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La invasión de productos de Brasil
comenzó por los chocolates

La UIA le presentó un informe al secretario de Industria que revela la avalancha brasileña. Además de dulces, textiles, calzados, gráfica y materiales eléctricos integran la avanzada. Alieto Guadagni les prometió medidas para frenar el aumento de las importaciones.

José Ignacio de Mendiguren, dirigente de la UIA. “El Mercosur que fue ya no existe”, afirmó.

Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes) Respaldados en el importante aumento de las importaciones desde Brasil que está registrado en el sistema de control aduanero María, la Unión Industrial Argentina redobló su presión sobre el Gobierno para que tome medidas proteccionistas, aun a costa de sacrificar el Mercosur. “Ellos (por los administradores brasileños) no desmantelaron los subsidios a la exportación y tomaron muchas decisiones unilaterales para proteger a sus empresas”, remarcan.
Los dirigentes de la UIA aseguran que encontraron a Alieto Guadagni mucho más sensible a sus advertencias sobre el caos que amenaza a la producción argentina. Pero, al menos por ahora, el secretario de Industria no parece dispuesto a tomar determinaciones sin consensuarlas con el gobierno de Fernando Cardoso.
Durante un encuentro que en el mediodía de ayer tuvieron los principales referentes de la UIA con Guadagni y su equipo, habría surgido a la luz que en el transcurso de enero las compras de productos brasileños se duplicaron. Los industriales también se encargaron de detallar cuánto crecieron las importaciones por sector, comparando enero pasado con el de 1998: 700 por ciento los chocolates, 400 por ciento los productos de gráfica; 280 los siderúrgicos; 270 los tejidos de algodón; 200 por ciento los calzados y 180 el material eléctrico.
En realidad, estos datos prueban que la agresividad vendedora de Brasil es previa a la reciente devaluación del real. Guadagni ayer trató de tranquilizar los ánimos patronales, con el argumento de que el gran desorden interno difícilmente les permita a las empresas brasileñas ocuparse de conquistar mercados en el exterior. Pero los empresarios replicaron con otra advertencia: la capacidad productiva de muchos competidores de Brasil es diez veces la local, y muchos tienen un stock acumulado que necesitan desesperadamente colocar.
La otra cara del problema que aflige a la Unión es que las exportaciones argentinas comenzaron a frenarse. Uno de los casos paradigmáticos que cita el directivo de UIA José Mendiguren es el de Papel Misionero: se acaba de frustrar una venta de 400 toneladas de pulpa de papel porque la empresa no accedió al descuento del 30 por ciento en el precio que le exigía su comprador brasileño.
“El Gobierno no puede estar paralizado por la defensa del Mercosur. El Mercosur que fue ya no existe. Además, el único avance que se obtuvo fue una rebaja arancelaria, que a nosotros nos sirvió mientras Brasil compraba porque su economía se expandía”, comentaba ayer Mendiguren a Página/12. “Si no se encuentra una solución dentro del Mercosur, hay que buscarla fuera de él. ¿De qué vale defenderlo si arruinamos nuestras empresas”, sentenció el vicepresidente de la entidad, Osvaldo Rial.
Los empresarios apuntaron a un problema que tanto Economía como Cancillería tienen bien presente: Brasil subsidia a sus exportaciones y protege a su industria con medidas muchas veces inconsultas. Sin embargo, la estrategia oficial sigue basándose en defender la alianza con Brasil y por ello descarta la aplicación o suba de aranceles, medida extrema que anhelan los empresarios.
La Secretaría de Industria ya envió para su publicación en el Boletín Oficial la resolución que instrumenta el régimen de licencias para importar, mecanismo que en tres semanas permitirá monitorear las importaciones. También estudia propiciar acuerdos de restricción temporaria de exportaciones, por los cuales los vendedores de Brasil deberían aceptar un techo para sus operaciones con Argentina.
Eso equivale a imponer un cupo sobre las importaciones, pero con la anuencia del país vecino. La idea simpatiza a los hombres de la UIA que ya comenzaron a analizarla informalmente con sus pares brasileños de la Confederación Nacional de Industria.

 

La duda es la deuda

La Confederación Nacional de Industrias del Brasil sostiene que los cambios en el régimen cambiario de su país ayudarán al crecimiento de la economía del país, siempre y cuando el Estado ponga sus cuentas en orden. Según el reciente informe de conyuntura de esa entidad, la contracara de esa vaticinada resurrección económica es el riesgo de que se desate un proceso inflacionario que neutralice lo que define como “la principal conquista de la sociedad brasileña”: la estabilidad de precios. Pero, en el corto plazo, los industriales confiesan que su mayor preocupación es cómo impactará la devaluación del real en la deuda pública, ya que difícilmente se produzca la reducción de tasas que intenta el Gobierno de Fernando Cardoso. La receta de la CNI es terminante: inmediata renegociación del acuerdo con el FMI y mano dura con los Estados deudores.

 


 

ENTREVISTA AL SECRETARIO DE LA UIA, JOSE DE MENDIGUREN
“Se puede caer el Mercosur”

Por Roberto Navarro

t.gif (862 bytes) La fuerte devaluación del real puso en estado de alerta a los industriales argentinos, que temen encontrarse en poco tiempo con una invasión de productos brasileños. En varias reuniones con el Gobierno solicitaron subas de aranceles, reintegros a las exportaciones y cupos. En esta entrevista con Página/12, José Ignacio de Mendiguren, secretario de la Unión Industrial, señaló que en Economía no escuchan sus propuestas.
–Desde el Gobierno se dice que para tomar medidas hay que esperar a comprobar perjuicios concretos. ¿Ya han detectado alguno?
–Sí, las operaciones son muy rápidas. La concentración de la comercialización en Argentina hace que los productos se distribuyan en pocos días. Está el caso de los pollos que llegan a un peso el kilo y otros perecederos que son traídos, por ejemplo, por Carrefour, que está en los dos países. Hay sectores en Brasil que tenían un exceso de stock, como el textil o el del calzado, que no necesitan esperar que la situación se estabilice para exportar. Con el stock de ellos de un mes alcanza para siete meses de acá.
–¿Y qué está pasando con las ventas argentinas a Brasil?
–Están frenadas. Además Brasil sigue con sus mañas. Acindar denunció hoy que le están exigiendo autorización previa para vender cables de acero. Sin que medie ninguna resolución, lo aplican directamente. Y, se sabe, que el pedido de autorización luego recibe un no como respuesta.
–¿Pueden buscar otros mercados?
–En general, no. Por eso la crisis brasileña sirve para poner de manifiesto la falta de competitividad de la economía argentina. A Brasil le pudimos vender durante estos años porque estaba creciendo, porque tenía el real sobrevaluado y porque está al lado. El único sector que hizo el ajuste fue el industrial que tuvo que competir. Ni el sector público ni el financiero aportaron nada. Ningún país del mundo puede competir con la tasa de interés que se paga acá. Y ningún país del mundo puede desarrollarse sin política industrial.
–¿Qué expectativas tienen de que Economía acepte algunas de sus sugerencias?
–Roque Fernández nos aseguró que no va a permitir que se dañe a la industria. Pero lo mismo nos dijo con la crisis asiática. Este equipo económico tiene un criterio de caja que no le permite entender la economía real. Piensan que cualquier medida proteccionista, aunque sea coyuntural, alejará a los inversores. Pero es al revés, porque cuando un país tiene problemas de vulnerabilidad y no hace nada, termina teniendo inconvenientes para pagar sus deudas.
–¿Qué esperan que ocurra si la crisis brasileña se dilata y no se toman medidas?
–Si no se actúa de inmediato para mejorar la competitividad del país, va a terminar cayéndose la convertibilidad. En un momento de caída estrepitosa de los precios de los commodities, devaluaciones competitivas por todos lados y restricción del crédito, no queda otra que ser más competitivos.
–¿Podría romperse el Mercosur?
–En dos o tres meses sabremos si sigue o no. Lamentablemente, hoy nos damos cuenta de que el Mercosur sólo fue un gran incremento del intercambio, relacionado con el crecimiento de ambas economías. No creamos mercado, lo sustituimos. No armonizamos políticas macroeconómicas ni construimos instituciones que laudaran en momentos de problemas. Brasil nunca cumplió con su obligación de desmantelar los subsidios a las exportaciones y a las inversiones. Por el contrario, sumó obstáculos como las restricciones financieras y las licencias previas.
–Desde el Gobierno se dice que son las medidas que piden los industriales las que podrían poner en peligro la sociedad con Brasil.
–Para entender qué haría Brasil si tomáramos medidas para defendernos, hay que comprender por qué están ellos en el Mercosur. Para Brasil es la oportunidad de plantarse frente a Estados Unidos y el resto del mundo como la cabeza de un bloque importante. Es más una estrategia política que el interés por venderle o comprarle productos al mercado argentino. Ellos no van a salvarse con lo que nos vendan a nosotros. Por eso no romperían el vínculo por alguna medida coyuntural que Argentina pueda tomar. Lo que no sirve es ir a preguntarles a ellos qué debemos hacer. Hay que tomar las medidas ya, y después explicarlas.
–¿Piensan que si gana la Alianza en octubre van a ser más escuchados?
–Entre los industriales hay coincidencia en que el primer gobierno de Carlos Menem hizo lo que había que hacer y por eso lo votamos en 1995. Pero la política económica del segundo período estuvo signada por un fundamentalismo ideológico que no sólo es letal para el aparato productivo del país, sino que, además, no concuerda con lo que está pasando en el mundo. En ese sentido creo que la Alianza está más en línea con la realidad internacional.


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