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 El agua se
filtró definitivamente en la campaña electoral. Mientras desde el cielo se descargó un
hostigamiento sobre Fernando de la Rúa y la ciudad se inundó una y otra vez, desde el
gobierno nacional se aprovecha la seguidilla de tormentas para pegarle al candidato de la
Alianza. Encargado, justamente, de evitar que la ciudad se parezca cada vez más a
Venecia. Ayer, Carlos Corach, incluso se inspiró en Página/12 para avanzar en su
campaña. Demostrando ser un atento y memorioso lector de este diario, recordó que alguna
vez desde la tapa de “uno de los principales diarios de este país” se
caracterizó a Saúl Bouer (un intendente del PJ cuya gestión se desgastó por más de
una inundación) como “Aquaman”. Y sentenció que la ciudad tiene un nuevo
“Aquaman”. Que además es candidato presidencial. El alto nivel del debate
terminó por quedar en evidencia con la respuesta desde el gobierno porteño: “Que el
ministro deje de hacerse el vivo”, contestó el vicejefe, Enrique Olivera.Lejos de la disputa verbal entre Corach y Olivera, la Federación de Comercio de la ciudad de Buenos Aires anunció ayer que aconsejará y asesorará a los comercios afectados por la última inundación “para que reclamen indemnizaciones por los daños sufridos” al gobierno porteño. Corach y Olivera, en tanto, se concentraron en el duelo que los tiene como protagonistas hace varios días. Como réplica a las declaraciones de Corach, Olivera volvió a recomendarle que consulte a un médico por su “falta de memoria”, ya que el ministro asegura no recordar problemas por inundaciones en años anteriores a la gestión radical. Corach contestó que iría al médico siempre y cuando el vicejefe de Gobierno porteño pague la visita, a lo cual Olivera le recordó que “puede tener atención gratuita a través de los médicos de cabecera” de la ciudad: uno de los caballitos de batalla de De la Rúa en la ciudad. “Nosotros lo hemos dicho claramente: es necesaria una decisión que lleve a la limpieza de todas las bocas de tormentas como medida elemental -insistió el ministro en su habitual diálogo matutino con los movileros de las radios–. Ustedes pueden observar todas las bocas de tormenta, la mayor parte están obstruidas. Llueve un poquito y ya se inundan las calles hasta el nivel de las veredas. –Lo mismo ocurría en la gestión de (Jorge) Domínguez y de Bouer -observó uno de los movileros. –No. En la de Domínguez al principio. Pero fíjese usted qué curioso, cuando una inundación de este tipo afectó la gestión de Bouer en alguno de los principales periódicos del país apareció Bouer con patas de rana y abajo decía Aquaman, y ahora Aquaman está en Davos y no pasa nada –señaló Corach. A esta altura de la polémica, Olivera se preocupó por marcar las diferencias entre las inundaciones que afectaron las gestiones justicialistas y las que le tocaron enfrentar al gobierno de De la Rúa. “En primer lugar, ya hay obras realizadas por esta administración. Por ejemplo, se terminaron en La Boca y en Barracas. Y hay otras en marcha, como el entabicamiento del arroyo Maldonado y el aliviador del Vega. Y la segunda diferencia es que ahora la ciudad se normaliza muy rápidamente por todo el sistema de mantenimiento de los sumideros que dan esa posibilidad”. En realidad, la tapa de Página/12 a la que hizo alusión el ministro mostraba –a través de un fotomontaje– al ex intendente Bouer vestido con traje y corbata, sumergido hasta los muslos en el agua, pero sin patas de rana. La nota, publicada el 31 de agosto de 1994, se refería a un informe sobre la situación del sistema hídrico metropolitano elaborado por una consultora privada contratada por el mismo gobierno porteño, que en ese entonces encabezada Bouer. El estudio advertía que la administración justicialista “no ha tomado seriamente en consideración la responsabilidad del mantenimiento del sistema pluvial”. Y aseguraba que si se producía una tormenta importante o una sudestada fuerte, o ambos factoressimultáneamente “la ciudad entra en crisis”. De eso, algo saben los porteños.
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