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Billy the Kid está de vuelta. El presidente norteamericano Bill Clinton confirmó ayer su intención de enviar 4000 soldados de tierra a la fuerza europea de intervención en Kosovo. Estas tropas monitorearían el cumplimiento del acuerdo de paz que se está negociando entre los serbios y los kosovar-albaneses en el castillo francés de Rambouillet. Si es que se llega a tal acuerdo, por supuesto. Las negociaciones están estancadas por la negativa serbia a reducir su presencia militar y política en la provincia. En teoría, hoy vencería el plazo establecido por la OTAN para que se logre un acuerdo, pero se prevé que se extienda por una semana. La secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright llegó ayer a Francia para meter las manos en la masa, según uno de sus asesores, y es posible que Clinton haya querido darle un espaldarazo con su promesa de enviar tropas de tierra. Si ése era su plan, tuvo el efecto contrario con los serbios, quienes prometieron un Vietnam Europeo si interfieren. El momento de terminar la guerra es ahora, afirmó Clinton durante su anuncio del envío de tropas a Kosovo. Aunque proporcionalmente muy inferior a la contribución europea, el contingente norteamericano representa la primera iniciativa independiente de la Casa Blanca desde el paréntesis que impuso el proceso del impeachment, y el presidente afirmó que quería empezar a redoblar mis esfuerzos por los ideales que todos compartimos. En efecto, sus asesores dejaron entrever que Clinton busca borrar el juicio político en la mente de la opinión pública y convertir sus dos últimos años de gobierno en un gran período de éxito. Sin embargo, con Kosovo él está entrando en un coto europeo, y los tiempos y las decisiones del proceso de paz son y todavía van a ser marcados por las autoridades europeas. Hasta ahora Estados Unidos, sumido por los últimos seis meses en la ciénaga del escándalo Lewinsky, estuvo más que satisfecho en pasarles a ellos el manejo de la conferencia en Rambouillet. En este momento, la intervención de Albright puede ser vital, ya que las negociaciones se están estancando. Aunque los mediadores anunciaron progresos en el plano político de la disputa, admitieron que en los puntos cruciales de la disputa serbia-kosovar (la autonomía y la presencia del ejército serbio en Kosovo) todo permanece paralizado. Todavía queda mucho camino por recorrer, según uno de los mediadores. El problema no es tanto un camino, sino un muro: Serbia. Las negociaciones han llegado a tocar puntos en los cuales Belgrado no tiene intención de retroceder un paso. Según el plan ideal de la OTAN, Serbia debería acceder a reducir su policía en la región, y quitarles sus tanques y artillería pesada, en tanto que le concede la autonomía limitada a la provincia de Kosovo. Aunque Serbia accedió al menos a negociar sobre estos puntos cuando la OTAN amenazó con bombardearlos, su actitud se ha endurecido considerablemente desde que entraron a negociar. Además de la declaración del presidente serbio Milan Milutinovic sobre el Vietnam Europeo, otro funcionario serbio advirtió macabramente que los europeos deberán preparar muchos ataúdes si pretenden intervenir militarmente. Con estas amenazas, Belgrado parece buscar sondear cuán firme es la voluntad europea de forzar un acuerdo de paz a boca de fusil. Aunque su mera presencia en Rambouillet es un signo de claudicación, no dudarán en desandarse si detectan debilidad en el campo europeo.
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