Pobres habrá siempre Por Leonardo Moledo |
Es verdad que las divagaciones de los darwinistas sociales ya han sido relegadas por la ciencia al museo de los disparates, pero también es cierto que estos neodarwinistas económicos de hoy en día no están muy al tanto del hecho. Tampoco están muy al tanto del significado de la selección natural y la supervivencia del más apto que --en principio-- rige los procesos evolutivos en biología. Ocurre que ser "el más apto" no significa tener más éxito y pasarla mejor, ni tener una vida regalada y placentera, ni ser más lindo/a, ni más rubio/a, ni más gordo/a ni más flaco/a, ni siquiera ser más inteligente (y nótese que soy políticamente correcto). Ser el más apto, en materia de evolución, significa, simplemente, tener mayor capacidad de reproducirse y de transmitir los genes a la descendencia propia. La aptitud no se mide por el bienestar, sino por la capacidad reproductiva y de persistencia genética. Cualquier persona que tenga siete hijos --y no importa su nivel de vida-- en una villa miseria (o en las Lomas de San Isidro, naturalmente) es, por así decirlo, y desde el punto de vista evolutivo, "más apta" que María Julia Alsogaray, que el presidente Menem (para poner el ejemplo de quienes sostuvieron que "pobres habrá siempre"), o que quien escribe estas líneas, que se reprodujo según los patrones de la familia tipo de clase media. Pero además ocurre que en el mundo hay cerca de seis mil millones de habitantes, de los cuales 750 millones están por debajo de la línea de pobreza más absoluta y no pueden acceder a la nutrición básica. Mientras que los mil doscientos millones de habitantes de los países ricos tienen una entrada anual de alrededor de 20 mil dólares, los cuatro mil quinientos millones restantes debe arreglárselas con alrededor de 1000, es decir, menos de cien dólares por mes. Y entre estos últimos, dos mil millones de personas tienen una entrada anual de apenas cuatrocientos dólares (poco más un dólar por día) y deben sobrevivir con eso. Aunque en los últimos años la producción mundial de alimentos creció aún más rápidamente que la población, setecientos cincuenta millones de personas tienen hambre mientras usted lee esta nota, y seguirán teniendo hambre mañana. Estas cifras son espantosas para cualquiera, salvo para los darwinistas sociales, que consideran que se trata de un simple proceso natural, que pobres habrá siempre, que forzosamente tiene que haber perdedores en la lucha por la vida, y que es fatal que los "más aptos" se alcen con la mayor parte de la torta. Ahora bien: ¿quiénes son los "más aptos"? Mientras en las zonas más desarrolladas la tasa de fertilidad total (el número de hijos que tiene una mujer a lo largo de su vida) es baja, casi de reemplazo -- 2,0--, con lo cual la población se estabiliza y en algunos casos retrocede), en los países más pobres es mucho más alta (Africa subsahariana 5,6, India 3,6, promedio en países en desarrollo 3,4). Y aún dentro de las zonas ricas, los sectores más pobres de la población son los que tienen las tasas de fertilidad más altas. Y puesto que los pobres tienen más hijos y se reproducen más rápidamente que los ricos: desde el punto de vista meramente darwinista los "más aptos" no son los ricos, sino los pobres, que crecen numéricamente y que -si nos atenemos al darwinismo-- terminarán sustituyendo a los primeros por simple lógica evolutiva y/o demográfica. A menos que utilizando una lógica distinta, la de la justicia, o la dignidad humana, encuentren la manera de hacerlo antes.
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