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BALANCE DE LA CONFERENCIA MUNDIAL SOBRE DOPING
Samaranch apenas pudo salvar los anillos

Por Eduardo Febbro desde Lausana, Suiza

t.gif (862 bytes) La familia olímpica encontró una solución de compromiso sonoramente publicitaria para salir del mal momento en que la habían encerrado los escándalos ligados al doping. Después de la avalancha de revelaciones sobre la corrupción entre los miembros del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch tenía que salvar su cabeza y el honor de COI elaborando una plataforma mínima para “luchar” contra el recurso a las más que generalizadas “substancias dopantes”. Así, el presidente del COI organizó en la ciudad suiza de Lausana una “Conferencia mundial sobre el doping en el deporte” cuya declaración final no satisface a nadie.
El texto de Lausana esboza un tímido intento de solución nada más que para uno de los tres problemas sometidos a discusión: el aspecto jurídico de la condenas a los deportistas, la elaboración de una nueva lista de productos prohibidos y la creación de una Agencia Internacional antidoping independiente. El primer problema enfrentó al secretario general de la FIFA, Joseph Blatter, con el mismo Samaranch. Presionado por las federaciones de fútbol, de tenis y de ciclismo, Blatter quería que se cambiara el régimen de las condenas, que empiezan con un mínimo de dos años de suspensión en caso de una primera infracción, adoptando un “abanico modulable” cuya sentencia mínima fuese sólo de seis meses. La declaración mantiene los dos años fijos pero entreabre la puerta para que, según “circunstancias específicas y excepcionales”, las penas sean modificadas. El segundo desafío que enfrentaba el COI, es decir la preparación de una lista coherente y unificada de substancias dopantes, quedó en la nada. En cuanto al tercero y más polémico, la creación de una Agencia Internacional, éste dio lugar a una ardua disputa entre los miembros del COI y los gobiernos de la Unión Europea que se opusieron a que fuese el mismo Comité Olímpico quien dirigiera la Agencia. El compromiso adoptado prevé la instauración de la Agencia pero con alcance limitado. Este nuevo organismo, financiado con 25 millones de dólares aportados por el COI, estará a cargo de un presidente elegido por la comisión de miembros que la componen, el mismo COI, los representantes gubernamentales y organismos inter y no gubernamentales. Contrariamente a lo que se podía esperar, la Agencia, cuyas estructuras se definirán dentro de tres meses, no efectuará los controles antidoping sino que funcionará como una “antena” de apoyo a las instancias ya existentes. La función quese le otorga en la Declaración de Lausana es más pedagógica que policial: se ocupará de decidir la extensión de los controles fuera de las competencias, la coordinación y la promoción de la acción preventiva y educativa así como la armonización de los procedimientos científicos y técnicos.
Como dijo un delegado español: “Lo que se está haciendo aquí es salvar el huevo matando a la gallina”. En su metáfora, el huevo es Juan Antonio Samaranch. La gallina, el mismo COI.

 

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