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OPINION
Los chicos primero
Por Enrique M. Martínez *

Un juez de Tucumán ha tomado una medida dura, que limita las importaciones de varias marcas de calzado, por un pedido de la Asociación Obrera Textil, alarmada por la suspensión de 1600 obreros de la fábrica Calzar, que produce la marca Nike bajo licencia. Esa es una decisión extrema, que tiende a evitar el mentado aluvión de importaciones brasileñas.
El punto a señalar es que tal aluvión, de producirse, sería función de una decisión de la propia empresa instalada en Tucumán, que también tiene plantas en Brasil y que trasladaría su producción allá apoyada en la reducción en dólares de los salarios brasileños.
El 70 por ciento del intercambio de productos manufacturados entre los dos países se concreta entre filiales de las mismas empresas, por lo que queda encuadrado en la situación descripta.
Es cierto que esta crisis afecta a muchas pequeñas empresas. Es legítimo y urgente ocuparse de cómo protegerlas, tanto para conseguirles nuevos mercados de exportación como para evitar que un aumento brusco de algún rubro de importación las deje sin aire. Pero simultáneamente, si queremos soluciones de fondo es imprescindible separar los temas y darle un tratamiento diferente al intercambio entre lo que dependa de empresas que tienen fábricas en los dos países.
Ese intercambio debe ser equilibrado a partir de acuerdos sectoriales de fondo y a largo plazo, donde se establezcan pautas impositivas y de salarios, de las que nunca se ha hablado en la política regional. De lo contrario tales empresas reclamarán que la devaluación brasileña sea compensada con reducción de aportes patronales y reducción de impuestos. Luego reclamarán en Brasil que les den subsidios a la exportación. Luego aquí que les den reintegros equivalentes. ¿O ya lo han hecho? Este es un juego a pura ganancia de las corporaciones y a pérdida de sus empleados, sus consumidores y los gobiernos de los dos países.
Si lográramos que el árbol no nos tape el bosque, veríamos que detrás del drama de nuestras economías regionales y de las pymes –al cual debe atenderse con urgencia– está también cierta costumbre de mandar a los chicos adelante como escudo en un perverso juego, más perverso cuanto menos lo percibe la opinión pública.

* Economista de la Alianza.

 

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