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Por Claudio Zlotnik Por primera vez desde que fue lanzado hace ya tres semanas, el plan para dolarizar la economía recibió un fuerte apoyo del exterior. Y de nada menos que del Fondo Monetario Internacional. El espaldarazo al proyecto que Carlos Menem defiende a capa y espada llegó ayer desde Nueva York, de boca de Nicolás Eyzaguirre, el director ejecutivo del FMI. En la Argentina, la dolarización es factible; incluso diría apropiada, opinó Eyzaguirre. La apreciación del especialista le cae al Gobierno como anillo al dedo. Durante la reunión de gabinete que se realizó en Olivos, Menem afirmó que la dolarización es de prioridad estratégica para su gobierno y que está absolutamente decidido a seguir adelante con la propuesta. Economía está elaborando un informe para presentar la propuesta formalmente en los Estados Unidos el mes que viene. El visto bueno del directivo del Fondo al plan de dolarización excluye, sin embargo, la posibilidad de extender el programa al resto de América Latina, tal como lo presentó en sociedad el Gobierno. Eyzaguirre opinó que una eventual dolarización de la región sería factible sólo en el mediano plazo, en la medida que se fortalezca la integración comercial. Como viene ocurriendo desde mediados de enero, Menem no deja pasar demasiados días sin poner en el tapete el tema de la dolarización. Rápido de reflejos, el jefe de Estado echó a rodar la idea de dolarizar la economía veinticuatro horas después de la devaluación de la moneda brasileña. Y redobló la apuesta una semana más tarde, cuando Pedro Pou, el titular del Central, anunció que se habían iniciado negociaciones para conformar una asociación monetaria con los Estados Unidos para reemplazar al peso por el dólar como moneda legal. Y que esa unión podría extenderse a los demás países de la región. Por más que el proceso de archivar el peso demandaría entre tres y cinco años, la apuesta de Menem para el corto plazo es bien clara: dar una señal contundente a los mercados internacionales de que la Argentina no piensa ni remotamente en devaluar. Más bien lo contrario, está buscando la manera de reducir a cero el denominado riesgo cambiario. En ese sentido, la agencia de calificación Duff & Phelps señaló ayer que una eventual dolarización abriría las puertas a una mejora en las notas de la deuda argentina. Pero hasta ayer, la respuesta recogida por el plan oficial no había sido la mejor. En el plano internacional, la dolarización fue rechazada por el subsecretario del Tesoro estadounidense, Lawrence Summers. Y, además, causó revuelo en el Mercosur. El gobierno brasileño leyó en la propuesta de Menem la intención de la Argentina de aislar a su principal socio en medio de la crisis. El rechazo de Fernando Henrique Cardoso provocó el enojo de Menem. El coro opositor a la dolarización se amplió ayer. Los presidentes de Perú y Ecuador, Alberto Fujimori y Jamil Mahuad, rechazaron la propuesta. No creemos que este sea el momento para pensar en eso, coincidieron ambos mandatarios. En diálogo con Página/12, Martín Redrado, el director de la Fundación Capital, objetó el plan presidencial. Los problemas económicos de la Argentina nada tienen que ver con la política cambiaria. Los problemas se relacionan con la falta de competitividad, y se solucionan reduciendo costos e impuestos. Plantear este tema en medio de la crisis no hace más que sembrar dudas innecesarias sobre la salud de la Convertibilidad, sentenció. Desde otro costado, el ex viceministro de Economía Orlando Ferreres apoyó la idea de Menem: Con una economía globalizada, el mundo se encamina a tener pocas monedas, no más de cinco o seis para dentro una década. El tema va a formar parte de la agenda internacional. Plantearlo ahora en un contexto de crisis ayuda a que en vez de devaluación se esté hablando de dolarización, comentó a este diario.
La
reunión de Gabinete de ayer en Olivos giró casi exclusivamente en un solo tema y fue la
absoluta decisión de continuar con la propuesta de dolarización porque
constituye, según los ministros menemistas, una prioridad de orden
estratégico para evitar los problemas que puede acarrear la crisis brasileña. La
nueva intentona se produce una semana después de que dicha propuesta fuera rechazada de
plano por el gobierno de Estados Unidos, aunque ahora cuentan con el visto bueno de
algunos funcionarios del FMI.
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