¿Cambió tanto Imhoff? Por Diego Bonadeo |
De treinta años a esta parte, el rugby argentino --y, a veces, no sólo el argentino-- se debate, independientemente de sus picos de crecimiento, alrededor de una antinomia menos bizantina de lo que parece a primera vista. Aunque el planteo pueda ser para los simplistas lo que Menotti - Bilardo para el fútbol, la cosa aquí pasa por parámetros diferentes. A partir de que Francisco Ocampo, entrenador de Old Georgian de la preguerra, tomó a su cargo treinta años después --a fines de los sesenta--, el por entonces alicaído San Isidro Club, comenzó la conjura de los necios que de alguna manera consideraban "anti-rugby" que los ocho forwards formasen en el scrum lo más cerca y paralelo del piso posible, con las espaldas bien derechas, los ochos empujando sincronizadamente, y fundamentalmente con la absoluta convicción de que lo que hacían, si lo hacían bien, era lo mejor para el equipo. Esto significaba de algún modo la abolición del "hooker" o "enganchador" convencional, esto es, el fin de quien en el centro de la primera línea entre los delanteros, tenía como misión fundamental sacar una de sus piernas hacia adelante cuando la pelota partía de las manos del medio scrum para taconearla hacia atrás y obtener un saque lo más limpio posible para sus compañeros. Pero los necios de toda necedad arremetieron con falacias y estupideces. Que el pilar centro que reemplazaba al hooker golpeaba la pelota hacia atrás con la cabeza. Que formar tan cerca del piso era infracción porque provocaba el derrumbe de la formación. Que no era posible empujar al pack de forwards adversario, llevándolo a retroceder casi al galope por toda la cancha. Parecía que la consigna era algo así como "prohibido pensar", pero con el tiempo el empuje coordinado fue ganando adeptos e incluso en el resto del mundo se lo reconoció como una innovación más que válida. En los últimos tiempos, en especial durante la gestión de José Luis Imhoff como entrenador de Los Pumas, hubo una especie de "peyorativización" del scrum fijo, receta rugbística absolutamente nativa en cuanto bien empleada. Algo así como "el scrum fijo no sirve para nada" y en consecuencia: "¿para qué entonces practicar tanto estas formaciones en los entrenamientos?". Por todo esto llama la atención que con Imhoff confirmado como entrenador principal del seleccionado nacional, uno de los convocados para colaborar con él sea justamente Marcos Ocampo, hijo del recordado Francisco, quien con el entrañable y desaparecido "Veco" Villegas fueron los portaestandartes del sistema en el rugby argentino. A menos que Imhoff por fin haya entendido de qué se trata, la designación de Marcos Ocampo supone algo parecido --y aquí sí vale el paralelo rugby-fútbol-- convocar a Angel Cappa para colaborar con Carlos Bilardo.
|