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Por Victoria Ginzberg Gabriela se despertó y le avisó a Pablo, que estaba a su lado, que sentía dolores. Su hijo iba a nacer. Estaba acostada sobre un colchón finito, muy flaca y desnuda. Ambos se encontraban en una celda del centro de detención Pozo de Banfield. Los partos clandestinos supervisados por el médico Jorge Antonio Bergés de Gabriela Carriquiriborde y de Stella Ogando Montesano fueron relatados ayer ante el juez Adolfo Bagnasco por Pablo Díaz, sobreviviente de La Noche de los Lápices. Díaz fue secuestrado el 21 de setiembre de 1976 en la ciudad de La Plata por miembros del Ejército y del grupo de tareas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Luego de estar detenido una semana en el campo Arana, fue trasladado al Pozo de Banfield, caracterizado por Díaz como un centro de depósito de adolescentes y embarazadas a la espera de lo que resolviera la Jefatura de la Policía de Buenos Aires. Allí, Díaz vio a tres mujeres embarazadas y presenció dos partos. Ayer, ante el juez que investiga la existencia de un plan sistemático para apropiarse de los hijos de los desaparecidos, Díaz detalló la metodología de Bergés para atender a las embarazadas que estabandetenidas en el Pozo de Banfield. Era una característica del médico poner a otro detenido con la embarazada entre tres y dos semanas antes del plazo estimado para el alumbramiento, aseguró. A principio de diciembre de 1976 Díaz fue trasladado a la celda de Gabriela Carriquiriborde. Tenía los ojos tapados por algodones sujetos con cinta adhesiva y se comunicaba con su compañera a través del tacto: le tocaba la panza y se apoyaba en ella para escuchar los latidos del bebé. Pablo, me viene, me viene, lo despertó un día la mujer, a punto de dar a luz. Los detenidos llamaron a gritos a los guardias, que llegaron con una chapa donde trasladaron a la parturienta a otro sector del campo. Después de que se escuchara el llanto del bebé, Bergés le dijo al resto de los detenidos que Carriquiriborde estaba bien, que había tenido un varón y que iba a ser trasladada a una chacra en la que iba a poder criar a su hijo. Ella y su bebé aún están desaparecidos. El segundo parto fue el de Stella Ogando. Su compañera de celda, Alicia Carminati, fue la encargada de empezar a gritar para llamar a los guardias cuando llegó el momento. Con Ogando que también tuvo un varón se repitió el procedimiento, pero esta vez la detenida volvió al calabozo y contó a los demás su experiencia. En un momento le cambiaron la venda y Stella pudo ver una mesa con instrumentales, un lavatorio y frascos. Pero luego la volvieron a vendar y la ataron a una cama en la que tuvo a su hijo. Al bebé se lo pusieron en el pecho por una horas, después la higienizaron y la trasladaron a otra pieza donde había una cama a la que le ataron las muñecas. Al hijo se lo dejaron, con ropa, junto a ella. Después de tres o cuatro días Bergés volvió a buscar el bebé, narró Díaz. Ogando había conservado el cordón umbilical y en la primera salida a comer, los detenidos se lo pasaron de mano en mano hasta que llegó a su compañero, Jorge Ogando. Díaz salió del Pozo de Banfield a fin de mes. En ese momento, otra detenida, Cristina Navaja de Santucho, estaba por tener familia. Como responsables de ese centro clandestino, el testigo nombró al comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, al fallecido general Ramón Camps, y al teniente coronel Ricardo Campoamor, que dependía del ex general Guillermo Suárez Mason.
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