Columnas
militares, flaqueadas por máquinas de construcción, adentrándose en las zonas más
marginales al sur de Venezuela para iniciar un proyecto social urgente. Esta
fue la cara ayer del plan cívico-militar del flamante presidente venezolano
Hugo Chávez para atender a la emergencia social que sufre su país. Siempre
un partidario de forjar relaciones más estrechas entre las fuerzas armadas y la
población civil, Chávez llamó ayer a voluntarios universitarios, amas de casa y a los
desempleados a unirse a las brigadas especiales de su proyecto. El presidente
parece estar usando su apoyo popular para contrapesar los problemas que comienzan a
surgirle en su frente interno. Además de la oposición de un importante sector del
Congreso, Chávez se enfrentó ayer al principal sindicato del país. Mientras tanto, en
la Corte Suprema una partidaria suya se retiró voluntariamente de las deliberaciones
sobre el referéndum para llamar a la Asamblea Constituyente (la que reformará la
constitución moribunda), lo que podría demorar el proceso.
Hoy saldrán una columna de soldados, una columna de jóvenes y una columna de
maquinaria a construir vías de penetración en el sur, a construir carreteras, puentes y
a reparar escuelas. Nada del discurso de Chávez ayer fue metafórico. Ocho
batallones de castrenses venezolanos se aunaron a las brigadas especiales
formadas por voluntarios civiles, y se adentraron en la zona roja del país
que bordea con Colombia. Tratándose de uno de los sectores más empobrecidos del país,
el proyecto de acción inmediata sería una muestra de la manera por la cual
Chávez piensa resolver la condición desesperada de la población rural en Venezuela.
Pero el huracán Hugo no piensa parar allí. Esta es sólo la primera
oleada, afirmó el primer mandatario, quien anunció un acto masivo del ejército
venezolano para conmemorar el Caracazo del 27 de febrero de 1989 una serie de
disturbios populares en Caracas que dejaron entre 300 y 1000 muertos. Como
hace 10 años las fuerzas armadas saldrán a la calle afirmó Chávez, pero
esta vez no para echarle plomo al pueblo, sino para atender a su salud, su seguridad y sus
servicios.
Aunque con todo esto el presidente parece mantener el impulso de su apoyo popular,
también hay riesgos. Además de estar trenzado en una lucha de posición con la
oposición en su Congreso por su proyecto de reforma constitucional, Chávez terminó de
agregar ayer a su lista de enemigos a la Confederación de Trabajadores de Venezuela
(CTV), el principal sindicato del país. Chávez parece querer desligarse del aparato
sindical que le legaron los partidos tradicionales de Venezuela, y llevar a cabo
políticas laborales independientes de los sindicatos ilegítimos. En efecto,
anteayer Chávez decretó unilateralmente un aumento del 20 por ciento en el salario de
los empleados públicos, dejando los salarios privados en manos de los empresarios. La CTV
se lavó las manos de todo el asunto, afirmando que no participaremos donde no se
nos ha invitado. El aumento será única y exclusivamente responsabilidad del
gobierno.
Como una medida que afecta sus bases populares, la jugada de Chávez es
riesgosa, y lo es aún más porque se profundizan los temores de que se forme un bloque
disidente en su propia coalición, el Polo Patriótico. El jueves, un colaborador cercano
a Chávez, el abogado e historiador Jorge Olavarría, abandonó el gobierno al considerar
que los métodos del primer mandatario eran dictatoriales. Pero Chávez sigue
mostrándose decidido, y respondió a amenazas de la oposición de Acción Democrática de
denunciarlo a la Internacional Socialista por totalitario fulminando que
me denuncien al mismo protocolo del infierno. Yo no voy a dar marcha atrás. Estaré al
lado del pueblo.
Pero ayer Chávez sufrió un revés cuando la titular de la Corte Suprema, Cecilia Sosa,
anunció que no participaría en las deliberaciones sobre los recursos de nulidad
presentados contra el referéndum. Sosa había impulsado rápidamente la aprobación del
proyecto de Chávez cuando éste lo presentó, y su ausencia en la corte podría
significar el comienzo de bloqueos judiciales al presidente. Sosa insistió en que
considero más sano que no me involucre.
QUIENES SOLVENTAN LOS GASTOS DE PINOCHET EN
LONDRES
Los amigos del Tata le pasan plata
Augusto
Pinochet no está solo. El ex dictador chileno cuenta con el apoyo político y financiero
de una vasta red de amigos británicos y chilenos que pagan las costas del proceso, sus
gastos personales y alientan campañas de imagen. Según una información publicada
anteayer por el diario británico Financial Times, este grupo ha recaudado más de tres
millones de dólares. Existen dos cabezas visibles, la ex primera ministra británica
Margaret Thatcher, y el empresario chileno Hernán Briones.
En un artículo sobre el caso Pinochet, el diario económico afirma que el senador
vitalicio sabe bien que cuenta con amigos ricos e influyentes que están dispuestos a
brindarle apoyo financiero y político cualquiera que sea el resultado del fallo de la
Cámara de los Lores sobre la inmunidad soberana del general. Siete jueces lores que
integraron el panel que entendió en la nueva vista de apelación sobre la inmunidad de
Pinochet, que finalizó el pasado 4 de febrero, analizan actualmente el fallo, que se
dará a conocer en las próximas semanas. Según el Financial Times, Pinochet cuenta con
el apoyo de la ex premier Margaret Thatcher; Patrick Robertson, ex director de
comunicaciones del fallecido empresario multimillonario James Goldsmith, y Charles
Alexander, destacado inversor del sector bancario, que lleva más de veinte años haciendo
negocios con Chile. Desde su detención el pasado 16 de octubre, numerosos políticos y
seguidores de Pinochet han aparecido ante las cámaras de televisión en Londres para
criticar el proceso legal.
El Financial Times dice que las 10.000 libras (unos 16.000 dólares) mensuales de renta de
la propiedad donde está viviendo Pinochet en las afueras de Londres son sufragadas por
una compañía cuya identidad se mantiene por el momento en secreto. La compañía forma
parte de un grupo de hombres de negocios que ha acordado cubrir otros dos gastos, los
correspondientes a la batalla legal y una campaña de relaciones públicas destinada a
apoyar el retorno de Pinochet a Chile. Asimismo, el Financial Times señala que el general
cuenta con el apoyo de hombres de negocios chilenos, como Carlos Janeeus, director del
Centro para los Estudios Contemporáneos en Santiago, quien ha asegurado que el programa
de privatizaciones impulsado por el senador cuenta con el apoyo del sector industrial. Una
de las principales figuras que lo apoyan es el presidente de la Fundación Pinochet,
Hernán Briones, quien hace cinco años organizó la primera visita de Thatcher a Chile.
Briones junto con el ex ministro de finanzas Carlos Cáceres y el empresario del sector
inmobiliario Hernán Guiloff son los tres firmantes de una cuenta especial abierta con el
Banco de Chile poco después del arresto de Pinochet en octubre. El diario añade que
Ricardo Claro, uno de los hombres más ricos de Chile, también está ayudando a costear
los gastos de Pinochet en la capital británica.
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