Se hicieron famosos al comienzo de la década volando cajeros, extorsionando a Coto y baleando al represor Bergés. Los fiscales que la investigan dicen que hubo una segunda ORP de los servicios.
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Por Laura Vales La fiscalía que investiga a la Organización Revolucionaria del Pueblo, el grupo que atentó contra el médico torturador Jorge Bergés, extorsionó a los supermercados Coto y voló decenas de cajeros automáticos, maneja una hipótesis escalofriante: que existieron en realidad dos ORP, una de ellas infiltrada y movilizada por un sector de la Policía Federal o algún servicio de inteligencia. El esquema de los encargados de la pesquisa fue resumido así por uno de los investigadores: Una de las ORP (a la que llaman verdadera para diferenciarla de la otra) estaba formada por militantes que venían de la izquierda; la mayor parte sus integrantes ya está detenida y procesada. La ORP trucha, en cambio, fue un grupo más parapolicial que otra cosa. Creemos que estuvo manipulado desde la División de Protección al Orden Constitucional (POC) y que funcionó hasta el 92. Las dos organizaciones coexistieron durante un tiempo y las dos cometieron delitos. Para llegar a esta conclusión se basan en elementos reunidos desde hace más de seis años, cuando explotaron las primeras bombas en sucursales bancarias, aunque los datos sustanciosos se acumularon recién después de la extorsión a Coto, en 1996. El expediente ORP está radicado en el juzgado de Servini de Cubría, quien junto a los fiscales Oscar Amirante y Guillermo Marijuán convocaron a la Gendarmería y la SIDE para trabajar en el tema. Las fuentes judiciales consultadas por este diario estimaron que el caso pasará a juicio oral antes de mediados de año. La hipótesis de los fiscales se ensambla con el rumor que desde un primer momento corrió en los pasillos de organismos de inteligencia: que la ORP era un sello de goma utilizado por los federales. También está a tono con las declaraciones del Gobierno tras el atentado. En esos días, de Menem para abajo, todos coincidieron en expresar que sus autores eran servicios o gente que estuvo ligada a ellos, aunque ahora ya no estén en la estructura del Estado. En la óptica de la fiscalía, lo que ocurrió fue diferente, pero parecido. Para explicarlo hay que hacer un poco de historia. El ataque a Bergés El 4 de junio del 95 el médico torturador Jorge Antonio Bergés fue baleado por dos personas a metros de su casa. Uno de los agresores llevaba un impermeable hasta los tobillos y una peluca de color castaño; los dos elementos fueron claves para su identificación posterior. Los atacantes huyeron en una Trafic blanca, que abandonaron y quemaron a pocas cuadras. Bergés fue uno de los más siniestros personajes de la dictadura. Como obstetra, supervisaba los partos de las detenidas en los campos de concentración. También presenciaba las sesiones de tortura de los detenidos para garantizar que no murieran mientras eran sometidos a la picana eléctrica. Había sido beneficiado con la Obediencia Debida y vivía en Quilmes. En el operativo del 4 de junio sobrevivió a 20 balazos. La ORP se adjudicó el hecho de inmediato, con un comunicado enviado a los medios desde un locutorio en el barrio de Palermo. Bergés fue internado en el Hospital Naval; en las paredes del centro aparecieron cinco días más tarde pintadas firmadas por la ORP, y en la vereda se descubrió un explosivo de fabricación casera. Siguió una ola de intimidaciones que incluyó unos 70 llamados telefónicos a figuras públicas, falsas amenazas de bomba a colegios y una explosión en una unidad básica de Merlo. Acusaciones cruzadas Francisco Benzi, ex cadete militar, ex militante en partidos de izquierda e informante de la policía, se presentó ante la revista Noticias una semana después del atentado y aseguró haber sido al mismo tiempo integrante la ORP y servicio de inteligencia del POC. Ante la Justicia, el informante mezcló verdades con mentiras y pidió dinero, un auto y un Movicom para hacer una investigación privada; parecía desesperado por un poco de efectivo. Su testimonio no condujo a nada, dicen los investigadores, pero Benzi dio algunos datos reales; sólo que él hablaba de la existencia de una ORP que nada tenía que ver con la que había atentado contra Bergés. Los orígenes de la ORP trucha se remontan a 1988 y a la Brigada Che Guevara, un grupo de militantes del Partido de la Liberación infiltrado por el POC. La Brigada se disolvió a fines de 1990 luego de un trágico asalto en el que murió una nena de 6 años (ver aparte) y reapareció poco después con la sigla ORP. Los memoriosos todavía hablan de este grupo como la ORP de Manzano, en alusión a quien era entonces ministro del Interior de Carlos Menem. Los informes de inteligencia de la época, a los que accedió este diario, también consignan a la ORP como el nombre adoptado por los integrantes de la Brigada para reciclarse. La aparición de Benzi en Noticias sacó de quicio a los integrantes de la otra ORP, que en un reportaje al diario uruguayo La República demostraron que eran los autores del atentado con pruebas inequívocas: tenían la cédula verde de la Trafic quemada y su patente original. Además mandaron un mensaje a Benzi: El dice que su vida peligra porque la ORP lo va a ir a buscar. Si aparece muerto en una zanja, que miren para el lado de sus jefes, no para acá. Uno de los orpianos que dieron este reportaje era Adrián Krmpotic, un ex militante del Movimiento Democrático Popular Antiimperialista (Modepa), partido político hoy extinguido. Poco después, en un reportaje televisado en Buenos Aires por Canal 9, Krmpotic junto a dos de sus compañeros, todos encapuchados, mostraron las armas usadas en el atentado. Benzi dijo que había identificado a uno de ellos: Es un batata, aseguró, en alusión a los integrantes del Batallón 601 de inteligencia. Los orpianos comenzaron a mandarle cartas para que dejara de mentir; qué miembro de la ORP podés ser vos, que aparecés en la tapa de la revista Noticias le reprochaban. Policías bajo sospecha Ni la Policía Bonaerense ni la Federal estaban convencidas de que la ORP fuera una organización de izquierda. Tanta era la desconfianza, que la SIDE tuvo varias semanas bajo control minucioso a un comisario mayor retirado que había pertenecido al POC. El hombre había sido el responsable directo de Benzi dentro de la Federal. Para los uniformados, la ORP era la ORP de Benzi, la parapolicial. Cuando en diciembre del 96 detuvieron en el Uruguay a uno de los extorsionadores de Coto, José Alonso, y se encontró la pista de Krmpotic, hubo verdadero desconcierto en el Ministerio del Interior y en la Policía Federal. Ambos se preguntaban si el atentado a Bergés y la extorsión eran obra de los viejos integrantes de la ORP controlada por el Estado, o si realmente se estaba en presencia de un grupo de izquierda. Bajo ese clima de sospechas cruzadas, el juzgado y la fiscalía terminaron impulsando personalmente la investigación. En el expediente está probado que el operativo contra Bergés fue realizado por la ORP verdadera. El hombre de la peluca castaña e impermeable fue identificado como Adrián Krmpotic. Una serie de elementos lo comprometen: Bergés lo reconoció como quien le había disparado, en su departamento se encontraron cartuchos del mismo calibre que el utilizado en el ataque y la chapa patente de la Trafic en la que huyeron. Además, en una baulera alquilada por él, se descubrió la peluca y anotaciones con la dirección de Bergés. La Justicia probó que el grupo llevó adelante la extorsión a los supermercados Coto, el robo de un camión de caudales y una serie de atentados contra cajeros automáticos. También que habían planeado el secuestro extorsivo del sobrino de un empresario, y casi logrado una segunda extorsión contra un tesorero del Banco Provincia. Sin embargo, los investigadores sostienen que buena parte de los explosivos en los cajeros automáticos fueron colocados por la ORP parapolicial. El análisis se basa en los materiales utilizados para el armado de las bombas, que no siguen siempre el mismo estilo, en las contradicciones encontradas en los informes originados en la propia policía y en los documentos secuestrados a la ORP de Krmpotic, que llevaba un minucioso archivo de cada operativo, reivindicaba los propios y desmentía los ajenos. Las pintadas en los paredones del Hospital Naval, custodiado por la Federal, tampoco habrían sido realizados por este grupo. Por último, recuerdan que la ola de intimidaciones en nombre de la ORP que siguió al atentado contra Bergés se extendió por todo el país, con particular énfasis en Rosario y Santa Fe. Semejante despliegue, explican, sólo puede ser realizado desde estructuras de inteligencia.
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