la adolescente de Arequito. Hace años que su público viene viendo lo mismo, más allá de cierto maquillaje candombero o tanguero que imprimió en el último disco A mi gente, y no parece estar cansada ni del ahora patentado revoleo de poncho ni del bombardeo mediático al que es sometida. Es casi un sentimiento religioso y, como tal, está exento de consideraciones críticas. Se va en peregrinación ritual al santuario eventual de la Sole y punto.
Los premios a Facundo Toro y Roxana Carabajal admiten dos lecturas. Así como el año pasado se distinguió a una promesa joven (Amboé) y a un tradicionalista a ultranza (el Chaqueño Palavecino), este año la Comisión Nacional de Folklore se recostó en una decisión salomónica y poco comprometida, pero con un criterio muy claro. Son los jóvenes quienes merecen consagrarse. Eligieron entonces a un genuino exponente del folklore marketinero y a una chica que es una seria promesa de artista interesante. Ambos premios fueron justos e injustos en algún punto. La adhesión del público que obtuvo el hijo de Daniel Toro en la plaza es incuestionable. La gente lo consagró. Con este parámetro, la distinción a Roxana no es tan entendible. Tuvo una actuación corta (cantó sólo tres temas) y convincente, pero la gente, que la aplaudió aunque sin desbordes de euforia, todavía la identifica como parte del grupo de Peteco Carabajal. Ambos, Toro y Carabajal, están respaldados por dos sellos multinacionales (Polygram/Universal y BMG).
Hubo otras distinciones que no fueron objeto de polémicas: la cordobesa María Soledad Gamboa (que salió del Pre-Cosquín) obtuvo el premio Revelación, en tanto el grupo Voces de Provincia fue Revelación de Peñas y la solista Belén se quedó con el de Revelación de los Espectáculos Callejeros.

 

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