Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

na28fo01.jpg (10184 bytes)

EL PECADO SOCIAL

Por Washington Uranga


t.gif (862 bytes) No sólo hay que atender a las víctimas sino que hay que erradicar las estructuras injustas que las generan. Ese fue, palabras más o menos y en el marco de un discurso religioso, el mensaje social de Juan Pablo II en el documento que acaba de entregar en México y Estados Unidos. El neoliberalismo y sus consecuencias, la agudización de la pobreza y la corrupción son algunas de las claves de lectura elegidas para analizar la realidad social. En la ocasión el Papa retomó una terminología, como la calificación de “pecado social” para denunciar los problemas estructurales del sistema, más cercana a la crítica comprometida del catolicismo progresista de América latina de los años setenta y los ochenta, que a los discursos de la última década, período durante el cual los sectores conservadores ganaron amplios espacios de poder dentro de la jerarquía. “Hoy en América, como en otras partes del mundo, parece perfilarse un modelo de sociedad en la que dominan los poderosos, marginando e incluso eliminando a los más débiles”, afirmó Karol Wojtyla.
Es evidente que el Papa se está haciendo eco del tono que caracterizó el Sínodo de los obispos americanos en 1997 en Roma y que, ya entonces, tiñó de un lenguaje socialmente crítico a las proposiciones secretas que le fueron entregadas. Lo que ahora se transformó en documento pontificio es reflejo de aquello que los obispos católicos de América latina y Estados Unidos le presentaron como preocupación a Juan Pablo II. El pronunciamiento de la jerarquía católica puesto en voz de su más alto vocero revela una visión sumamente crítica de la realidad social del continente americano, sostiene que el neoliberalismo es el causante de que los pobres sean “cada vez más numerosos, víctimas de determinadas políticas y estructuras frecuentemente injustas” y recomienda que en las acciones que se emprendan, también por parte de la Iglesia, se tome en cuenta que “se trata no sólo de aliviar las necesidades más graves y urgentes mediante acciones individuales y esporádicas, sino de poner de relieve las raíces del mal, proponiendo intervenciones que den a las estructuras sociales, políticas y económicas una configuración más justa y solidaria”.
Todas estas afirmaciones están incluidas en el documento Iglesia en América que el Papa entregó en México y Estados Unidos como programa de acción para los católicos de la región y que, en el marco de un mensaje expresamente religioso, ponen en claro lo que la Iglesia piensa respecto de las consecuencias de las estrategias neoliberales aplicadas en esta parte del mundo. El extenso pronunciamiento (62 páginas) no modifica sustancialmente el discurso de la Iglesia Católica en materia social, pero refuerza el tono de la crítica, deja en evidencia el análisis de jerarquía católica sobre temas claves como la justicia social, los derechos humanos, la carrera armamentista, el tráfico de drogas y la corrupción, y hace un llamado a la acción directa y decidida de los cristianos en estos campos trazando líneas directivas para ello.
Sin dejar de reconocer que la globalización “trae consigo ciertas consecuencias positivas”, el Papa advierte que “si la globalización se rige por las meras leyes del mercado aplicadas según las conveniencias de los poderosos, lleva a consecuencias negativas”. Según Juan Pablo II, esas consecuencias son “la atribución de un valor absoluto a la economía, el desempleo, la disminución y el deterioro de ciertos servicios públicos, la destrucción del ambiente y de la naturaleza, el aumento de las diferencias entre ricos y pobres, y la competencia injusta que coloca a las naciones pobres en una situación de inferioridad cada vez más acentuada”.

 

PRINCIPAL