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OPINION
En el Olimpo
Por Luis Bruschtein

A veces sorprende lo que piensan las personas. De repente, alguien inteligente sale con una gansada. O alguien de derecha empieza con un discurso de izquierda o viceversa. Pero lo que dice el ministro no sorprende, podría decirse que hasta tiene una coherencia que no es política.
El hombre que concibe la economía del país desde los grandes negocios de unos pocos a costa de la marginación de la mayoría, necesariamente tiene que estar molesto por las indemnizaciones a los familiares de los desaparecidos. Si hubiera dicho otra cosa estaría mintiendo.
En realidad, la actitud de Fernández es coherente con la de las grandes empresas que fueron conformando el capital dominante a partir de la dictadura, cuando se produjo una especie de trasvasamiento en ese nivel. Desde los militares hasta los intelectuales, desde los sindicalistas hasta los religiosos, participen en el debate político, ético o social, algunos defienden a la dictadura, otros la critican, hablan de corrupción, de desocupación, de justicia, hay peleas y enfrentamientos.
Los grandes empresarios nunca opinan ni participan. Pontifican desde cifras macroeconómicas o para quejarse
de las cargas sociales, los impuestos o los contratos laborales. Es como si estuvieran por encima de los demás. Piensan
sólo en sus negocios y piden a los otros que se sacrifiquen por ellos, como si ése fuera el orden natural de las cosas. Que a nadie se le ocurra pedirles un mínimo sacrificio porque sería ir contra leyes divinas de la economía. Antes había monarquías por derecho divino y ahora el modelo ordenó reyes por el derecho divino del mercado.
Fernández habla desde ese Olimpo. Abajo hay dolor,
pasión, alegría, desesperación, en la lucha terrena por un destino común digno, pero el Olimpo no se inmuta.
Cuando se escucha la voz de lo alto, los políticos, los jubilados, los empresarios y comerciantes menores, los trabajadores y desocupados deben suspender sus escaramuzas para mirar hacia arriba. Es un lugar privilegiado, pero cualquier historiador diría también que es demasiado peligroso.

 

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