Lucha
electoral en Israel
Palestinian Times
La realidad es que no hay diferencias importantes entre el Likud y el Partido Laborista.
En efecto, se puede decir que el Laborismo sólo se distingue por un discurso más
elegante que oculta las mismas posiciones expansionistas y de dominación del Likud. El
laborismo fue el primero que practicó la limpieza étnica en 1948, y sus líderes
históricos Ben Gurion y Golda Meier nunca ocultaron que no admitían la existencia de
los palestinos. Y ahora entra Ehud Barak, conocido por declarar que en Oslo
los palestinos obtuvieron demasiado. La diferencia entre los partidos
esentrever que su casa sea demolida sin aviso (el Likud) y demolida con una disculpa (el
laborismo), y es igual con Netanyahu y Barak.
Brasil inflacionario
Folha de S. Paulo
La canasta básica subió en San Pablo casi 4 por ciento en el mes, apenas transcurridos
nueve días. En cualquier circunstancia, esas noticias ya serían preocupantes en un país
que comenzaba a habituarse a los beneficios de la estabilidad. Pero también se vuelven
inaceptables cuando se sabe que algunos ítems que poco o nada tienen que ver con la
cotización del dólar registraron aumentos expresivos, como es el caso, entre tantos, de
muebles y artículos de decoración, que subieron 8 por ciento en cinco días. Estos
aumentos son el producto de una ganancia irresponsable, del deseo de obtener un máximo
lucro a costa del equilibrio del país algo que, en el caso de generalizarse, será
una corrida rumbo al abismo.
(Editorial)
Clinton, desde la victoria siempre
Bill Clinton completará su mandato como el 42º presidente de Estados Unidos. El juicio
de destitución del demócrata, impulsado por sus relaciones sexuales encubiertas con la
ex becaria Monica Lewinsky, se convirtió definitivamente en historia cuando las
votaciones de impeachment lo declararon inocente, incluso con el voto de 10 republicanos a
su favor.
The Washington Post
La decisión del Senado de exonerar al presidente Bill Clinton fue correcta, pero hilando
más fino no es satisfactoria. No es sólo porque no se aprobó una medida de censura,
sino también porque creemos que bajo la Constitución el perjurio y la obstrucción de la
justicia son delitos que si son probados ameritan el impeachment. La decisión
del Senado deja la impresión de que se estableció un precedente reconfortante para
funcionarios que en el futuro cometan perjurio o interfieran con la Justicia. Muchos
quieren ver el fallo como una victoria para la Constitución. Esto es absurdo. La
Constitución perdió el momento en que el hombre al que ungió con el Poder Ejecutivo
decidió mentir en un tribunal.
The New York Times
Cuando finalmente cayó el telón al fin del impeachment en Washington, dio la impresión
de que el drama había tenido su origen en conflictos en el interior de la mente de su
protagonista. Clinton y sus votantes deben buscar allí si pretenden una comprensión,
aunque sea parcial, del caos en que se convirtió su presidencia. Pero Clinton le echa la
culpa a una conspiración en vez de admitir que la culpa recae en su propia adicción por
el placer y el mal asesoramiento. Sin embargo, la tragedia de Clinton no afectó a la
institución de la presidencia. El Congreso demostró que un juicio de destitución basado
solamente en preocupaciones partidistas no puede triunfar contra una institución que
está, como la presidencia, basada en un fundamento tan duradero como la Constitución.
(Editorial)
The Guardian
El psicodrama nacional en Estados Unidos finalmente llegó a su fin. Los republicanos se
convirtieron en las víctimas del proceso que iniciaron y el apoyo popular con el que
cuentan está en su nivel más bajo desde el escándalo Watergate. Pero también Clinton
perdió, al ser el único presidente electo sometido al impeachment, y con sólo 12 meses
para dejar un legado que sea distinto del affaire Lewisky. Los que ganaron con el proceso
fueron la propia Monica Lewinsky, que no se dejó intimidar por los fiscales, la
Constitución, que sobrevivió el puritanismo de los 90, y el pueblo norteamericano, que
siempre pudo distinguir la diferencia entre Clinton el presidente y Clinton el hombre.
Tenían razón, y el viernes se hizo la voluntad popular.
(Editorial)
Clinton, post coitum político
Los resultados en la votación de los artículos de impeachment le dieron a Bill Clinton
una victoria en toda la línea, más allá de lo que esperaba. Ahora el presidente
norteamericano debe empezar a enfrentar las asignaturas pendientes en política exterior.
Pero también deberá pagar las facturas que le pasen quienes lo apoyaron en la odisea
judicial que acabó el viernes.
Le Monde
Entre los que ganaron con el resultado de la votación del impeachment, y a los que se les
abre un futuro más promisorio, está la izquierda demócrata. Después de muchas dudas, y
mucho olfatear el buen combate político, la izquierda cerró filas detrás del presidente
centrista del que desconfiaba tanto, y ahora está en condiciones de esperar algunos
frutos de ese apoyo. La comunidad negra, cuya historia es rica en persecuciones
judiciales, ha provisto el apoyo más indefectible al presidente, seguida por las
organizaciones de mujeres, y, sobre todo, por los representantes demócratas del ala
izquierda. Su jefe, Dick Gephardt, libró un combate sin fisuras, y ya recibió la promesa
de Clinton de que mejorará su posición, y lo ayudará a ser presidente de la Cámara en
el 2000.
The Independent
Para Hillary Clinton, el año que pasó fue el peor y el mejor de los años. Fue el peor
porque no podía abrir un diario o prender la televisión sin ver la imagen de esa
mujer, Monica Lewinsky. Pero también fue el mejor, porque sobrevivió todos los
traumas personales con una dignidad y un estilo que favorecieron su imagen. Por la primera
vez desde que se convirtió en primera dama, los sondeos mostraron que su popularidad
llegó a estar por encima de la de su marido. Atrajo admiración y simpatía por encima de
las divisiones partidarias y sexuales. Y ahora, después del juicio y de tres décadas a
la sombra de su marido, podría embarcarse en una carrera propia.
(Mary Dejevsky)
Chicago Tribune
El Congreso debería aprobar legislación que permita eximir a los presidentes de tener
que defenderse a sí mismos, mientras están en funciones, en juicios como el de Paula
Jones. En una decisión que en su momento apoyamos, la Corte Suprema permitió a Jones
proseguir con su juicio contra Clinton mientras éste seguía en funciones como
presidente, porque estimaba que no significaría un peso ni una exigencia demasiado
grandes sobre su tiempo. Qué equivocados estábamos. Dado que nuestra sociedad es muy
litigiosa, y nuestra política cada vez más punitiva, estos juicios corren el riesgo de
convertirse en un rasgo permanente de la vida presidencial. Para asegurar el futuro, está
en manos del Congreso legislar cómo corresponde.
(Editorial)
Huracán Chávez no afloja
A pesar del persistente desmoronamiento de los precios del petróleo, que llevó esta
semana los de Venezuela a su peor nivel, el joven presidente Hugo Chávez sigue adelante
con una costosa ofensiva social que incluye la incorporación de las fuerzas armadas a
tareas no castrenses y la creación de un Banco Popular, al mismo tiempo que pretende
reducir el déficit fiscal.
La Hora
Para transformar un país, rehacerlo, batir sus vicios y sus miserias sobre los cuales se
ha sostenido hay que declarar una guerra, y como en toda guerra habrá que aceptar
confrontaciones en terreno que dicta el enemigo. La Asamblea Nacional Constituyente
significa colocar en el pueblo el poder de decisión, y arrebatárselo a los partidos y
sus cogollos espurios. Por eso están empecinados en obstaculizarla con todo tipo de
argumentos. Pero Chávez las abatió con una de las más legítimas estrategias militares:
el factor sorpresa. Ahora los enemigos del cambio dan su última batalla en el Parlamento,
y como aquel militar obsesivo Solano López, continuará peleando pérdidas sus armas,
cuerpo a cuerpo, hasta su muerte.
(Dennis Bourne)
El Universal
El drama que hoy vive Venezuela es la consecuencia de un largo período de estancamiento
económico. El cambio debe comprender el aspecto político, pero sin olvidar los aspectos
económicos y sociales. No se deben repetir los viejos esquemas fiscalistas que
precisamente fallaron al no tomar en cuenta estos dos últimos aspectos. En efecto,
buscamos resolver el déficit aumentando la carga sobre un sector privado disminuido y a
un consumidor deprimido por la inflación. Pero igual se incrementó nuestra dependencia
con el petróleo y aumentó la pobreza. El gobierno parece dispuesto a repetir estas
medidas fiscalistas, cuando es mejor errar tratando de cambiar, que continuar políticas
que no solucionaron nuestros problemas.
(Eddo Polesel)
The Washington Post
Chávez ha iniciado una serie de reformas constitucionales, pero resulta preocupante que,
según parece, no disponga de un programa integral para una reforma a largo plazo. Su plan
económico se basa en hacer uso de muchos impuestos que nunca fueron recaudados, y en
reformar las leyes fiscales. Pero, si en su búsqueda de divisas aumenta los impuestos,
sólo va a lograr socavar la inversión privada en Venezuela. Y si se decide por la
austeridad fiscal, los primeros que van a ser golpeados van a ser sus partidarios en los
sindicatos y la izquierda. ¿Qué necesita entonces Venezuela? Algo mucho más simple y
básico: un gobierno transparente, que elimine la corrupción, y que esté formado por
políticos responsables.
(Editorial) |