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La votación que definirá el juicio político (impeachment) a Clinton fue demorada hasta hoy, en una coincidencia más que irónica, ya que en esta fecha se festeja en Estados Unidos el Día del Presidente. La realidad parece ajustarse a esta combinación. Es casi seguro que de los dos artículos de impeachment, el de perjurio sea derrotado por una mayoría simple en el Senado con cálculos de hasta 10 republicanos desertando, y se especula que el de obstrucción de justicia podría correr una suerte similar. En cualquier caso, la exoneración es segura, y la alternativa demócrata de censura parlamentaria al presidente está paralizada por falta de consenso con los republicanos. La Casa Blanca anunció que Clinton emitiría una declaración a la nación en la que se disculpará nuevamente y afirmará que sólo está ansioso por seguir con el trabajo. El titular republicano de la Cámara baja, Dennis Hastert, pareció reciprocar el ramo de olivo tendido por el presidente, y anunció que lo invitaría al Congreso para empezar a hacer trabajo productivo. Creo que ya ni habrá 50 votos a favor (del impeachment), confesó ayer en forma desconsolada el respetado y miembro del ala dura republicana senador Orrin Hatch. Las declaraciones de sus correligionarios parecen confirmar el pesimismo de su prognosis. Tres republicanos anunciaron el miércoles que votarían por la exoneración de Clinton en ambos cargos, y el republicano Slade Gordon declaró que absolvería a Clinton del artículo de perjurio, pero que lo condenaría por el de obstrucción de justicia. Gordon agregó que seis de sus colegas partidarios harían lo mismo. En efecto, ahora la atención se ha centrado en si el artículo de destitución por obstrucción será rechazado por mayoría. La senadora demócrata Barbara Boxer estimó que la defensa de Clinton había generado dudas razonables en varios senadores republicanos sobre el cargo, y su colega demócrata Charles Schumer declaró que la gran cuestión es si obtiene 50 votos. Pero nadie se atreve a predecir si suficientes republicanos estarán cómodos con absolver totalmente al presidente. Por lo pronto, los demócratas mismos parecen incómodos con la perspectiva, ya que todo parece indicar que no estará acompañada de una moción de censura parlamentaria. Cuando estaban a la defensiva en las fases iniciales del proceso, varios congresistas demócratas intentaron darles a los republicanos su libra de carne comprometiéndose a una moción severa de censura a Clinton, lo que ahora las encuestas indican que cuenta con el apoyo de la opinión pública. Pero el ala dura republicana está empecinada en hundirse con el barco que armaron del impeachment, y los moderados no se ponen de acuerdo con los demócratas sobre el contenido de tal moción. Si no es votado por una mayoría absoluta, el proyecto de censura pierde gran parte de su sentido, y el Partido Demócrata no puede gestionar eternamente la moción en solitario. Victoria en toda la línea para Clinton todo parece indicar, pero todavía le queda un frente abierto: el infatigable fiscal independiente Kenneth Starr. El fiscal ya dejó trascender que no descarta enjuiciar a Clinton antes de que se termine su mandato, y que sus acusaciones podrían abarcar no sólo el escándalo Lewinsky sino otros casos de indiscreción sexual de Clinton y también el escándalo inmobiliario de Whitewater. Y como si fuera poco, el líder de la banca republicana del Senado, Trent Lott, le dio más munición al exigir que se investigue un presunto sistema nixoniano de escuchas telefónicas en la Casa Blanca. Legalmente, no hay límite de tiempo ni de dinero para que Starr prosiga todas estas investigaciones, que podrían llevar a la Corte Suprema. Starr ve al presidente como alguien que ha violado verdaderamente la ley y que merece ir a prisión -afirmó un asesor de Clinton. El presidente no puede descansar mientras él esté presente. Puede que no sea por mucho. A pedido de los demócratas y de los abogados de Clinton, el Departamento de Justicia está llevando a cabo una investigación sobre los métodos que el fiscal utilizó para recabar suspruebas contra Clinton. Esta investigación fue atacada por los republicanos, con Hatch quien preside la Comisión Judicial del Senado declarando que este Departamento de Justicia es, en opinión de muchos, el más partidista del siglo. La titular del cuerpo, Janet Reno, negó cualquier motivación partidista, pero ella fue designada en su cargo por Clinton, y es la única persona que tiene el poder si considera que hay razón suficiente de dejar cesante al superfiscal Starr.
DOS MUERTOS POR BOMBARDEOS DE EE.UU. EN IRAK Por Ferrán Sales desde Jerusalén
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