Por Carlos Rodríguez
Es una reunión de
confraternidad. El ministro del Interior, Carlos Corach, adoptó ante la prensa una
actitud conciliadora cuando recibió ayer en la Casa Rosada a un grupo de legisladores
bolivianos. Sin embargo, a puertas cerradas, el encuentro tuvo momentos de gran
dureza, según confió a Página/12 uno de los visitantes, dado que los
representantes del país vecino antes se habían entrevistado con el vicepresidente
de la Nación, Carlos Ruckauf fueron a expresar su profundo malestar por
las informaciones difundidas en los últimos tiempos sobre la persecución de tinte
xenófoba que estaría sufriendo la comunidad boliviana en la Argentina. Como
respuesta, Corach aseguró que el Gobierno no tolerará maltratos a ningún
extranjero, indocumentado o no y prometió la pronta sanción de un convenio
binacional, ratificado por el Congreso de Bolivia, que ayudaría a normalizar la
situación de los inmigrantes ilegales.
En su contraofensiva frente a las protestas bolivianas es un hecho totalmente
inusual que una delegación legislativa visite el país por motivo semejante, Corach
aseguró que la nueva política del gobierno argentino en materia de migraciones no
tiene por objetivo expulsar a nadie, excepto a los que cometan delitos. El ministro
aprovechó para culpar a la prensa por haber hecho sensacionalismo con la
polémica sobre el tema. La respuesta de los diputados extranjeros no se hizo esperar: le
recordaron a Corach que las críticas a la política oficial partieron de sectores
políticos opositores, pero también de la Iglesia Católica.
Para corroborarlo, el obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, afirmó ayer que en la
Argentina hay que cambiar las mentalidades muy nacionalistas y pensar que el
Mercosur no puede ser para los poderosos sino para todos y acá hay que cambiar
mucho la mentalidad respecto de nuestros hermanos de otros países. Casaretto
recalcó que cualquier extranjero debe ser considerado tan hermano como un
argentino y en ese marco no se puede hablar de Mercosur y seguir teniendo la
misma concepción nacionalista.
La delegación legislativa boliviana fue encabezada por el vicepresidente de la Cámara de
Diputados, Roberto Fernández Saucedo, y por el titular de la Comisión de Relaciones
Exteriores de ese cuerpo, Carlos Quiroga Blanco. En su reunión con Ruckauf, pidieron que
el Congreso argentino ratifique a la brevedad el acuerdo bilateral sobre
migraciones firmado el año pasado por los presidentes Carlos Menem y Hugo Banzer. Sobre
el tema, en la reunión posterior, el ministro Corach prometió que Menem exhortará
mañana (por hoy) a los diputados justicialistas para que rápidamente sancionen la nueva
ley de migraciones y el convenio argentino-boliviano.
Según Corach, la nueva política migratoria es coincidente con el convenio
binacional porque se trata de un programa de saneamiento de ilegales y no de
persecución contra ciudadanos bolivianos. Ese fue el argumento que levantó, ante
los legisladores, para defender los planes oficiales. Los diputados extranjeros, que hoy
se reunirán con entidades representativas de la comunidad boliviana, recibieron distintas
denuncias sobre atropellos cometidos en los últimos tiempos por la Policía Federal y
otros organismos dependientes del Estado.
Periodistas bolivianos interrogaron al director de Migraciones, Hugo Franco, presente en
la reunión, sobre las denuncias de maltrato formuladas a diario por residentes
extranjeros que tratan de legalizar su situación. Acá no hay xenofobia ni
detenciones por portación de cara, descarto de plano esa palabra porque creo que es
aberrante. Cuando Página/12 insistió con el tema, el malhumor de Franco fue en
aumento: Atendemos a 3000 personas por día y tendríamos que recibir un premio
internacional si ante tanta demanda no se comete ningún error, dijo masticando cada
palabra.
En cuanto al elevado costo que tiene el trámite para obtener la legalización, Franco
admitió que al comenzar su gestión el aumento fue de 25 a 250 pesos, pero
aclaró que fue una decisión del gobierno nacional y no una medida personal
mía. Cuando se le dijo que el costo real deltrámite ronda los 1000 pesos, el
funcionario pidió que le trajeran pruebas y luego preguntó: ¿Usted
cree que eso impide la legalización?. Se le recordó entonces las duras condiciones
de vida de los inmigrantes y su respuesta fue tajante: Antes era muy barato hacer el
trámite, mucho más barato que en otros países del Mercosur. Y puso fin a la
charla.
Anoche, en un acto de repudio a las actitudes xenófobas del gobierno
argentino, militantes de organismos de derechos humanos locales marcharon junto con
miembros de colectividades extranjeras en la Argentina. La marcha se realizó, sin
incidentes, desde Plaza Once hasta Lavalle al 1600, donde tiene su sede la comisaría 7ª,
que tiene un cuerpo especial dedicado al tema migraciones.
OPINION
La portación de cara
Por Irma Parentella * |
Existen
diferentes niveles o planos del racismo. El jefe de la Federal, Baltazar García, quien
aseguró que realiza operativos buscando ciertas características físicas, ha
expresado un nivel: el de la xenofobia.
Con sus declaraciones manifiesta una forma de convertir la diferencia en un rasgo natural,
una operación en la que se resaltan atributos físicos y biológicos que serían
portadores de información acerca de la personalidad y las conductas de las personas.
Amparándose en el argumento de auxiliar a la Justicia y limitarse a hacer cumplir
las leyes de migraciones, Baltazar García detiene gente por portación de
cara; el mismo procedimiento se utilizaba para detener a cualquiera, mediante los
edictos policiales en Buenos Aires hasta que se sancionó el Código de Convivencia
Urbana.
Esto es peligroso porque alimenta el prejuicio y legitima una concepción biológica de
los inmigrantes de países limítrofes que son a los que el jefe policial se refirió.
Desde que el Presidente anunció un nuevo proyecto de ley, se abrió la compuerta para
estigmatizarlos y responsabilizarlos del aumento de la inseguridad y la falta de trabajo.
No desconocemos que en muchos sectores de nuestra sociedad existen prejuicios contra los
inmigrantes, que se los discrimina y hasta se los segrega, y el Gobierno, con fines que
sospechamos son electoralistas, ha tratado de capitalizarlos. Así, el comportamiento
xenófobo se convierte en conducta de la crisis. La desocupación, el aumento de la
delincuencia, la desesperanza y la frustración son fenómenos que nos acompañan a los
argentinos y es en este contexto que se busca el chivo expiatorio.
Buscamos una Justicia igual para todos, no para algunos más que para otros. Sabemos de
las mafias de traficantes de personas, de funcionarios que lucran con la confección de
documentos, de personajes con relaciones en el Gobierno que consiguieron pasaportes en
minutos (casos Al Kassar), de empresarios que contratan indocumentados. Queremos leyes que
lo castiguen.
Nos parece irresponsable no ubicar el tema de los inmigrantes en una política de Estado y
de los estados, haciendo entrar en vigencia los convenios que ya se firmaron con los
países limítrofes, y en el marco de la integración del Mercosur, por ejemplo. Política
que deberá contemplar la transparencia para la realización de los más elementales
trámites y requisitos, que garanticen que funcionarios o mafias no lucren con ellos. Las
instituciones educativas deberán trabajar en su seno la problemática de la construcción
imaginaria de la diferencia, del otro, hasta las diversas relaciones sociales, el
lenguaje, los medios de comunicación, en fin, todo lo que hace a nuestra vida social y
cultural.
Cuando la xenofobia se convierte en programa político, penetra en las instituciones,
genera violencia social, alimenta prejuicios y determina conductas discriminatorias y
crueles que se sabe por dónde comienzan, pero nunca por dónde terminan.
Lo saben aquellos jóvenes que son rechazados cada fin de semana en los boliches
bailables, o los enfermos de sida, los discapacitados, los ex combatientes de la guerra de
Malvinas.. ¿Quién puede asegurar no ser estigmatizado en el futuro? Una sociedad justa y
solidaria es tarea de todos, pero la mayor responsabilidad recae sobre aquellos a quienes
se les confiere el poder para gobernar y que no deberían propiciar enfrentamientos
sociales con fines espúreos.
* Diputada nacional por la Alianza. |
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