The Guardian
de Gran Bretaña
Por Roger Dobson
Desde Londres
Conrad
Newman acaba de revelar su revolucionario nuevo tratamiento para la agorafobia. Su terapia
para aquellos que les temen a los amplios espacios abiertos sorprende porque sus pacientes
no tienen que salir de sus hogares para comenzar el tratamiento. No más citas con el
doctor ni visitas al hospital: llegará a ellos vía Internet. El tratamiento de Newman,
de la Universidad de New York, es el primero disponible a través de Internet. La terapia,
a la que se accede totalmente a través de la pantalla de una computadora, les muestra a
los pacientes la mejor manera de tratar su problema, les habla a través de imágenes de
espacios abiertos y finalmente los conduce, por medio de una exposición virtual al afuera
real. La relación médico-paciente se hará intercambiando e-mails, por lo menos hasta
que los pacientes se sientan capaces de salir a la lucha. Este es sólo uno de los avances
en materia médico-informática, que según las previsiones se concretarán a lo largo de
este año.
En los próximos 12 meses se verán enormes adelantos en el uso de las telecomunicaciones
para ciertos tratamientos. En Gran Bretaña, dos proyectos ya están probando el uso de
líneas telefónicas para hacer llegar los resultados de radiografías a los médicos
rurales, y se espera que se pongan en práctica los primeros proyectos de salud
tele-social, donde los pacientes son monitoreados electrónicamente en sus
hogares. También hay proyectos sobre los tratamientos con realidad virtual para una serie
de enfermedades que incluyen la anorexia, la impotencia, los desórdenes de stress
postraumáticos, en los que los pacientes están inmersos en un ambiente virtual y
expuestos a imágenes de esos elementos a los que les temen o que los impactan. En
Valencia, por ejemplo, el doctor Conxa Tordera está concluyendo los detalles del primer
proyecto para utilizar la realidad virtual para tratar desórdenes alimenticios. En la
terapia tradicional, los pacientes con anorexia o bulimia son expuestos a las imágenes de
ellos mismos muy flacos en la forma de fotos o de videos para intentar que coman. En la
terapia de realidad virtual de Tordera, el paciente se pone un casco y entra en un mundo
virtual que ya está habitado por su propia imagen tamaño natural en movimiento. Dentro
de este mundo virtual ellos podrán caminar al lado o detrás de ellos mismos y obtener
una imagen más objetiva y exacta de cómo se ven realmente. Los investigadores esperan
que esto ayude a los enfermos a atravesar ese autoengaño, que es parte de su condición.
También se esperan grandes desarrollos en la tecnología para los diabéticos y las
mujeres embarazadas. Una de las grandes tareas para los diabéticos es que deben medirse
el nivel de glucosa en la sangre regularmente utilizando una aguja. Pero un nuevo aparato
diseñado como un reloj pulsera, que se espera que sea aprobado por las autoridades
reguladoras este año, les evitará la tarea de medirse el azúcar en la sangre. Fabricada
por la compañía norteamericana Cygnus, el pequeño aparato llevado en la muñeca usará
una pequeña cantidad de electricidad para sacar la glucosa a través de la piel, sin
agujerearla, y depositarla en una almohadilla donde el nivel se mide constantemente. Esto
le permitirá a la gente que sufre de diabetes mantener más fácilmente un preciso
control de azúcar en la sangre, que ya se comprobó que evita complicaciones como
problemas circulatorios y de visión.
Está en pleno desarrollo también un nuevo test de ultrasonido para el síndrome Down,
que puede reducir la necesidad de amniocentesis, un procedimiento que consiste en pinchar
el útero para extraer flujo de la placenta. La técnica, llamada traslucidez nucal, está
basada en el descubrimiento de Kypos Nicolaides del Kings College Hospital en
Londres, de que la existencia del síndrome está indicada por un aumento en el grosor de
la membranas en la parte de atrás del cuello. Utilizando unescaneo ultrasónico para
medir el grosor de este rollo de carne, el test parece poder detectar el síndrome a las
10 semanas de embarazo, en lugar del actual de amniocentesis a las 18 semanas. En los
estudios preliminares, el test detectó un 90 por ciento de bebés Down a las 10 semanas.
Es probable que 1999 también vea el desarrollo de la mano artificial más avanzada hecha
hasta ahora, en la que los cuatro dedos y el pulgar se moverán por la electricidad
generada cuando el paciente mueva los tendones de su antebrazo. La pequeña corriente
producida cuando los tendones se rozan entre sí disparará un chip de computadora
incrustado en el brazo, que entonces transferirá los mensajes para mover la mano. La
mano, desarrollada en la Universidad de Rutgers en New Jersey, no sólo servirá para los
amputados sino también para niños que nacen sin un miembro y los investigadores creen
que los pacientes podrán controlar la mano robot con tanta precisión con este método
que podrían usarla para tocar el piano. La tecnología permitirá que el chip esté
conectado con alambre directamente a una computadora, evitando la necesidad de una mano en
el teclado o en el mouse.
Ingenieros bioquímicos en numerosos centros también están finalizando trabajos sobre
robots que funcionarán como asistentes de los cirujanos. Los robots sostendrán
endoscopías, monitores de señales vitales, y hasta llevarán a cabo incisiones menores.
Una de las ventajas de los robots es que, programados adecuadamente, son más exactos que
los humanos en muchas tareas precisas pero repetitivas. Inicialmente los robots estarán
activados eléctricamente utilizando una especie de joystick, pero dentro de cinco años,
dicen los expertos, serán controlados por la voz: los médicos simplemente les dirán a
sus colegas robots lo que deben hacer.
Pero el mayor desarrollo en la carrera hacia el milenio probablemente esté en la
genética. Con el Proyecto del Genoma Humano que apunta a trazar un mapa de todo el genoma
humano, nuevas posibilidades surgen diariamente. Uno de los últimos en emerger del
proyecto es el concepto de personalizar las drogas para tomar en cuenta las diferencias en
el ADN de los pacientes. En Gran Bretaña se cree que hasta 15.000 personas mueren por
reacciones adversas a las drogas que les fueron recetadas. Uno de los problemas con el
infinito aumento de drogas en el mercado es que las pruebas clínicas no detectan los
efectos colaterales menos frecuentes. Si una reacción adversa ocurre en una de 20.000
personas, por ejemplo, una prueba que involucre a 10.000 probablemente no la
identificaría.
Están en desarrollo además nuevas familias de drogas hechas a medida basadas en las
variaciones genéticas de los individuos. Al identificar y catalogar estas variaciones,
será posible detectar las personas que probablemente tengan una reacción adversa a una
determinada droga antes que la tome. Ya bien dentro del milenio, el potencial de
tecnología genética es que los médicos podrán decir con exactitud quién es
susceptible a tal enfermedad, años antes de que la contraigan.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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