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Por Mario Wainfeld domingo Cavallo sonríe, clava sus ojos en su interlocutor. No los sacará hasta que termine la entrevista. Uno de sus colaboradores, como quien no quiere la cosa, desliza un grabador al lado del de Página/12. La concentración y la verborragia del entrevistado parecen no tener fisuras. Cavallo desarrolla su discurso sin distraerse, a menudo sin registrar las interrupciones o las repreguntas. Aún después de apagado el grabador (el de Página/12, porque el suyo sigue prendido hasta la despedida) porfía argumentando. Sólo duda o titubea cuando se le habla de su actuación durante la dictadura. Cuarenta y ocho horas atrás estaba en Davos, Suiza, y seguramente ni miraba por las ventanas para ver cómo nevaba. Ayer, durante la entrevista, un diluvio azotaba la tarde porteña y tampoco le prestaba atención. Lo suyo es explicar que sigue en carrera presidencial, repetir que no le quitará a Gustavo Beliz la candidatura a jefe de Gobierno porteño, elogiar con un salvavidas de plomo a Fernando de la Rúa (es el político que más me ayudó). No dejar un hilo suelto, hegemonizar el diálogo, no desviar la mirada. Insiste en que está seguro de que va a ser presidente. Y parece convencido. ¿No se bajó de la carrera presidencial? No, en absoluto, en absoluto... Estamos abriendo un espacio político diferente al del justicialismo y al de la Alianza, que tiene un gran potencial. Quiero liderarlo. ¿No cree que en el 99 la polarización lo va a triturar? No. La última encuesta de Gallup muestra que la Alianza y el Justicialismo están muy parejos. Mientras eso ocurra vamos a jugar un papel importante, aun si no llegamos a la segunda vuelta. Por supuesto yo quiero, como objetivo de máxima, llegar a ser presidente y liderar un proceso de transformación no sólo en lo económico sino en lo social. Pero en lo inmediato, si logramos conformar un bloque de diputados que sea esencial para conformar las mayorías con que se van a definir las políticas en el período 1999-2003 me doy por satisfecho. Las elecciones tan polarizadas, ¿no son muy duras para la tercera fuerza? Mire lo que pasó en Córdoba y lo que pasa en general en las elecciones latinoamericanas. Bueno, en Colombia por ejemplo Noemí Sanín sacó el 25 por ciento de los votos y en Venezuela Chávez ganó con una fuerza que no era la tradicional. Irene Sáez, quien tenía un alto porcentaje de apoyo popular en Venezuela lo perdió cuando pasó a ser la candidata del COPEI, porque estaban tan desprestigiados los partidos políticos tradicionales que una buena candidata, al estar en un partido tradicional prácticamente desapareció de la escena política. Pero Córdoba se parece más a la Argentina que Colombia o Venezuela y ahí ustedes fueron... Primero, no nos fue mal en Córdoba, sacamos el 5 por ciento y el tercer lugar. Además De la Sota hizo campaña con el discurso nuestro, no con el de Menem... Yo me siento satisfecho porque las ideas del espacio político que lidero tuvieron algo que ver con el triunfo de De la Sota. De todas formas, quien se presenta a elecciones, usted mismo lo planteó, quiere conseguir votos y no sólo que sus ideas se impongan... Pero conseguir votos a nivel nacional y tener un buen bloque de diputados es una forma de conseguir que las ideas se impongan, ¿no?... Lo del bajo porcentaje depende de cuán cerca o lejos estén los otros dos partidos entre sí, si hubiera una tremenda diferencia... Nunca me pongo metas mínimas, yo aspiro a lo máximo, así que yo quiero sacar el 51 por ciento de los votos. (Risas.) Bueno, eso no lo va a sacar... No sé... ¿No sabe? No, porque en materia política hay muchas cosas... Supongamos que Menem sea el candidato del justicialismo, vamos a ver los últimos dos meses de campaña con Menem candidato del justicialismo, De la Rúa candidato de la Alianza y Cavallo candidato de Acción por la República, aliado con varios otros partidos. ¿Piensa que ese escenario lo favorecería? No es que me guste. Yo preferiría que el justicialismo tenga un candidato habilitado por la Constitución. No me atrae la idea de que Menem pueda llegar a ser candidato en base a una interpretación de la Constitución que va a ser un manoseo de nuestras instituciones. Pero yo creo que en ese escenario mi rol en la campaña electoral y el de nuestro espacio van a ser muy importantes. Amén que podemos ganar en la Capital, con Gustavo Beliz de candidato. ¿Beliz está ratificado? Porque a usted se lo colocaba como una posible solución para el dilema que tiene el PJ para presentar un candidato a jefe de Gobierno en la Capital. No, no... Nuestro candidato es Gustavo Beliz. Pero una alianza con el PJ no es imposible... El PJ puede decidir, en determinadas circunstancias, apoyarlo a Gustavo Beliz. También podría ocurrir que la Alianza UCR/Frepaso considerara que Beliz es el mejor candidato, en cuyo caso nos pondríamos a conversar. Nosotros para conseguir apoyo de otros partidos somos muy amplios. (Risas.) Usted se presenta con Gustavo Beliz. Pero Alfonsín hace un corte y dice: Hay un límite. Con Beliz se puede hablar y con Cavallo no. Alfonsín en eso se parece a los menemistas: tienen un problema con su propio pasado y... me echan la culpa a mí. Yo intenté ayudarlo a Alfonsín, permanentemente como intenté ayudarlo a Menem, a gobernar bien. A Alfonsín le llevé mi libro Volver a crecer y se lo expliqué. Después la Coordinadora radical utilizó un diarucho que tenían en esa época para atacarme y presentarme como el que había estatizado la deuda privada cuando era totalmente falso, para que Alfonsín ni siquiera se atreviera a hablar conmigo. ¿Su relación con Fernando de la Rúa es tan tensionada como con Alfonsín? Yo nunca he hablado mal de Alfonsín en política... es él el que me menciona a mí. Creo que, más que todo, inducido por gente como (el senador Leopoldo) Moreau, como Jesús Rodríguez, y ese tipo de dirigentes radicales... De la Rúa es todo lo contrario... Ese tipo de dirigentes radicales son dirigentes de primer nivel. Algunos, pero no todos. Pero De la Rúa es el dirigente político que a mí más me ayudó. Me ayudó para que los empresarios de Córdoba, en el año 77, decidieran crear la Fundación Mediterránea. El estuvo en la reunión inaugural de la Fundación Mediterránea con la cual yo pude organizar el equipo que estaba formado por profesionales, algunos de los cuales tenían simpatía por el radicalismo, otros por el peronismo, otros por el liberalismo. Nos uníamos porque teníamos un enfoque común de la problemática argentina y estábamos dispuestos a desarrollar un esquema de ideas y también propuestas para la acción a disposición de toda la dirigencia argentina. Por ejemplo, Juan Llach se incorporó a la Fundación Mediterránea después de un verano que pasó junto con De la Rúa en Yacanto en el 82... Con De la Rúa tenemos una relación de larga data. Nuestra gente, mucha gente nuestra lo apoyó en la interna que tuvo con Alfonsín en el año 82... Les fue bastante mal... ¿Dónde? En esa interna, en el 82... Bueno... obviamente ganó Alfonsín que era un hombre que para ese momento quizás era más adecuado que De la Rúa. Alfonsín encontró el discurso de la vida y de la paz y de la unión de los argentinos y de la pacificación que obviamente era lo que los argentinos reclamaban en ese momento. Mientras que De la Rúa estaba más ocupado de los temas económicos que en realidad no era lo que angustiaba más a la gente. Las circunstancias del 83 eran para Alfonsín, las circunstancias del 89 eran para Menem y no para Alfonsín ni para Angeloz. Antes de esta entrevista usted dio una conferencia de prensa con el diputado demócrata mendocino Carlos Balter y anunció algo curioso que le pido me explique: que ustedes apoyan la lista demócrata en la provincia de Mendoza aunque los demócratas no los apoyan a ustedes a nivel nacional. Es natural que a ellos les resulte más difícil definir un apoyo a un candidato como yo a nivel nacional, porque nosotros estamos recién, a nivel nacional, abriendo el espacio y en Mendoza ellos están primeros en las encuestas. Entonces yo, como soy un realista de la política, lo entiendo muy bien al Partido Demócrata de Mendoza y tengo la esperanza de que algún día ellos apoyen mi candidatura presidencial pero, de todas maneras, si no la apoyan explícitamente yo voy a trabajar para que la mayor cantidad posible de mendocinos entre los que votarán a Balter me voten para presidente. ¿Piensa que Duhalde va a ganar la interna del PJ? La verdad que no sé, no tengo elementos objetivos. Lo que no descarto es que el menemismo insista con un pronunciamiento de la Corte para que Menem sea el candidato justicialista. Hay algunos que lo descartan a mi criterio muy prematuramente. Usted que lo conoce a Duhalde, ¿cree que aceptaría esa decisión? No sé, pero me parece que dirigentes como Duhalde frente a una actitud de manoseo de la Constitución deberían estar dispuestos incluso a (en mi opinión, yo no me quiero meter) dividir al propio partido. Una de las cosas que el justicialismo tiene que demostrarle a la sociedad argentina es que es realmente respetuoso de las instituciones. Hace unos minutos le escuché decir una frase que me llamó la atención. Dijo que si la Argentina y Brasil tuvieran convertibilidad avanzarían más drásticamente y más rápidamente hacia una posibilidad de moneda única y hacia una posibilidad de política monetaria independiente. Eso quiere decir que usted reconoce que Argentina no tiene una política monetaria independiente, ni puede tenerla... Hoy Argentina tiene la mejor política monetaria que puede tener en defensa de los intereses argentinos, que es... ...no tener política. No, podría tener una mucho peor que la que tiene ahora, que sería la de meter inflación o tener tasas de interés muchísimo más altas combinadas con inflación, el tipo de política monetaria que teníamos antes. Argentina en este momento tiene por política reconstruir la credibilidad y la calidad de su moneda y para eso se está valiendo del dólar. Pero la convertibilidad tiene el gran mérito de que deja abierta la puerta para que cuando nuestra moneda sea mejor que el dólar, de mejor calidad que el dólar podamos tener política monetaria soberana en el sentido de, incluso, una política monetaria discrecional, como la que tiene el Banco Central europeo o como la que ha tenido el BundesBank alemán hasta antes de la creación del euro. ¿Todavía piensa que va a ser presidente o ya sabe que no lo va a ser nunca? No, yo voy a ser presidente, estoy absolutamente convencido. La única incertidumbre que tengo es si... Va a ser este siglo o el que viene... No, no... una cuestión física, es decir, si no me da un ataque al corazón o algo que me saque del medio en pocos años. Yo creo que soy uno de los dirigentes, no voy a decir el dirigente, que realmente está preparado para ser presidente de la Argentina, intelectual y técnicamente... y políticamente. ¿Quiénes son los otros? Yo creo que hay varios, sin duda los que son candidatos ahora. Pero a mí me parece que yo estoy muy bien preparado para cumplir ese tipo de funciones y para ofrecer un liderazgo transformador a la Argentina. Las estructuras políticas tradicionales en la Argentina no reivindican lo que es el valor de devolverle poder al ciudadano. Yo estoy convencido de que en el mundo bien organizado de dentro de cien años va a haber algo de la utopía liberal o de la utopía marxista en el sentido que el Estado y las normas y los órganos del Estado van a ser prácticamente irrelevantes, porque la sociedad estará tan bien organizada y las instituciones fluirán ganando un margen de libertad tan grande a las personas y a sus organizaciones espontáneas que el mundo va a ser como Suiza, no se va a saber quién es el presidente, porque van a ser mucho más fuertes las organizaciones locales. ¿Qué lugar va a quedar para personalidades como la suya, la de Menem, la de Alfonsín en ese mundo? Para las mías va a haber mucho espacio, porque yo soy justamente un organizador, es decir yo no veo el poder como un poder para decidir darle a Pedro, quitarle a Juan. Yo veo el poder como una forma de ayudar a que se organice la sociedad.
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