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A rey muerto, rey puesto, pero ahora Jordania es un enigma

La muerte proclamada del rey Hussein de Jordania, un reconocido centrista en el proceso de paz en Medio Oriente, deja abiertas dudas sobre el liderazgo nacional en manos del príncipe Abdulá.

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t.gif (862 bytes)  El anuncio oficial de la muerte del rey Hussein, tras 46 años de reinado, abrió ayer la era de la incertidumbre para una Jordania debilitada en un Medio Oriente donde el proceso de paz israelí-árabe está en crisis. Su hijo mayor, el nuevo rey Abdulá, juró ayer como sucesor, prometiendo a la comunidad internacional la continuidad, y dirigiéndose a su población lanzó un llamado a la unidad nacional. Pero el nuevo monarca, poco conocido por sus súbditos y por los dirigentes extranjeros, debe llenar un gran vacío dejado por la muerte de su padre, que fue uno de los principales protagonistas del proceso de paz en Medio Oriente.

El rey Hussein, que llegó al poder en 1952, supo superar numerosos y peligrosos obstáculos durante su reino, apoyándose en una experiencia política acumulativa. Una prueba del eminente lugar que ocupó es que más de 40 dirigentes extranjeros, incluidos el presidente norteamericano Bill Clinton y el ruso Boris Yeltsin, participarán hoy en sus funerales.

A los 37 años, el rey Abdulá asume el liderazgo en un país pequeño y de fronteras recientes, rodeado por países poderosos --Israel, Siria, Irak, Arabia Saudita-- y cuya población está decepcionada por los escasos frutos de la paz firmada con el Estado judío en 1994. Militar de carrera, el rey Abdulá debe afrontar el deterioro de la situación económica, con alrededor del 20 por ciento de desempleo.

"Preservaremos la herencia de Hussein en la edificación de una Jordania fuerte", aseguró ayer Abdulá en su primera intervención en calidad de soberano. Poco antes había afirmado que la transición se haría "de manera suave" y que proseguiría "la política tradicional" del reino.

Pero en cada uno de los puntos cardinales de Jordania se perfila una crisis. Los palestinos quieren proclamar su independencia en momentos en que en Israel los halcones se hallan en el poder y se desarrolla una pendenciera campaña electoral. Por otra parte, el enfrentamiento entre Irak y Estados Unidos se agravó en los últimos meses. La caída del precio del petróleo y la enfermedad del rey Fahd, un octogenario cuyo príncipe heredero tiene 75 años, suscitan interrogantes sobre el futuro de Arabia Saudita. Finalmente, en Siria el presidente Hafez al-Assad, de 69 años, prepara discretamente su sucesión promoviendo a su hijo Bachar, de 34. En medio de ese delicado entorno, el rey Hussein era considerado como un factor de estabilidad. Hussein, que firmó personalmente la paz con Israel en 1994, fue hasta el final un ardiente defensor de la paz en el conflicto que desgarra la región. Pese a los reveses del proceso de paz, el rey insistía en mantener vínculos estrechos con Israel, con una fe proclamada de que son los pueblos, más que los gobiernos, quienes deben sellar la paz.

En octubre pasado, ya muy enfermo, el soberano hachemita había acudido al centro de conferencias de Wye River, cerca de Washington, para impulsar la firma de un acuerdo difícilmente negociado por los israelíes y palestinos. Pero desde entonces el acuerdo fue congelado por Israel.

Estos últimos días, los responsables jordanos se esforzaron en apaciguar las inquietudes internacionales señalando que el país superaría la muerte del rey Hussein. "Nuestra nación se apoya en instituciones sólidas, es un país de continuidad", subrayó el ministro de Información, Nasser Jawdeh. Pero ya los vecinos de Jordania se acusan mutuamente de querer aprovechar la desaparición del rey. Israel acusa a Siria de querer desestabilizar a su vecino. Damasco afirmó que Israel no renuncia a querer transformar a Jordania en una patria "de recambio" para los palestinos. E Irak asegura que Israel, Siria y Arabia Saudita quieren desmembrar a Jordania.

 

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