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HABLA EL JEFE DE LAS FARC COLOMBIANAS
La guerra y la paz según Tirofijo

Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, es el líder histórico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En esta entrevista desde un campamento guerrillero en la selva, explica sus posiciones sobre el diálogo de paz con el gobierno –congelado hasta abril–, el narcotráfico, la paz y la guerra.

Guerrilleros de las FARC durante una marcha por una de las zonas que controlan.

Tirofijo: “Hemos meditado mucho antes de tomar la decisión de detener el proceso”.

Por Luis Enrique González de Prensa Latina
Especial para Página/12

t.gif (862 bytes) Bajo la tranquilidad del despeje castrense en la zona, sólo interrumpida por el extraño y, a la vez, frecuente ruido de aviones militares, el jefe guerrillero Tirofijo accede a dialogar con Prensa Latina en un apartado lugar de la selva. Estima necesario explicar a la opinión pública los pormenores que llevaron al secretariado de las FARC a considerar el congelamiento de los contactos con el presidente Andrés Pastrana. En su opinión, una decisión obligada por las circunstancias, por las autoridades colombianas. Así comentó los principales tópicos.
El proceso de paz
–Siempre supimos que éste iba a ser un proceso complejo, largo y de muchos obstáculos. Desde el propio 7 de enero en San Vicente del Caguán, lo volvimos a constatar. Las autoridades presentaron muchos problemas para la ceremonia de inauguración de los diálogos en esa localidad de esta parte sur del país. Se negaban a dejar escuchar el himno de las FARC y a izar nuestra bandera. Aunque luego cedieron, eso era sólo el comienzo.
Si eso fue así, podré imaginar cómo será cuando nos pongamos, si es que sucede, a profundizar en cada uno de los 10 puntos básicos comprendidos en la plataforma política. Insisto en nuestra voluntad de trabajar por la paz. Soy optimista, pero con límites.
Historia del proceso
–Hemos meditado mucho antes de tomar la decisión de detener por el momento el proceso, nuestro secretariado analizó las condiciones actuales y consideró oportuno actuar de esta manera.
Durante la anterior administración, la del mandatario Ernesto Samper, propusimos dialogar con la condición de despejar un municipio del país donde existirá la seguridad tanto para los enviados del gobierno como para la representación de nuestro ejército y pedimos el desmonte de los grupos paramilitares. Jamás recibimos una respuesta positiva del gobernante y, por el contrario, mantuvo la postura tradicional de reclamar la entrega incondicional de las armas con ofensivas sin escrúpulos.
Al término del mandato Samper y en vísperas de comicios presidenciales, reiteramos los deseos de paz y la disposición a sentarnos a dialogar con quien resultara electo entre el liberal Horacio Serpa y el conservador Andrés Pastrana, pero con la necesidad de contar con un territorio despejado, ahora de cinco municipios, y el compromiso y hechos concretos del Estado contra el paramilitarismo.
Primeros tropiezos
–Desde el comienzo el proceso tuvo sus tropiezos. Las maniobras del presidente y del alto mando militar llevaron a un retraso importante en el cronograma acordado. Sacaron la fuerza pública de cuatro municipios y mantuvieron a unos 200 efectivos en San Vicente del Caguán con el pretexto de que eran bachilleres sin armamento, encargados de atender la sede oficial durante los diálogos. Este fue el primer incumplimiento de lo pactado.
Luego, a finales de diciembre, decidieron retirarlos y fue cuando se creó la condición mínima para el inicio del 7 de enero. Pero es necesario precisar que se perdieron casi dos meses. Si tomamos en cuenta el compromiso de Pastrana, el despeje debería completar el tiempo de 90 díasen marzo y no el 7 de febrero como ha anunciado insistentemente los últimos días.
Cómo actuó Pastrana
–Pero bien, estamos conscientes del dilema ante el cual estaría el presidente en medio de criterios y asesores como el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, los militares y los parlamentarios.
Declaró la construcción de la paz como una prioridad de su mandato y ahora desconoce cómo marchar hacia adelante.
Los delegados del presidente siempre llegaron a los contactos con las manos atadas y la orientación precisa de no ceder en nada. De ahí que en las reuniones sostenidas desde el 7 de enero nada se pudo avanzar y se congelaron las conversaciones sin la pretendida agenda para iniciar la verdadera negociación de paz.
Podríamos pensar en una presunta buena fe del presidente, pero son muchos intereses en juego, los de los grupos económicos, de los militares y las presiones de éstos, la de los congresistas. Hoy, con el desastre del temblor en el eje cafetero, las condiciones son aún más complejas para Pastrana. Ni aunque quisiera podría destinar los recursos necesarios al proceso de paz.
El presidente en su laberinto
–Luego continuaron las maniobras. Un acuerdo inicial de intentar una solución al problema de los prisioneros de ambas partes en una mesa separada fue violado y por el contrario propusieron un debate único.
Después consideran imposible realizar un intercambio de los retenidos por la ausencia de normas jurídicas, con muy poco esfuerzo por encontrar una salida satisfactoria para las madres de soldados y policías en poder de nuestro movimiento al ser capturados durante acciones de guerra.
El tropiezo paramilitar
–Un tropiezo crucial fue el de las masacres paramilitares. Un día después de instalados los diálogos, el país amaneció ensangrentado, pero lo peor de todo es que en medio del rechazo categórico a los vínculos del gobierno o del ejército con estos grupos de derecha las autoridades continúan indiferentes ante este mal generalizado por todo el país. No tenemos otra alternativa. Exigimos solución a todos estos problemas antes de regresar al diálogo.
Qué negociarían las FARC
–Nosotros tenemos poco que negociar, todo lo hemos planteado con precisión. Hace varios años, desde 1993 en una de las conferencias, presentamos la plataforma de 10 puntos en busca de un gobierno de reconstrucción nacional. Si éstos se cumplieran, podríamos pensar en un cese al fuego. Pero, aunque somos optimistas, estamos conscientes de que hoy es un imposible.
Los 10 puntos son rechazados por la oligarquía nacional, los grupos económicos y, sobre todo, los organismos instrumentos de Estados Unidos como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que impedirían la adopción de medidas de corte social por ser parte del gran mecanismo de la política neoliberal para someter a los pueblos. Simplemente porque nuestra plataforma es socialista.
Qué reclaman las FARC
–Reclamamos lo contemplado en la plataforma, pero además una nueva Constitución, la del pueblo, que acabe con el hambre y la pobreza, que garantice las necesidades del pueblo, la educación, la salud, el empleo, vivienda, desarrollo con justicia social. Una Constitución que defienda nuestra soberanía e independencia.
Pero además ratificamos nuestra concepción de la necesidad de un nuevo ejército basado en el criterio bolivariano de destinarlo a guarnecer las fronteras y no a reprimir a la población. Incluso en el marco de un diálogo futuro proponemos crear una comisión conjunta para buscar las bases de la creación de este nuevo ejército.
El canje de prisioneros
–El canje debe tener una solución y ésta sólo estaría en la adopción de parte del Parlamento de una ley mientras dure el conflicto armado.
Se nos dice a nosotros y a las madres de soldados y policías prisioneros de las FARC que no existe la legislación y que es imposible aprobarla.
No tenemos la culpa de que el gobierno haya transformado los delitos políticos en comunes y se niega a reconocer el estado de guerra en que vive el país. Si somos ilegales como dice el propio gobierno, entonces no tenemos por qué aceptar sus leyes, pero lo principal es que dentro de las premisas del presidente está la humanización del conflicto, aun-que en realidad haga poco en ese sentido o en muchos casos lo contrario. Cómo permitiríamos que los detenidos de ambas partes permanezcan prisioneros 20 o 30 años.
No aceptamos otros mecanismos como trata el Congreso, sólo una ley de canje es la salida. Podemos mantener los prisioneros por el tiempo que sea necesario, están bien atendidos y su liberación sólo depende de quién los envió a la guerra. El tema del canje deberá ser tratado en una reunión que hemos convocado para el 25 de abril.
El tema paramilitar
–En cuanto a los paramilitares ese asunto está más que claro, en realidad es un punto clave por el cual hemos decidido detener los diálogos. Qué hizo el gobierno, lo decíamos antes de empezar los contactos, desmonten los paramilitares como engendro del ejército. El Estado tiene que resolver esta situación pues crea serios problemas al proceso de paz. Como vemos, el regalo de comienzo de los diálogos fueron más masacres. Debe quedar bien claro el origen de estos grupos y por qué no son combatidos por el Estado.
No existen dudas de que es un problema muy viejo; el presidente Pastrana lo recibió del anterior y éste a su vez de otro, pero tampoco dudamos de que es un mecanismo creado por las autoridades para castigar a quienes exigen derechos, el pan, la tierra, la salud y el techo, de una manera que el Estado no aparezca comprometido en los crímenes.
Acabamos de entregar una lista al presidente de casi 200 integrantes o colaboradores de los paramilitares, entre quienes figuran generales y altos oficiales de las fuerzas armadas. Le daremos un tiempo prudencial al gobierno, hasta el 20 de abril, para ver qué hizo contra éstos, los resultados de las investigaciones, y en esa fecha le entregaríamos una segunda lista de paramilitares de otras regiones del país.
Para volver al diálogo
–Queremos dejar bien claro que no cerramos ni pretendemos cerrar ninguna puerta a la paz. Sólo solucionando estos obstáculos podríamos regresar a la mesa. Ahora, no sabríamos decir cuándo reanudaremos los contactos conel gobierno. Creemos que hemos concedido un tiempo más que prudente para que el presidente adopte posturas concretas.
Por supuesto, no le vamos a pedir un nuevo despeje ni mu- cho menos, lo único es que sin la salida de las tropas de estos cin co municipios no negociaremos, la jugada le corresponde a Pastrana y tiene tiempo para hacer-la.
Fíjese bien que ahora anda una versión sobre una propuesta del presidente de mantener el despeje de sólo tres municipios ya que por la presión de los militares se hace muy difícil otra variante. Reiteramos que no aceptamos otra salida a la de los cinco municipios para poder conversar.
Cuando se cumpla en opinión del gobierno el plazo de 90 días, el ejército regresaría a la zona despejada. Claro que permitiremos el regreso de las tropas porque fue lo acordado y nuestro movimiento revolucionario cumple con los compromisos asumidos. Por supuesto el regreso de las tropas a donde estaban antes del despeje, que en realidad son los cascos urbanos de las capitales municipales, porque en realidad el resto del territorio es controlado por las FARC.
Sabemos que la llegada de los soldados reabrirá el capítulo de la guerra en esta región porque tendríamos con toda seguridad enfrentamientos lógicos dentro del conflicto. Nosotros estamos en la zona hace mucho tiempo; por tanto, con soldados o sin éstos nos mantendremos. Ahora, insistimos en que para volver a conversar será en territorio sin tropas y en Colombia.
El rol internacional
–Agradecemos el enorme interés de muchas naciones vecinas y amigas por el logro de una solución política al conflicto en Colombia, de quienes brindan su territorio o se proponen mediadores en los diálogos. Respetamos sus criterios y siempre serán bien recibidos.
Sin embargo, el mundo debe convencerse de que el conflicto colombiano es particular, la experiencia de Centroamérica, de aquí o de allá, sirvió en esos países. Aquí el conflicto es interno y el problema de la paz es un asunto de Colombia. Las negociaciones sólo se pueden realizar en territorio colombiano, de frente al pueblo, para que sepa las cosas buenas que se logren, pero también si las noticias son malas, y las causas de los resultados.
Entendemos que es un problema interno y debemos con independencia buscar la solución. En realidad nuestra lucha desde hace mas de tres décadas es por el pueblo y por tanto no debemos darle la espalda y menos traicionarlo.

Narcotráfico y FARC
–Todo intento de las autoridades y del gobierno por vincularnos con el narcotráfico es una gran falsedad. Ni cultivamos ni cosechamos ni comercializamos la coca. El problema es mucho más profundo y a sus orígenes no desean llegar los gobernantes.
Es la pobreza de toda esta zona y de otras donde el campesino se dio cuenta de que los cultivos tradicionales apenas le alcanzaban para pagar su empaque, de ahí la búsqueda de una vía para sobrevivir y la encontraron en la droga. Sí, es cierto que hemos combatido al ejército y sobre todo a la aviación porque estamos en guerra y si estamos en una zona determinada y aparecen los enfrentamos.
Hay que pensar en el apoyo al campo, en la reforma agraria, en expropiar las extensas tierras ociosas de latifundistas y transnacionales paraentregarlas al campesino, pero con una política a largo plazo que asegure el futuro del campo y acabe con las injusticias sociales.
Las fumigaciones jamás serán solución. Son motivo de la muerte de animales y la conversión de tierras fértiles en estériles. Incluso hemos invitado a especialistas gringos para que vengan, visiten e inspeccionen bajo nuestra dirección las zonas cocaleras, de amapola y otros cultivos ilícitos, no sólo las comprendidas dentro del despeje, sino en el resto del país, para que se den cuenta de la realidad y que acaben con ese mito del vínculo del movimiento con el narcotráfico.
EE.UU., narco y FARC
–Ahora, no podemos olvidar algo que está estrechamente vinculado con este tema y es el de la asesoría gringa para la supuesta lucha contra el tráfico de coca. Cientos de millones de dólares han sido entregados a Colombia en logística, aviones y helicópteros, para radares y asesoría, la más reciente de 300 especialistas norteamericanos.
¿Para qué?, se puede preguntar uno si el narcotráfico no tiene ni es un ejército. Todo esto es una demostración más de la política injerencista de Estados Unidos en la campaña oficial contra la guerrilla.
El escenario político
–Nuestro país vivió y aún vive un momento de crisis política. De los partidos, en el interior de los conservadores, de los liberales e incluso de los comunistas existen diferencias. En este último punto debemos destacar que compañeros de lucha o pensamiento la abandonaron atemorizados por causas externas, como el derrumbe de la Unión
Soviética y el campo socialista.
Sí, este fenómeno nos afectó, pero nuestro movimiento estuvo preparado para sobrevivir la catástrofe, nos mantuvimos firmes porque no podíamos condicionar nuestra lucha a causas externas, siempre fuimos independientes. Hoy, como decía anteriormente, estamos más consolidados, pensando en nuestra gente, en la próxima etapa de la lucha por conquistar nuestras metas.
Los sueños del Comandante
–A mi edad, y después de décadas de lucha, mantengo mis sueños de ver una Colombia nueva, donde los colombianos se sientan seguros, con empleo, educación, salud, bienestar, donde se acaben con las injusticias que nos obligaron a tomar el camino de las armas, cuando el Estado nos declaró la guerra en Marquetalia, sur del Tolima en 1964. Estamos convencidos de que la hora llegará algún día.

 

Las FARC como un ejército
–Hemos avanzado mucho en nuestro concepto de ejército del pueblo, tenemos una amplia presencia en todo el país, las masas populares comprenden las causas de nuestra lucha y nos ven como la única salida de la crítica situación.
Nadie es obligado a sumarse a nuestras filas como comentan los medios de comunicación, muchas veces por orientación de las autoridades militares. El fenómeno de la masiva incorporación de juventud es el de la pobreza. Estotalmente falso que acá se le pague un salario a los guerrilleros o que sean reclutados por la fuerza.
Quienes nos piden el ingreso pertenecen a ese gran sector, el de la mayoría, que está convencido de la justeza de nuestra lucha.
Contamos con un secretariado unido y una tropa preparada para cualquier misión. Somos un ejército muy joven y ya demostramos quiénes somos. Ejemplos son muchos, la denominada Operación Destructor II en los Llanos del Yari en octubre de 1997 le sirvió de lección al mando militar cuando con más de 60 aviones y helicópteros debieron abandonar el campo de batalla.
Este avance en el campo militar es lo que nos ha llevado a la fase actual, lo que ha obligado al gobierno a sentarse a buscar un diálogo. Le comentó que ésta es una causa hasta el final, todos los camaradas del secretariado lo tenemos bien claro.

Las FARC como políticas
–Hoy estamos más consolidados, pensando en nuestra gente, en la próxima etapa de la lucha por conquistar nuestras metas. En lo político, por supuesto, jamás cometeremos los errores del pasado, no podrían contentarnos con promesas como la repetición de Los Acuerdos de la Uribe (1984), cuando en medio del cese del fuego asesinaron a 25 guerrilleros. Ni tampoco aceptaríamos la fórmula empleada después para desmovilizar al M-19 y al EPL. Pues si así fuera lo hubiésemos hecho hace 10 años para evitarnos todo este tiempo de vida en el monte. Esa experiencia fue nefasta, entregaron las armas ante promesas incumplidas y luego miles de sus miembros sabemos cómo y por quién fueron asesinados.
Para esto desde hace unos meses lanzamos la creación del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia. Tenemos la experiencia de la Unión Patriótica que le asesinaron a la totalidad de sus dirigentes y miembros. Por eso esta fuerza será por el momento clandestina en el campo y las ciudades. Este movimiento tendrá la misión de preparar a las grandes masas para el momento crucial, para cuando llegue la oportunidad de salir al escenario público, sin caer en el juego de los partidos conservador y liberal. En ese momento, el movimiento se sumaría a las FARC, a nuestro gran partido, ya con una organización ejemplar demostrada en la vida diaria y en el combate.

 

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