El nombre del padre en el origen del psicoanálisis

En casi todas las religiones hay algo que se conecta al psicoanálisis: la problemática del padre, nada más y nada menos que Dios.

Por José Manuel Ramírez

Lacan se pregunta en el seminario que dicta en el año 1973, ¿qué habrá tenido que ver el hecho de que Freud fuese judío con el descubrimiento del inconsciente? Lo que quiere decir es que es necesario lógicamente que haya alguna relación, pero ¿cuál? Detractores del psicoanálisis, por este hecho que no dejan de vislumbrar, despectivamente hablan de la ciencia judía. Sin embargo Jacques Lacan, de quién no es posible negar su importancia para el psicoanálisis, pertenecía a una familia de raigambre profundamente católica, toda su formación en la infancia y la adolescencia fue adquirida en colegios católicos. Tan es así que hasta su hermano Marc Francois (Lacan) �su nombre en religión� tomó los hábitos e ingresó a la Abadía de Hautecombe en Saboya en 1929, dedicándose siempre a estudios de fisolofía y teología patrística y medieval.

En el seminario IV sobre "Las relaciones de objeto y las estructuras freudianas", Lacan hace una breve referencia en una de las últimas clases, al tipo de madre que en cierto concierto puede producir un hijo que como su hermano tome los hábitos. Esta profunda formación católica no le impidió, al contrario diría que favoreció, su monumental tarea de lectura de la obra freudiana y su trabajo de formalización del discurso del psicoanálisis. Sin lugar a dudas hay algo en todas las religiones, o por lo menos en la mayoría de ellas, que se conecta al psicoanálisis. Ese algo es, ni más ni menos, que la problemática del Padre para el psicoanálisis, es decir en cada una de las religiones, de Dios. Freud habló de ello, por ejemplo en su "Totem y Tabú" y Lacan prometió y nunca dio un seminario, sobre "El nombre del Padre".

Bien, esta introducción es para crear el clima necesario, para presentar aquí en esta página el libro de Norberto Rabinovich El Nombre del Padre. Articulación, entre la letra, la ley y el goce, aparecido recientemente en la conocida colección "La clínica en los bordes" -que dirige Pura Cancina-de Homo Sapiens Ediciones.

Norberto Rabinovich, que fue miembro fundador, junto a otros, de la Escuela Freudiana de Buenos Aires -en la que permaneció hasta 1994- , se ha introducido e investigado sobre una temática espinosa y ardua, pero que realiza con solvencia y con minucia, apreciándose la dedicación de años. El mismo dice de entrada que fue releyendo por enésima vez el seminario N§ 3 sobre "Las psicosis", hace 15 años descubrió la relación entre la noción Nombre del Padre y lo que en la tradición judía es el impronunciable e incognocible Nombre del Padre, que enlaza conceptos basales de la teoría freudiana como "la represión originaria", "el padre originario", etc.

Es un libro en el que se lee el esfuerzo de un hombre, durante años, por despejar una cuestión oscura, y sobre todo de articularla.

Como él mismo dice, "El gran secreto" -título del primer capítulo en el que en uno de sus apartados- se aboca a lo que fue durante los siglos XIII y XIV una corriente de pensamiento conocida como "La Cábala", que desarrollaron los místicos judíos que dedicaron sus vidas a desentrañar la verdad oculta en el Nombre de Dios.

Comienza así adentrándose en la tradición judía para responder aquella pregunta de Lacan sobre la relación del judaísmo de Freud y el psicoanálisis, aunque no la planté en estos términos. Y recorre en su lectura no solamente los textos de Freud y de Lacan que desarrollan su tésis, sino también a otros psicoanalistas como a Jean Allouch, que escribió un riguroso ensayo sobre el origen de la escritura, conocido como "La conjetura de Lacan sobre el origen de la escritura". A otros, a los que discute como a J.A. Miller sobre un cuestionamiento que hizo éste a la función de la interpretación, que según N. Rabinovich tuvo gran repercusión en el movimiento lacaniano de nuestro país. Miller habría planteado "el relevo del reinado de la interpretación en la técnica analítica, por considerarla un instrumento ineficiente para alcanzar ese real que Lacan consigna como fin de la tarea analítica. Miller señalaba un viraje inexistente en la evolución de Lacan al respecto". Proponiendo a cambio de la interpretación el "acto analítico", luego del hallazgo del objeto a en Lacan. No voy a dar aquí la respuesta que escribe Rabinovich en su texto, pero dejo en claro que sin lugar a dudas el libro presenta su sesgo polémico, que no rehuye, lo cual de por sí le da un lugar distinto al de la evitación fóbica o al de la represión del conflicto.

En otro orden de cuestiones, quizás no la menor, tratándose justamente de la cuestión del Padre, precisamente en el capítulo destinado a elucidar el Padre Real, reconoce la trascendencia que tuvo Oscar Masotta en la introducción del pensamiento de Lacan en la Argentina. Destacando que éste no sólo marcó a quienes fueron discípulos directos de él sino a muchos que ni siquiera alcanzaron a conocerlo personalmente. Rabinovich reconoce su deuda con Masotta aunque ellos no le impedirá discutir o revisar críticamente algunos puntos nodales de enseñanza, y afirmar además qué fue lo que Masotta no articuló.