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La ofensiva judicial-parlamentaria en Paraguay contra el general ex golpista Lino Oviedo y su hombre de paja, el presidente Raúl Cubas, sufrió ayer su primer revés. El Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) le devolvió a Oviedo el derecho de presentarse a elecciones, del que lo había despojado hace sólo una semana. Es un rayo de luz en un escenario oscuro para el ex golpista. El juicio político al presidente continúa sobre rieles, y en la Cámara baja la pelea se ve muy reñida. A la oposición sólo le faltan tres votos para lograr una mayoría para enviar la destitución al Senado, y no se puede descartar que haya deserciones entre las filas de los oviedistas. Aunque en el Senado es seguro que Cubas sería absuelto, el presidente anunció sorpresivamente que si la votación en la Cámara baja le era desfavorable, "pueden estar seguros de que al día siguiente estaré en mi casa". Aunque todavía faltan meses para que comience el "impeachment" paraguayo, Cubas redujo así de un golpe su margen de salvación al filo de una navaja. En efecto, el súbito "ablande" de Cubas es incongruente con su actitud inicial de desafío ante los ataques opositores. El lunes había calificado de "impertinente" el ultimátum del titular de la Corte Suprema Wildo Rienzi de encarcelar en 72 horas a su padrino político Oviedo (la génesis del juicio político), para luego denunciar una enorme conjura contra él, fabulada por políticos que siguen a su predecesor presidencial --y actual senador vitalicio-- Juan Carlos Wasmosy. Pero ahora juega todas sus cartas por la lealtad unánime de sus parlamentarios en la Cámara baja, una maniobra riesgosa en vista del carácter turbio de la política paraguaya. Muy riesgosa, en realidad. Ayer varios partidarios de Cubas comenzaron a hacer circular ideas en el sentido de llegar a un acuerdo en el Parlamento para evitar el juicio político. Hasta ahora, parece probable que el contenido del compromiso no fuera satisfactorio para Oviedo, ya que incluye su arresto "simbólico". Aunque esto estaría seguido de un indulto parlamentario, contar con que un Congreso dominado por sus enemigos lo indulte es temerario. Sin embargo, Oviedo puede carecer del control necesario sobre sus escaños en el Parlamento para evitar ese compromiso. Pero la contramarcha ayer del TSJE le dio una oportunidad dorada de recuperar terreno perdido en su propio Partido Colorado, dividido entre el ala oviedista, y los disidentes que siguen al vicepresidente Luis María Argaña. Estos se unieron con los liberales-progresistas en el Congreso para formar la coalición parlamentaria contra Cubas, y son cuadros que Oviedo necesita desesperadamente neutralizar para disminuir la presión sobre él y su ahijado presidencial. Y con la última decisión del TSJE, Oviedo tiene la oportunidad de capitalizar su fuerte apoyo popular para derrotar a los argañistas en las internas proyectadas para abril, y consolidar su control sobre el partido. La perspectiva no es agradable para la oposición, que ayer redobló sus ataques al presidente y al "traidor" TSJE. "Es delirante, inconcebible", afirmó fuera de sí un opositor cuando se enteró del fallo del Tribunal Superior. El vicepresidente del organismo, Carlos Mojoli, justificó su decisión argumentando que el pedido la Corte Suprema para despojar al ex golpista de sus derechos electorales había sido "irregular". Esto habría sido así porque el titular de la Corte que la ordenó, Waldo Renzi, fue electo a su cargo "sin la presencia en pleno de la Corte, como exige la Constitución". Mojoli hacía referencia a que uno de los jueces supremos falleció en diciembre, y cuando Rienzi fue electo todavía no se había elegido a un reemplazante. Efectivamente, es un legalismo, y ahora que adivinan que el TSJE pasó al bando contrario, la Corte los ataca con dureza. "(Su decisión) implica colocarse al margen de la Constitución", advirtieron amenazantes en una rueda de prensa. Pero es imposible ocultar el hecho de que ahora que Mojoli y su TSJE se pasaron al campo oviedista, el muro jurídico-parlamentario que comenzaba a acorralar a Cubas comenzó a resquebrajarse. Y como si eso fuera poco, Oviedo tiene además amplio margen de tiempo para planear su contraataque. La votación en el Congreso está actualmente bloqueada por la "inexistencia de un reglamento para el juicio" --admitió una congresista opositora--. "(Y) elaborar esto tomaría un mes y medio, o dos."
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