El circuito masculino está en crisis: las
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Por Juan Ignacio Ceballos La velada crítica de Bartlett McGuire, CEO del WTA Tour, cayó como una bomba durante el último día del Abierto de Australia. Espero, sinceramente, que el tenis de los hombres retome su camino, afirmó malévolamente el mandamás de la Asociación del Tenis Femenino. Y, aun sin decirlo, denunció lo que ahora se vislumbra: la creciente crisis en la que el circuito masculino se ve inmerso. Lesiones, falta de estrellas, desinterés del público y reticencia de sponsors son los gravísimos problemas que han puesto a los máximos dirigentes del tenis en estado de alerta. Y que encontraron en el marco del primer Grand Slam de la temporada su último punto de inflexión. Las estrellas se rompen Sampras reconoció estar agotado física y mentalmente. Marcelo Ríos se fracturó una vértebra lumbar por sobreesfuerzo. Patrick Rafter aún no se recupera por completo de una vieja lesión. Y Alex Corretja y Carlos Moyá están destruidos tras sus esfuerzos de fin de temporada. No es casualidad que los mejores jugadores del mundo hayan sufrido problemas físicos en el comienzo de este año. Ellos, en realidad, son testimonio de lo que muchos tenistas critican: lo extensa y exigente que es la temporada del tenis, con 11 meses de competencia sin descansos. Debido a ello, los problemas físicos son cada vez más frecuentes. Y, se sabe, para el tenis es desastroso que las estrellas no brillen. Como dice McGuire, en este deporte es importante no sólo tener jugadores que le peguen bien a la pelota, sino que además sean reconocidos mundialmente. Ellos, y no el deporte en sí, venden las entradas, los productos publicitarios y suben los ratings. Demasiados anónimos Esto ocurrió en Melbourne, hace dos semanas: primero, los favoritos empezaron a caer como moscas y sólo uno llegó a semifinales; como consecuencia de ello, el certamen masculino perdió interés; y por último, con la aparición de tres desconocidos (Lapentti, Enqvist y Haas) en semis, el Australian Open fue rebautizado por la prensa como el Anónimos Open. El problema es que lo sucedido en Melbourne no se trata de un resultado aislado. Entre los hombres, este tipo de maxibatacazos se repiten cada vez con mayor frecuencia. Y aunque el ATP Tour, a través de su jefe de operaciones Larry Scott, anuncie que el circuito está en una etapa de transición, con la aparición de jóvenes estrellas, el tema preocupa. Sobre todo porque el tenis femenino, de la mano de personajes vendibles como Hingis, Kournikova y las hermanas Williams, comienza a superarlos en las preferencias de la gente. Desunión del circuito Desde hace unos meses, los ataques a la dirigencia del ATP Tour han recrudecido. Los jugadores no están contentos con los manejos dirigenciales. Se sabe que Alex Corretja abandonó decepcionado su cargo de presidente del Consejo de Jugadores. También que muchos tenistas latinos, con Ríos a la cabeza, están bajo protesta porque la mayoría de los grandes torneos se juegan sobre cancha rápida. Y que los europeos denuncian que el ATP está dirigido por (norte)americanos. Con respecto de Mark Miles, CEO del Tour, el austríaco Thomas Muster fue lapidario: Básicamente, tenemos un líder débil. Yo estuve en el Consejo de Jugadores, en reuniones, y es shockeante. Perdí toda creencia de que tenemos a alguien detrás nuestro. El escandaloso Caso Korda no hizo más que reavivar las llamas de una interna feroz. Negocio en peligro Así está el tenis masculino hoy, tambaleante y con dirigentes temerosos de que los sponsors comiencen a darles la espalda. Tan grave es la crisis que hasta provocó que dos históricos enemigos como la ATP y la Federación Internacional (ITF) juntaran por primera vez fuerzas para presentar en noviembre pasado, durante el Masters en Hannover, un programa conjunto de trabajo en torno de cuatro puntos: 1) armar un nuevo sistema de ranking (ver aparte); 2) colaborar más de cerca en armado del calendario de la temporada; 3) comprometerse a mejorar, promover y marketinear el tenis como un deporte más entretenido y atractivo para el público y los mismos jugadores; y 4) aceptar representaciones recíprocas en los ámbitos de decisión de ambas entidades. Curioso: la misma entidad (ATP) que nació en 1972 para hacer valer los derechos de los jugadores, que en 1973 boicoteó Wimbledon y que en 1990 creó un nuevo circuito para declarar una definitiva independencia, se abraza ahora con la entidad (ITF) que monopoliza los Grand Slams, que obliga a los tenistas a jugar Copa Davis para estar en los Juegos Olímpicos, y que creó la Grand Slam Cup sólo para joderlos. Siempre se odiaron. Hoy, por una cuestión de plata y para no perder el negocio, se abrazan. Está claro: billetes son los billetes.
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