Por Cledis Candelaresi
Minutos después de
entregar en mano sus cartas de presentación a Carlos Menem, el flamante embajador
brasileño negó que su país haya asumido el compromiso de desmantelar los subsidios
sobre las exportaciones. En este momento, Brasil no se compromete a nada,
aseguró Sebastiao Do Rego Barros Netto. La sentencia, pronunciada en la puerta de la Casa
Rosada, quita sustento a la apuesta argentina de que la administración de Fernando
Henrique Cardoso haga algo para frenar la tan temida avalancha de productos made in Brazil
y, con ello, intente preservar el Mercosur. Quizás el país vecino no quiera arriesgar
ningún movimiento hasta que el real se estabilice. O tal vez haya decidido sacrificar la
integración. Mientras se devela este misterio, la Cancillería argentina programó una
cruzada para conquistar nuevos mercados, empezando por México. Curiosamente, este destino
podría crispar los nervios brasileños.
Do Rego Barros Netto, ex embajador en Rusia y hasta hace días secretario general de
Itamaraty, es reconocido en su país como un integracionista, firme defensor
del Mercosur. Con este antecedente, sus frases resultan aún más duras. No hay un
compromiso nuestro de no dar subsidios o promoción a las exportaciones. Puede que ello
ocurra o no, relativizó ayer.
Su par argentino en Brasilia, Jorge Herrera Vega, no se mostró sorprendido de que el
gobierno de Cardoso aún no pueda hacer un anuncio sobre el tema. Efectivamente,
todavía no decidió qué hacer, aseguró a Página/12. Pero para el diplomático
Brasil no tiene otro camino que eliminar los estímulos a sus exportadoras que tanto
las aventajan frente a las competidoras de otros países si quiere honrar las
obligaciones políticas asumidas con sus pares del Mercosur.
Después de la visita que Alieto Guadagni hizo a Brasilia hace dos semanas, los gobiernos
de ambos países difundieron un comunicado conjunto donde el de Cardoso esbozaba su
compromiso de revisar los subsidios a los exportadores. Pero el ministro de Industria,
Celso Lafer, adelantó, después, que no harían nada. La normativa del Mercosur impide
otorgar incentivos para operaciones intrabloque, ya que esta área debe tener el
tratamiento de mercado interno. Por esta razón, el Gobierno sigue confiando en que, antes
o después, los subsidios brasileños serán derrumbados.
Indefectiblemente, el tema integrará la agenda del encuentro que Menem y Cardoso prevén
ahora para el 12 de este mes en Campos de Jordao, pequeño centro turístico paulista. Las
expectativas que despierta la reunión son tantas como cambios de fecha tuvo esta esperada
cumbre. Anoche, el Presidente discutió la línea a seguir con su ministro de Economía,
Roque Fernández y el canciller Guido Di Tella a quienes, según los voceros
presidenciales, habría recomendado apoyar y actuar con solidaridad respecto a
Brasil, minimizando los posibles gestos hostiles de ese país.
Que Brasil deje de subsidiar sus exportaciones es la aspiración de mínima del gobierno
argentino, que sigue apostando a la integración. El andamiaje legal del Mercosur limita
mucho las posibilidades de apelar a los caminos sugeridos por los empresarios locales,
preocupados tanto por la competencia de productos brasileños como por las dificultades
para seguir exportando a ese país. Con este corsé, Economía y el Palacio San Martín
tuvieron que descartar, por ejemplo, una suba de aranceles o cupos a la importación.
Por ello, la estrategia oficial se centró en tratar de que sea Brasil el que mueva las
piezas. Según especulaban Guadagni y su equipo, si ese país suprimiera sus programas
destinados a estimular las exportaciones, neutralizaría la competitividad que sus
empresas ganaron con la devaluación del real, y Argentina se daría por satisfecha. Las
esperanzas de conseguir ese desmantelamiento se fundaron, entre otras razones, en el
principio de reciprocidad: nuestro país hace tiempo eliminó los reintegros a las ventas
intrazona que su principal socio del bloque aún mantiene. Siempre sobre aquella pauta,
Industria también acaricia la idea de promover acuerdos de restricción voluntaria de
exportaciones, por los cuales los productores brasileños se avenirían a aceptar que sus
ventas a la Argentina estarían limitadas. Fuera de esto, lo más osado que hizo hasta
ahora el gobierno argentino fue imponer licencias previas para importar, con una
efectividad limitada para frenar la eventual invasión.
A riesgo de perder protagonismo en esta batalla, el secretario de Relaciones Económicas
Internacionales, Jorge Campbell, planificó misiones comerciales mixtas a diversos países
con el afán de abrir nuevos mercados. Los compradores más codiciados son Europa y los
Estados Unidos. Sin embargo, el primer destino abordado por el subsecretario, Marcelo
Avogadro, fue México.
Esa visita podría ser casi una afrenta para Brasil. Cuando hace meses Argentina
consiguió rebajas arancelarias para aceites y productos siderúrgicos gracias a un
acuerdo comercial con la nación azteca, la administración Cardoso acusó a Buenos Aires
de poner en riesgo el Mercosur con un pacto que la acercaba al bloque del Nafta.
CARLOS MELCONIAN, AMIGO DEL HOMBRE DE SOROS EN
EL BANCO CENTRAL DE BRASIL
Los mercados no se casan con nadie
Por Claudio Zlotnik
Carlos Melconian, uno de
los consultores más escuchados en la city, es amigo personal del designado presidente del
Banco Central de Brasil, Arminio Fraga Neto. Hace cuatro meses me había comentado
que dejaba Nueva York (donde dirigía el fondo de inversión Quantum, de George Soros)
para volverse a Brasil. Entendía que su ciclo en Wall Street se había cumplido. Pero por
ese entonces nadie podía suponer que terminaría siendo designado para pilotear la
crisis, relató Melconian a Página/12. Conocedor de las ideas económicas de su
colega brasileño, Melconian cree que para salir de la crisis Brasil mantendrá el actual
sistema cambiario de libre flotación, apostará a una paulatina baja de las tasas de
interés y acelerará el plan de privatizaciones. Bajo este paraguas, Brasil intentará
volver a ganarse la confianza de los inversores internacionales.
¿Cómo definiría el perfil Fraga?
Es una persona muy competente y con una gran inserción en los mercados gracias a la
tarea que vino desempeñando en Nueva York. Desde el punto de vista político, su
designación es un avance del ala liberal en el gobierno brasileño. Si el manejo del
Banco Central hubiese quedado en manos del sector desarrollista, Cardoso estaría dando
una pésima señal a los mercados. Chico Lopes (el relevado titular del BC) es un
economista híbrido, heterodoxo, que llegó a ocupar ese puesto en función de una línea
sucesoria natural, y sólo bajo presión se vio obligado a implementar el esquema de
flotación cambiaria. En principio, Fraga hace pensar en una buena gestión. Viene
siguiendo muy de cerca las economías argentina y brasileña. Es un tipo muy preparado y
cuenta con el respaldo de los inversores.
¿Qué medidas podrían esperarse?
Su visión de la crisis podría sintetizarse de la siguiente manera: piensa que el
gran problema son las tasas de interés; más que la deuda interna. Y que, tras la
devaluación del real y la aprobación de la mayor parte del paquete fiscal en el
Congreso, existe margen para bajar las tasas. Ese pensamiento supone que, de las tres
variables que ponen en riesgo la salud de la economía brasileña, hay dos que ya han
encontrado respuesta: la situación fiscal, a través del ajuste, y el tipo de cambio.
Convencido de que sólo falta cumplir con la tercera pata, Fraga pondrá todas las fichas
en la reducción de las tasas. Para lograrlo, abrochará lo más rápido posible un
acuerdo con el FMI, que podría incluir una rebaja en el gasto público, más fondos
frescos por parte del organismo y la aceleración de las privatizaciones. Supongo que
durante un tiempo Fraga tendrá que mantener las tasas altas, como escudo contra la
inflación.
¿Es suficiente para que Brasil salga de la crisis?
Puede ser. Está claro que Brasil no va hacia una crisis de espiralización
inflacionaria y del tipo de cambio, como Rusia o Indonesia, ni hacia una devaluación
competitiva exitosa, como ocurrió en Taiwan y en Chile. Estos dos extremos están
descartados, pero en el medio existe un conjunto de posibilidades que ya se vieron en
Corea y Tailandia, donde hubo desborde cambiario sin inflación pero con mucha recesión.
¿Podrán tener éxito sin tener que reestructurar la deuda interna?
Esa es la gran incógnita. Si logra bajar las tasas de interés, podrá lograrlo. Lo
que hay que descartar es un Plan Bónex. Es una vergüenza que algunos economistas
propongan esa salida.
¿Argentina va hacia un Tequila II?
De ninguna manera. Los efectos serán menores a los que se suponían antes de que
Brasil se viera forzado a devaluar. El impacto no será generalizado, sino que la crisis
golpeará sobre aquellos sectores ligados comercialmente a Brasil, como el automotor. En
su conjunto, la economía sufrirá menos que durante la crisis mexicana.
¿Las devaluaciones en Brasil, México y Chile no obligarán a revisar la
Convertibilidad? No. Las devaluaciones son medicinas que esos países se pueden
permitir, pero está claro que la Argentina no. Somos un caso particular, ni siquiera vale
la pena ponerse a discutir esa alternativa en un país que soportó dos hiperinflaciones.
Es cierto que nuestras exportaciones vienen fatigadas, pero eso no significa que sea por
causa de la falta de competitividad.
¿El hecho de que un discípulo de Soros sea el nuevo presidente del Banco Central
de Brasil deja a ese país inmune de los ataques especulativos?
No me acoplo a esa idea. Los mercados no se casan con nadie. A los financistas les
importa un sola cosa: que se hagan las cosas bien. Si no se hacen bien, no importa si el
que está gobernando se llama Soros o quien sea.
Tienen que implementar controles de
capitales
El economista estrella del MIT
rompió su silencio sobre Brasil para criticar al FMI y recomendar cómo frenar la
sangría de capitales.
Paul Krugman, el economista de moda
entre los financistas.
No hay que seguir la misma receta del FMI que falló en Asia. |
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Por Maximiliano Montenegro
Paul Krugman, el
economista estrella del MIT, rompió el silencio que se autoimpuso desde el estallido de
la crisis brasileña. Y, se sabe, sus opiniones nunca son tibias. Dice que Brasil tendría
que aplicar controles a las salida de capitales. Las alternativas son la moratoria
de la deuda, el regreso de la inflación o una recesión catastrófica, asegura.
Además, dispara munición gruesa contra el FMI: lo acusa de haber hundido el plan de
flotación del real, al exigir aumentos innecesarios de las tasas de interés, y de
pretender que Brasil transite el doloroso camino del ajuste asiático.
A diferencia de sus colegas de la elite académica norteamericana, hasta ahora Krugman se
había abstenido de hablar de la devaluación del real. Sin embargo, en un artículo
publicado en su página de internet (titulado ¡Qué pena!, Brasil) fija
posición.
Para el profesor del Massachusetts Institute of Technology, cuando Brasil dejó flotar el
real el viernes 15 de enero, hubo una luz de esperanza: La caída inicial del real
fue moderada y la bolsa se infló con la expectativa de que el duro programa de austeridad
pronto se encaminaría, relata. Pero entonces los funcionarios brasileños
fueron a Washington, y durante el fin de semana fueron persuadidos (por el FMI) de que
había que anunciar que las tasas de interés serían elevadas, en lugar de
rebajadas. El resultado fue el colapso de la moneda, concluye.
Krugman dice no entender por qué Washington no le dio una oportunidad (de éxito)
al régimen de flotación cambiaria, al exigir inmediatamente un aumento de las
tasas de interés. E ironiza que tal vez (los funcionarios del FMI) tenían miedo de
ver que Jeffrey Sachs estaba acertado.
El economista de Harvard, Jeffrey Sachs, viene alertando hace dos años sobre la
sobrevaluación del real y critica la receta del Fondo de subir las tasas de interés para
sostener tipos de cambio fijos. Si Brasil pudiera realizar exitosamente la
devaluación, sin subir las tasas de interés, esto significaría que la recesión
impuesta a Brasil y tal vez las recesiones impuestas en otras partes del mundo
han sido gratuitamente impuestas en nombre de una teoría incorrecta, se despacha
Krugman.
El economista tampoco tiene pruritos para aconsejar el tan temido control de capitales.
El presidente Cardoso ha dicho que el control de capitales no debe ser considerado,
porque imponerlo significaría rendirse a que Brasil se convierta en una nación de
primera clase. Pero una moratoria, el regreso de la inflación, o una recesión
catastrófica harían mucho más para retrotraer a Brasil al pasado que un toque de queda
temporario sobre los capitales, argumenta.
En otro párrafo, utiliza una metáfora para explicar los problemas que presenta el
comportamiento en manada de los inversores y defender la necesidad de los controles.
El principio de la libertad de expresión no incluye el acto de gritar ¡Fuego! en
un teatro repleto de gente; el principio del libre mercado no debería incluir no hacer
nada cuando los inversores se pisan unos a otros, sin mencionar que pisan a una nación,
en su estampida hacia las salidas, grafica. Y agrega: Esto es lo que está
pasando hoy en Brasil. Las inversiones en Brasil serían seguras y rentables si no fuera
por el riesgo de una crisis, lo que quiere decir que el inversor individual no está tan
preocupado de lo que haga el gobierno sino de lo que hagan otros inversores,
explica. En tanto, cree que si que inversor creyera que los otros permanecerán en
calma, la situación sería manejable, pero los inversores desconfían los unos de los
otros, y la crisis no se detiene. De otro modo, el círculo vicioso que describe
Krugman es el siguiente: Los capitales se van de Brasil porque temen que el gobierno
no pague su deuda debido a las altas tasas de interés, la caída del real y la recesión;
entonces, las tasas de interés están subiendo, el real sigue hundiéndose y la economía
está en recesión porque los capitales se fugan. En su opinión, Brasil
debería estabilizar el real bastante abajo de su nivel actual, sin una crisis
financiera, porque, a diferencia de los países asiáticos, sus compañías no
están tan endeudadas en dólares. El objetivo ahora sería atrasar el reloj a
donde estaba el 15 de enero, y detener el pánico. Y, sea lo que fuera que hagan, no
incluyan otra suba de las tasas de interés, sugiere.
Frases
Hay que imponer un toque de queda a los flujos de capitales en Brasil. Las
alternativas son una moratoria de la deuda, la hiperinflación, o una recesión
catastrófica.
Así como el principio de la libertad de expresión no incluye el acto de
gritar ¡Fuego! en un teatro repleto, el principio de la libertad de mercado no debería
incluir no hacer nada cuando los inversores se pisan unos a otros, sin mencionar que pisan
a una nación, en su estampida hacia las salidas.
El FMI se equivocó de nuevo al exigir una suba de las tasas de
interés.
Brasil debería estabilizar el real bastante abajo de su nivel actual,
porque, a diferencia de los países asiáticos, sus compañías no están tan
endeudadas en dólares.
Por qué rompió el silencio
Es evidente que Krugman prefiere guardar el perfil bajo en medio de la
crisis brasileña. Si quisiera que sus palabras trascendieran más allá de la academia,
no hubiese escrito sus comentarios en su página de Internet sino que hubiera publicado en
una de las tantas publicaciones que lo cuentan como columnista (Fortune, Slate y New York
Times, entre otras). Sea como fuere, Krugman explica por qué quebró su silencio, para
pesadilla de los funcionarios del Fondo Monetario y del gobierno brasileño, de la
siguiente manera: He sido muy cuidadoso evitando hablar públicamente sobre la
implosión brasileña, en parte porque las cosas empezaron bien, y entonces esperé
deseando que los favorables resultados iniciales pudieran ser prolongados. No era mi lugar
decir algo optimista ése es el trabajo de los funcionarios y no quería ser
uno de los que alimentaran el pánico, o confirmar perversamente que mis dudas sobre los
programas del FMI estaban siendo vindicadas, afirma. Sin embargo, ahora,
difícilmente decir lo obvio pueda hacer que las cosas empeoren más de lo que
están, agrega. Y describe lo complicado que es la situación: Los informes de
los inversores están alertando sobre el riesgo de moratoria de la deuda y de
hiperinflación; los gurúes predicen una recesión similar a la asiática y los últimos
rumores que sólo puede esperar que sean falsos dicen que el FMI,
increíblemente, quiere que Brasil vuelva a aumentar las tasas de interés. |
DIA DE CALMA PARA EL HOMBRE DE SOROS
Con el pie derecho
El día
después de la designación de Arminio Fraga al frente del Banco Central de Brasil
transcurrió sin sobresaltos. El nombramiento del hombre de George Soros en un puesto
clave llevó tranquilidad a los mercados y la atención está puesta ahora en los
resultados de la negociación que lleva a cabo el equipo económico brasileño encabezado
por Pedro Malan con los representantes del FMI.
De esas discusiones saldrán las nuevas condiciones que el gobierno de Fernando Henrique
Cardoso deberá cumplir para intentar dejar atrás la crisis. El real se depreció ayer
apenas el 1,6 por ciento y terminó en 1,79 unidad por dólar.
Hasta el momento, ni el gobierno ni el FMI dieron detalles sobre las conversaciones que
vienen manteniendo desde el último fin de semana. Sin embargo, una pista de las
exigencias que el Fondo le planteó ayer a Cardoso se filtró desde Washington. Alessane
Quattara, subadministrador del organismo, declaró durante un seminario que el actual
nivel de tasas, del 41 por ciento anual, es el apropiado y que deberá
insistirse en ese mismo sentido para capear la crisis.
Durante los próximos días, las partes deberán ponerse de acuerdo sobre las nuevas metas
presupuestarias y la manera en que el BC brasileño podrá salir a defender la cotización
del real si es que retornan los ataques especulativos. A cambio, el FMI pondrá sobre la
mesa 9000 millones de dólares, correspondientes al segundo tramo del crédito aprobado a
fines del 98. Ayer, las máximas autoridades del gobierno brasileño (Cardoso, Malan
y Fraga) analizaron la crisis con el número dos del Fondo, Stanley Fischer. Las
conversaciones con el FMI avanzan bien, declaró escuetamente el jefe de Estado al
término del desayuno de trabajo. Fischer postergó hasta esta tarde su partida desde
Brasil.
Con el encuentro gobierno-FMI como telón de fondo, los mercados tropezaron ayer con una
sola mala noticia: el BC brasileño perdió el martes 219 millones de dólares de sus
reservas, y ahora le quedan 35.892 millones. No obstante, la Bolsa de San Pablo terminó
con una ligera caída del 0,6 por ciento. La calma se trasladó al recinto porteño. El
índice de acciones líderes MerVal subió 0,1 por ciento y estiró a 6,6 por ciento el
incremento semanal. Sólo el rumor luego desmentido de que la española Repsol
estaría a punto de ofertar por otro 5 por ciento de YPF calentó el ambiente en el
recinto.
En tanto, el avance del 1 por ciento en Wall Street estuvo impulsado por la decisión de
la Reserva Federal (banca central estadounidense) de dejar sin cambios la tasa de corto
plazo en el 4,75 por ciento anual. La decisión, recibida con alivio por los financistas,
robustece la percepción de que la economía de los Estados Unidos continúa en expansión
a pesar de las turbulencias.
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