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OPINION
¿Y a mí qué?
Por Eduardo Aliverti

Con las excepciones de rigor, el conjunto de análisis sucedidos alrededor de la interna del peronismo es de una frivolidad deprimente. O bien, ya no corresponde esperar otra cosa siendo que el espacio que la economía le dejó a la política es, casi, inexistente en términos materiales. Y por lo tanto, evaluar acontecimientos políticos –como la movida menemista de cara al 11 de abril– se convierte en el mero y aburrido ejercicio de informar u opinar sobre pujas personales (cuyos resultados, encima, no interesan más que a sus protagonistas).
No se trata de que los razonamientos vertidos hasta ahora carezcan de exactitud, o de capacidad de prospección. En todo caso, es sugestivo que, a la hora de juzgar el nuevo paso “atrás-adelante” dado por Menem en su puja con Duhalde, nadie haya contemplado el golpe que para el Presidente significó la aproximación entre el gobernador y Domingo Cavallo. Que el enemigovio del Jefe de Estado pudiera aliarse con el ex ministro –tercera fuerza electoral– es un dato que ningún análisis serio puede obviar, al momento de entender por qué Menem resolvió juntar todo lo que hiciera falta pero, ahora, para dar pelea en las urnas. Aunque eso le sepulte, concluyentemente, la quimera recontraeleccionista.
Salvo esa carencia deductiva, casi todo el resto de lo que se lee y escucha circula por andariveles que no por previsibles y plúmbeos dejan de ser certeros. Que se viene por fin la madre de todas las batallas. Que habrá que ver si Pierri acepta sacrificar aspiraciones electorales en el altar del antiduhaldismo, porque si no acepta será improbable derrotar al gobernador en su territorio. Que si Ortega admitirá comerse el sapo de Pierri como se lo tragó Cafiero. Y así sigue una lista insoportable de especulaciones, disfrazadas de razonamientos sesudos, frente a la que la mayoría de los ciudadanos, abrumada por problemas de empleo, salarios, violencia, sistema educativo, atención sanitaria, se pregunta: ¿Y a mí qué? ¿En qué me puede mejorar aunque más no fuere una uña de mi calidad de vida este circo de palacio? ¿Qué mínima diferencia ideológica o propositiva exhiben estos tipos? O del mismo modo, ¿para cuándo alguna alternativa de cambio real desde el cuerpo de ideas de la Alianza?
Es cierto que la población debe sentirse co-responsable de este vacío en tanto se desentiende de la actividad política, dejando que la protagonicen quienes se sirven de ella. Tan cierto como la nula contribución que, para revertir ese estado de cosas, aporta un conjunto de “pensadores” definitivamente dedicados, parece, a hurgar en las cáscaras vacías.

 

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