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ACUSACION DE DIPUTADOS BOLIVIANOS
“Hay una persecución”

Cuatro legisladores de Bolivia llegaron al país preocupados por la “persecución de tinte xenófoba” a los inmigrantes. El ministro Corach les dijo que eran exageraciones de la prensa.

Los diputados le pidieron explicaciones al ministro.
Hoy se reunirán con varias comunidades de inmigrantes.

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Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) “Es una reunión de confraternidad.” El ministro del Interior, Carlos Corach, adoptó ante la prensa una actitud conciliadora cuando recibió ayer en la Casa Rosada a un grupo de legisladores bolivianos. Sin embargo, a puertas cerradas, el encuentro tuvo “momentos de gran dureza”, según confió a Página/12 uno de los visitantes, dado que los representantes del país vecino –antes se habían entrevistado con el vicepresidente de la Nación, Carlos Ruckauf– fueron a expresar su “profundo malestar” por las informaciones difundidas en los últimos tiempos sobre “la persecución de tinte xenófoba que estaría sufriendo” la comunidad boliviana en la Argentina. Como respuesta, Corach aseguró que el Gobierno “no tolerará maltratos a ningún extranjero, indocumentado o no” y prometió la pronta sanción de un convenio binacional, ratificado por el Congreso de Bolivia, que ayudaría a normalizar la situación de los inmigrantes ilegales.
En su contraofensiva frente a las protestas bolivianas –es un hecho totalmente inusual que una delegación legislativa visite el país por motivo semejante–, Corach aseguró que la nueva política del gobierno argentino en materia de migraciones “no tiene por objetivo expulsar a nadie, excepto a los que cometan delitos”. El ministro aprovechó para culpar a la prensa por “haber hecho sensacionalismo” con la polémica sobre el tema. La respuesta de los diputados extranjeros no se hizo esperar: le recordaron a Corach que las críticas a la política oficial “partieron de sectores políticos opositores, pero también de la Iglesia Católica”.
Para corroborarlo, el obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, afirmó ayer que en la Argentina hay que “cambiar las mentalidades muy nacionalistas” y pensar que el Mercosur “no puede ser para los poderosos sino para todos y acá hay que cambiar mucho la mentalidad respecto de nuestros hermanos de otros países”. Casaretto recalcó que cualquier extranjero debe ser considerado “tan hermano como un argentino” y en ese marco “no se puede hablar de Mercosur y seguir teniendo la misma concepción nacionalista”.
La delegación legislativa boliviana fue encabezada por el vicepresidente de la Cámara de Diputados, Roberto Fernández Saucedo, y por el titular de la Comisión de Relaciones Exteriores de ese cuerpo, Carlos Quiroga Blanco. En su reunión con Ruckauf, pidieron que el Congreso argentino ratifique “a la brevedad” el acuerdo bilateral sobre migraciones firmado el año pasado por los presidentes Carlos Menem y Hugo Banzer. Sobre el tema, en la reunión posterior, el ministro Corach prometió que Menem “exhortará mañana (por hoy) a los diputados justicialistas para que rápidamente sancionen la nueva ley de migraciones y el convenio argentino-boliviano”.
Según Corach, la nueva política migratoria “es coincidente con el convenio” binacional porque se trata de “un programa de saneamiento de ilegales y no de persecución contra ciudadanos bolivianos”. Ese fue el argumento que levantó, ante los legisladores, para defender los planes oficiales. Los diputados extranjeros, que hoy se reunirán con entidades representativas de la comunidad boliviana, recibieron distintas denuncias sobre atropellos cometidos en los últimos tiempos por la Policía Federal y otros organismos dependientes del Estado.
Periodistas bolivianos interrogaron al director de Migraciones, Hugo Franco, presente en la reunión, sobre las denuncias de maltrato formuladas a diario por residentes extranjeros que tratan de legalizar su situación. “Acá no hay xenofobia ni detenciones por portación de cara, descarto de plano esa palabra porque creo que es aberrante”. Cuando Página/12 insistió con el tema, el malhumor de Franco fue en aumento: “Atendemos a 3000 personas por día y tendríamos que recibir un premio internacional si ante tanta demanda no se comete ningún error”, dijo masticando cada palabra.
En cuanto al elevado costo que tiene el trámite para obtener la legalización, Franco admitió que al comenzar su gestión “el aumento fue de 25 a 250 pesos”, pero aclaró que fue “una decisión del gobierno nacional y no una medida personal mía”. Cuando se le dijo que el costo real deltrámite ronda los 1000 pesos, el funcionario pidió que le trajeran “pruebas” y luego preguntó: “¿Usted cree que eso impide la legalización?”. Se le recordó entonces las duras condiciones de vida de los inmigrantes y su respuesta fue tajante: “Antes era muy barato hacer el trámite, mucho más barato que en otros países del Mercosur”. Y puso fin a la charla.
Anoche, en un acto de repudio a las “actitudes xenófobas del gobierno argentino”, militantes de organismos de derechos humanos locales marcharon junto con miembros de colectividades extranjeras en la Argentina. La marcha se realizó, sin incidentes, desde Plaza Once hasta Lavalle al 1600, donde tiene su sede la comisaría 7ª, que tiene un cuerpo especial dedicado al tema migraciones.

 

OPINION
La portación de cara

Por Irma Parentella *

Existen diferentes niveles o planos del racismo. El jefe de la Federal, Baltazar García, quien aseguró que realiza operativos buscando “ciertas características físicas”, ha expresado un nivel: el de la xenofobia.
Con sus declaraciones manifiesta una forma de convertir la diferencia en un rasgo natural, una operación en la que se resaltan atributos físicos y biológicos que serían portadores de información acerca de la personalidad y las conductas de las personas.
Amparándose en el argumento de “auxiliar a la Justicia y limitarse a hacer cumplir las leyes de migraciones”, Baltazar García detiene gente por “portación de cara”; el mismo procedimiento se utilizaba para detener a cualquiera, mediante los edictos policiales en Buenos Aires hasta que se sancionó el Código de Convivencia Urbana.
Esto es peligroso porque alimenta el prejuicio y legitima una concepción biológica de los inmigrantes de países limítrofes que son a los que el jefe policial se refirió. Desde que el Presidente anunció un nuevo proyecto de ley, se abrió la compuerta para estigmatizarlos y responsabilizarlos del aumento de la inseguridad y la falta de trabajo.
No desconocemos que en muchos sectores de nuestra sociedad existen prejuicios contra los inmigrantes, que se los discrimina y hasta se los segrega, y el Gobierno, con fines que sospechamos son electoralistas, ha tratado de capitalizarlos. Así, el comportamiento xenófobo se convierte en conducta de la crisis. La desocupación, el aumento de la delincuencia, la desesperanza y la frustración son fenómenos que nos acompañan a los argentinos y es en este contexto que se busca el chivo expiatorio.
Buscamos una Justicia igual para todos, no para algunos más que para otros. Sabemos de las mafias de traficantes de personas, de funcionarios que lucran con la confección de documentos, de personajes con relaciones en el Gobierno que consiguieron pasaportes en minutos (casos Al Kassar), de empresarios que contratan indocumentados. Queremos leyes que lo castiguen.
Nos parece irresponsable no ubicar el tema de los inmigrantes en una política de Estado y de los estados, haciendo entrar en vigencia los convenios que ya se firmaron con los países limítrofes, y en el marco de la integración del Mercosur, por ejemplo. Política que deberá contemplar la transparencia para la realización de los más elementales trámites y requisitos, que garanticen que funcionarios o mafias no lucren con ellos. Las instituciones educativas deberán trabajar en su seno la problemática de la construcción imaginaria de la diferencia, del otro, hasta las diversas relaciones sociales, el lenguaje, los medios de comunicación, en fin, todo lo que hace a nuestra vida social y cultural.
Cuando la xenofobia se convierte en programa político, penetra en las instituciones, genera violencia social, alimenta prejuicios y determina conductas discriminatorias y crueles que se sabe por dónde comienzan, pero nunca por dónde terminan.
Lo saben aquellos jóvenes que son rechazados cada fin de semana en los boliches bailables, o los enfermos de sida, los discapacitados, los ex combatientes de la guerra de Malvinas.. ¿Quién puede asegurar no ser estigmatizado en el futuro? Una sociedad justa y solidaria es tarea de todos, pero la mayor responsabilidad recae sobre aquellos a quienes se les confiere el poder para gobernar y que no deberían propiciar enfrentamientos sociales con fines espúreos.

* Diputada nacional por la Alianza.

 

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