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QUE CAMBIO, QUIEN GANO Y QUIEN PERDIO
Todo lo que pudo una sola pasante gordita

Además de sus efectos en Bill Clinton y en los dos partidos, el Sexgate abre interrogantes de futuras dinámicas sociopolíticas y deja huellas de conmoción en el campo institucional, en los medios de prensa y en la sociedad. Este es un relevamiento de lo que empezó a pasar cuando Monica Lewinsky se puso de cuclillas.

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Página/12
EE.UU.
  

Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York

t.gif (862 bytes)  Absurdo, surrealista, delirante, incongruente, fueron algunos de los adjetivos que sena21fo02.jpg (15028 bytes) usaron negativamente durante más de un año para describir la persecución legal a Bill Clinton por su conducta sexual adúltera y el juicio politico en el que culminó el acoso de Kenneth Starr y de algunos sectores republicanos. Pero por muy estrafalario que haya sido este capítulo de la historia de Estados Unidos, por muy caricaturesco y menor o mezquino, es indudable que el Sexgate deja marcas muy visibles en los actores --es decir, en Clinton y los dos partidos políticos--, abre interrogantes acerca de futuras dinámicas sociopolíticas y también deja huellas de la conmoción vivida en el campo institucional en los medios de prensa y en la sociedad. No sin una dosis de ironía, podría decirse que la ex becaria Monica Lewinsky ha sido involuntariamente un agente de cambio, que jamás soñó ser cuando se puso de cuclillas frente a Clinton en el Salón Oval. Estas son algunos elementos de análisis acerca del impacto producido por el Sexgate y el "impeachment" al último presidente del siglo XX.

* Bill Clinton. "Hay que aceptarlo: que yo fui el presidente norteamericano que renunció, es lo primero que se dirá de mí siempre en los libros de historia", solía decir Richard Nixon, muchos años después de su caída en desgracia, resignándose en cierta medida a que todo el trabajo posterior que hizo para reparar su imagen nunca terminaría redimiéndolo completamente. Aunque el caso es diferente, Clinton también sabe que lo primero que se dirá de él es que fue el segundo presidente al que le hicieron un "impeachment". En Estados Unidos, donde los que llegan a la más alta magistratura tienen muy presente que sus actos se escriben en la historia y temen el juicio de las generaciones futuras, su legado ha quedado desfigurado en forma irremediable. Los dos años que le quedan serán difíciles. El incansable Kenneth Starr puede aún optar por procesarlo criminalmente y en el campo político deberá trabajar con un Congreso plagado no de opositores sino de enemigos. En los últimos días, se ha hablado de que se vengará de sus opositores, tratando de destruirles su futuro político. Sería algo muy típico de Clinton, a quien el Wall Street Journal ha llamado el presidente "existencial", para quien no existe pasado ni futuro, sólo un eterno presente. Sería también una forma de destruir un poco más su legado. Algo tampoco infrecuente para el autodestructivo Clinton. En vez de quedar como el presidente que fue martirizado por la ultraderecha, si decide transitar por un camino de venganza y de falta de grandeza, quedará para la historia como el atorrante de Arkansas que consiguió que le toleren todo: mentiras, lascivia y pequeñeces.

* Los demócratas. Pese al tembladeral, son los que han quedado mejor ubicados en el cuadro post Sexgate. Han dado muestras valiosas de ponderada y sabiamente distanciada lealtad a su líder defectuoso. Con la opinión pública bastante a su favor y la bonanza económica que quizá se extienda hasta las próximas elecciones, tienen buenas chances de reconquistar la mayoría en la Cámara de Representantes y quizá también en el Senado. Es más difícil predecir qué ocurrirá con la presidencia. El "delfín" actual, Al Gore, tiene sus propios problemas por presunta conducta poco ética. En la campaña del 2000, esto podría ser seriamente cuestionado. Los demócratas no tienen otro candidato del peso de Gore que pueda ser considerado presidenciable.

* Los republicanos. Concluido el juicio, lo primero que anunció Trent Lott fue que los miembros de su partido se preparaban para asistir a una serie de "town halls" (encuentros comunitarios) en distintos puntos del país, para escuchar las inquietudes de las bases acerca de temas como el sistema jubilatorio y la educación. La dirigencia quiere reparar la impresión de desconexión con la realidad y los deseos de los votantes que dieran los ultraconservadores al abocarse incansablemente al perseguir al Enemigo Número Uno (Clinton). La derecha cristiana, que odia a Clinton, ha sufrido una derrota pero no está en retirada. Paradójicamente, los moderados del partido no piensan pedirles cuentas a estos sectores ultrarreaccionarios de su impopularidad, sino que lo más factible es que ocurra lo contrario. La ultraderecha seguirá exigiendo y amenazando a los líderes con retirarles su apoyo, y continuará intentando imponer una agenda a todas luces impopular. Al no contar con el argumento de la Guerra Fría, a los republicanos se les hace muy cuesta arriba el triunfo electoral. Además, Clinton se ha apoderado de algunas de sus ideas, como la reforma del Welfare, y las ha convertido en un éxito personal.

* Aspectos institucionales. De más esta decir que el fiscal independiente, encarnado en el inquisitorial Kenneth Starr, ha puesto al país al borde de una grave crisis constitucional. La ley que creó la figura del fiscal independiente expira en junio de este año. Después de esta hecatombe, existen serias dudas de que sea renovada. Si no hay renovación, las denuncias contra los funcionarios serían investigadas por los fiscales federales. Las investigaciones futuras serían menos "independientes" pero también menos "opositoras".

* Los medios de comunicación. Entre el absoluto silencio que reinó alrededor de la disoluta conducta sexual de John Kennedy y el "vale todo" del escrutinio actual de los medios, debe haber alguna zona intermedia para manejar cierto tipo de información delicada. En este año pasado, ha habido cuestionamientos a la seriedad de las coberturas periodísticas. Hasta el ex presidente George Bush lamentó el estilo "tabloid amarillo" asumido por los diarios prestigiosos. En los círculos periodísticos se está debatiendo y meditando el tema, pero la excesiva competencia entre tan variadas fuentes de información hace difícil que haya cambios drásticos que mejoren la calidad del material periodístico que se vende.

* La sociedad. Tanto se dijo siempre que la sociedad norteamericana es puritana, que no dejó de resultar sorprendente la actitud indiferente, de encogimiento de hombros, que adoptó la opinión pública frente a los reiterados adulterios de Clinton. En realidad, la sociedad, en las conductas privadas, había adoptado esta tolerancia hacía bastante tiempo. Pero no había hecho extensiva esta tolerancia hacia sus líderes, lo cual les permitía asignar a su país una superioridad moral respecto a los demás. Al aceptar las falencias morales de un presidente, incluso sus acciones ilegales, los norteamericanos parecieran haberse bajado un poco del pedestal y aceptar que no necesitan estar todo el tiempo batiendo el parche de su perfección moral.


LO QUE QUEDA DE LA PRESIDENCIA DE CLINTON
Cigarros y lencería femenina

 

The Guardian
de Gran Bretaña

Por Martin Kettle
Desde Washington

t.gif (862 bytes) El escándalo lo expulsaría de la Casa Blanca en unas pocas semanas, escribió el columnista conservador George Will la primera semana. Los republicanos conservadores rezaban porque fuera así. En Gran Bretaña, la prensa de derecha, imaginando que un presidente norteamericano podía ser despedido en forma tan perentoria como el administrador de un equipo de fútbol, se unió alegremente al coro.

Eso fue en enero de 1998. Trece meses después, y suponiendo que Kenneth Starr lo deje en paz (lo que está lejos de ser seguro), el 42º presidente está otra vez seguro en la Casa Blanca. Después de un sitiamiento político que duró 387 días, Bill Clinton ha logrado el regreso de todos los regresos. El hombre de Hope, Arkansas, parece eterno. Pero es un regreso con un costo. "Yo dudo que haya mucha gente en la Tierra que dude que el presidente ha mentido repetidamente bajo juramento y obstruido la justicia", dijo Henry Hyde, presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, en su discurso de cierre ante el proceso del Senado el lunes último. La mayoría de los norteamericanos coincide. La tasa de aprobación de Clinton es alta en lo que se refiere a su trabajo, pero ha colapsado en todo lo que se refiera a cualquier reputación de veracidad y honestidad. Cuatro de cada cinco votantes creen que cometió los actos por los cuales acaba de ser absuelto. Su matrimonio puede estar destruido. Ha convertido en tontos a muchos de los colegas que repiten sus desmentidas, y ha cargado a algunos de ellos con espectaculares honorarios de abogados.

Su legado político, aún tan caro para él, por ahora es inseparable de la lencería femenina, los cigarros y los juegos pedantes con el significado sutil de las palabras. Sueña con emerger de la pesadilla para timonear una serie de importantes reformas de "Tercera Vía" hasta que su presidencia se cierre en enero del 2001. Sin embargo, con el fiscal independiente Starr todavía acechándolo y los republicanos aún en dominio del Congreso, su capacidad de dirigir la agenda interna todavía depende de los errores de sus enemigos. En el exterior, el tiempo se le está agotando en la tarea de establecer un rol clintoniano coherente para Estados Unidos, En casa, sigue siendo objeto de bromas crueles y de un abuso salvaje por parte del tercio de los norteamericanos que realmente lo odia.

Esta semana Clinton finalmente ganó, tanto en el cargo de perjurio como en el de obstrucción de justicia. Pero oficialmente la Casa Blanca es una "zona libre de euforia". Clinton se está concentrando de nuevo en "los asuntos del pueblo norteamericano. Créanle a esta versión de prensa si ustedes quieren. Para la Casa Blanca, esto fue una guerra, y Clinton ha ganado, a veces usando las armas de la guerra en un sentido literal. En privado, Clinton está despreocupado y feliz. "Gané pese a tener las chances en mi contra", dicen que le dijo a unos amigos suyos días atrás. Un amigote suyo confió a un diario de Nueva York la semana pasada que "no está arrepentido por lo que hizo. Eso es puro teatro. Lo único que siente es haber sido atrapado".

 

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