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POR QUE QUIERE SER SENADOR A PESAR DE SU IMPOPULARIDAD EN LA CAPITAL
Votar por suerte no hace falta

Tras la tapa de Página/12 sobre el síndrome de inmunidad adquirida, el ministro se ocupó de explicar por qué alguien puede ser senador designado en un distrito aunque nunca podría serlo por votación popular.

El ministro del Interior ayer, en la rueda de prensa que se forma al salir de su casa.
Se escudó en que el voto popular para los senadores no será decisivo hasta el 2001.

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Por Fernando Almirón

t.gif (862 bytes) “No necesito ni debo realizar ningún tipo de sondeo”, dijo ayer Carlos Corach ante la nube de movileros que lo interroga todas las mañanas. Hablaba de la chance de ser senador porteño por la minoría, designado por el Partido Justicialista. Como el ministro del Interior es, según las encuestas, uno de los políticos más impopulares de la Capital Federal, la confirmación de su deseo indica que está más dispuesto a aferrarse a la letra de la Constitución, que permite al PJ elegir a su candidato, que a medir su representatividad en el distrito.
Corach, que siempre luce expansivo al salir de su casa, parecía ayer seco y hasta vacilante al enfrentarse a los cronistas de televisión y radio.
Comenzó buscando añadir un marco formal, de apariencia menos dedocrática, a la posibilidad de convertirse en senador porteño por la minoría hasta el 2001.
–Un grupo de compañeros me viene ofreciendo hace rato ser senador. Estoy analizando la oferta y quiero que haya un alto grado de consenso– dijo.
Fue entonces cuando un periodista decidió ir al grano y le preguntó si realizaría una encuesta de popularidad. Corach dijo que no y aclaró que le corresponde al PJ seleccionar a su hombre en el Senado.
Después se enardeció ante la pregunta de si, para ser senador, desdeñaba el voto de la gente.
–No, permítame –cortó irritado.
Luego explicó lo que este diario había explicado ayer, cuando dedicó su tapa al tema con el título de “Síndrome de inmunidad adquirida”: que, de acuerdo con la Constitución de 1994, fruto del Pacto de Olivos, el senador por la minoría no necesita ahora que la gente lo vote. El voto popular comenzará a mandar, obviando las designaciones indirectas a través de las legislaturas, recién en el 2001.
–El cargo de senador, de acuerdo a la Constitución nacional, es discernido por el partido y en todo caso por la Legislatura de la Capital Federal –dijo textualmente–. Todos los actuales senadores cuyos mandatos vencen en el 2001 fueron designados de esta manera. Recién a partir de ese año serán elegidos directamente por el voto popular.
–¿Usted no preferiría ser senador por el voto de la gente? –insistió un periodista tras la clase de derecho constitucional modelo ‘94.
–¿Por qué no? –respondió Corach.
En el Gobierno, el clima de fondo que pudo reconstruir Página/12 se basa en dos elementos. Por un lado, el oficialismo sostiene que Corach necesita algún cargo público para seguir haciendo política cuando salga de la Casa Rosada y que no puede aspirar a obtenerlo apelando al voto popular. La senaduría le calza como un guante.
Por otro lado, la decisión, que es resistida dentro del propio peronismo y que ha motivado el lanzamiento de otra lista (ver nota aparte), tiene varios escollos en la máxima conducción del poder.
El primero es que el presidente Carlos Menem no quiere desprenderse de uno de sus principales colaboradores políticos en un año decisivo donde las elecciones generales de octubre representan sólo el final del camino. Antes están las internas del PJ, tanto las provinciales como las presidenciales. Corach es una pieza esencial para operar en la dura pulseada entre Menem y el gobernador Eduardo Duhalde.
A esto hay que agregarle las elecciones anticipadas para elegir gobernador previstas en varias provincias, la necesidad de conservar hasta el último día de mandato el control del poder político nacional y la meta de mantenerse en el Gobierno con el mínimo desgaste para el menemismo más puro. También para estas tareas Corach es una pieza clave en el equipo íntimo del Presidente.
Corach también lo sabe. El jueves por la noche se reunió con Carlos Menem para hablar sobre el lanzamiento de su candidatura y le expresó que,aunque gane la interna el 11 de marzo, cosa que a esta altura parece inevitable (ver nota aparte), quiere continuar a cargo de la cartera de Interior hasta el 10 de diciembre, cuando se produzca el traspaso del mando presidencial. Pero este deseo consensuado del Presidente y su operador favorito obligaría al PJ a dejar su banca vacía durante nueve meses (Corach debería asumir el 21 de marzo de este año) comprometiendo seriamente la mayoría oficialista en el Senado. Esa situación pondría en riesgo el control de la Cámara alta a la hora de sancionar leyes contra los deseos de la oposición.

 


 

BELLO, ERMAN Y PACHO LANZARON LA LISTA OPOSITORA
“Enfrentamos al aparato”

t.gif (862 bytes) “Siempre me tocó estar en la vereda opuesta a la de (Carlos) Corach”, aseguró ayer la secretaria de la Función Pública, Claudia Bello, pocos minutos después del anuncio de su lanzamiento como candidata a senadora por la Capital Federal en la lista que lideran Mario “Pacho” O’Donnell y Daniel Scioli, en la que Antonio Erman González figura como primer candidato a diputado nacional. “Sabemos que una vez más nos vamos a tener que enfrentar con el aparato que controla la superestructura del justicialismo; pero a mí ya no me entran balas”, señaló Bello, quien deberá disputar con el ministro Carlos Corach la banca del justicialismo porteño en la Cámara alta.
Ayer por la tarde en el hotel Bauen, O’Donnell y Scioli presentaron a los candidatos de la lista que competirá con la que lleva a Raúl Granillo Ocampo y Santiago de Estrada como precandidatos a jefe y vicejefe de la jefatura de Gobierno de Buenos Aires. La lista del ex secretario de Cultura de la Nación también incluye, además de Claudia Bello y Antonio Erman González, al duhaldista Eduardo Rollano, Jorge Rottemberg y Ana Kessler como precandidatos a diputados nacionales, y a Kelly Olmos como cabeza de lista de postulantes a la Legislatura porteña.
En el acto del Bauen, O’Donnell definió a su lista como de “lujo” y aclaró que en ella están representados el 80 por ciento de los afiliados y que contiene a “menemistas, orteguistas, duhaldistas”. El ex secretario de Cultura criticó a la lista opositora y en especial a los sectores de Granillo Ocampo y de Toma, por haber impedido “alcanzar la unidad, que hubiera sido lo ideal”.
A este punto se refirió también su compañero de lista y actual ministro de Trabajo, Erman González, al señalar que “hubo actitudes excluyentes al olvidar algunos sectores internos con trayectoria” y por los intentos de confeccionar las listas “desde un escritorio con un lápiz”. De todos modos, aclaró que estas diferencias no se transfieren al seno del Gabinete, donde coincide con Granillo Ocampo. “No enfrentamientos ni enemistades en el seno del Gabinete –puntualizó–, sino que existen diferentes propuestas, lo que no significa peleas.”
Los justicialistas coincidieron en la dura crítica a sus adversarios de la Alianza. “Buenos Aires es una ciudad maltratada y mal gobernada –afirmó O’Donnell–. De la Rúa llegó lejos con su estrategia de moderación que se transforma en cobardía, ineficiencia y pusilanimidad” y se preguntó “cómo puede resolver una crisis económica como la brasileña alguien que no puede resolver las inundaciones y que sólo enjaula estatuas en los parques”.

OPINION

 

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