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Con la Mona Jimenez, antes de su desembarco en la Capital
“Soy un obrero de la alegría”

El rey indiscutido de la música cuartetera, que el próximo fin de semana actuará en el ciclo “Buenos Aires Vivo 3”, sostiene que se pueden contar las historias más terribles con una música que haga divertir.

La Mona congrega semanalmente a miles de fieles en sus bailes.
En Buenos Aires actuará junto a Los Auténticos Decadentes.

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Por Fernando D’Addario enviado especial a Córdoba

t.gif (862 bytes) A la Mona Jiménez, como aquellas personas que no han sido perforadas por la comodidad, la vida se le va en anécdotas. Un par de ellas, simples y entrañables, se bastan a sí mismas para pintar el personaje. La contundencia de la primera se da el lujo de minimizar la vaguedad en las coordenadas de tiempo y lugar. Cuenta que una vez, la Mona iba en busca de su auto cuando dos ladrones lo encañonaron para robarle. Era de noche, tardaron en reconocerlo. Pero cuando se dieron cuenta de quién estaba enfrente, uno de ellos cambió el tono de la brevísima –y hasta entonces poco democrática– conversación: “Ey Mona, sos vos, perdoná, ¿cómo te vamos a robar a vos...?” La escena terminó sin violencia, con autógrafo incluido. La segunda anécdota tiene, en boca de la Mona, límites geográficos más precisos: “Cuando me mudé a esta casa (muy linda, pero no fastuosa, en el residencial barrio Cerro de las Rosas) los vecinos me odiaban. Nosotros ensayábamos aquí, y siempre recibíamos denuncias por ruidos molestos. Cuando salía, la vecina de enfrente, enojadísima, ponía al tope música clásica, y yo encendía más fuerte el motor de mi auto, más enojado todavía. Al principio pensaba que lo que no les gustaba era el cuarteto. Pero después me di cuenta de que lo que no querían era a un negro como yo viviendo en su barrio exclusivo. Con el tiempo se fueron suavizando las diferencias, y hoy me llevo bastante bien con todos. Pero mi gran revancha es que el tipo de al lado, cuando tiene una fiesta, me toca el timbre y me pide que le preste algunos de los CD con mi música...”.
Las dos anécdotas se revuelcan sobre sí mismas y dibujan formas difusas, que vuelven a definirse con nitidez cuando se ve, alternativamente, a la Mona transpirada en el hervidero del Deportivo, ante 8 mil cuarteteros sacados por la música y el alcohol, y en su casa, tomando una cerveza reparadora, frente al cronista de Página/12 que le cortó el obligado sueño de la tardecita. Y queda implícita la idea de que, para los ojos prejuiciosos de sus vecinos elegantes, cualquier morocho de ese temido aluvión marginal que canta y baila al ritmo del cuarteto, podría ser protagonista de la primera anécdota. Carlitos Jiménez, 48 años, y a poco menos de una semana de desembarcar nuevamente en la Capital Federal para tocar con Los Auténticos Decadentes en el ciclo Buenos Aires Vivo 3, sabe que en determinadas circunstancias el cuarteto llega a todos los niveles sociales, pero la marginación se lleva como un estigma, que no reconoce ascensos sociales ni económicos: “En el fondo, siempre fui y seré una mala palabra para ellos. La marginación, en ese sentido, dura toda la vida. Acá en Córdoba las barreras sociales son más fuertes y más difíciles de derribar que el Muro de Berlín.”
La Mona llega al Deportivo a la 1 de la mañana, disfrazado de marciano. Nadie lo reconoce. Se mezcla entre la gente, hace la cola como un fan más y entra cuando el show está por comenzar. Para entonces, la combinación de Cubana (un licor seco, pero bien seco) con Fanta y la acumulación de vino Pico de Oro (imposible olvidarlo) han dejado sus huellas en una multitud suburbana que se congrega allí reinventando todas las semanas el mismo ritual festivo. Ritual que incluye alguna botella rota, una mujer que se lleva a la rastra a su ¿pareja? tomándolo de los pelos (con novias así, enemigos ¿para qué?), un par de travestis en llamas, shorts ajustadísimos, tatuajes tumberos y mucha, muchísima, adrenalina. La Mona canta “El renegado” y todos bailan. Llama la atención cómo confluyen naturalmente letras densas con música ligera. “Nosotros tomamos historias de vida, igual que el tango (y la Mona aprovecha para contar que ya antes de los 15 años cantaba tangos en los cabarets), pero la diferencia está en que le ponemos un ritmo alegre, para que la gente se identifique con el mensaje, pero divirtiéndose.”
–En los últimos discos le dedicó un tema a una amiga desaparecida y otro al Che Guevara. ¿Por qué?
–Porque son temas que me conmueven. Yo soy hincha del Che, por una cuestión muy simple, más allá de las discusiones políticas. Fue un tipo que se la jugó por los más humildes, que peleó por sus ideales y se la bancó hasta el final. Me siento identificado porque, de alguna manera, en una escala más chiquita, yo hago lo mismo: laburar para los pobres, desde el cuarteto. Y “El tren de las nubes” se lo dedicó a la Negra, una amiga mía a la que quería mucho. Eramos vecinos, y en los años duros, cuando llegaba la cana a su casa, yo colgaba una soga de la medianera para que ellos se agarraran y pasaran para mi lado. Pero un día llegué y ya se la habían llevado, y no apareció nunca más. Me acuerdo que su pieza estaba llena de fotos del Che, junto a una foto grande de Boca.
–¿Cómo se definiría políticamente?
–Como antipolítico. Soy “evitista”. Cuando tenía 6 años, mi padre consiguió nuestra casa gracias a ella, y esas son cosas que no se olvidan.
–¿No lo tentaron para ser candidato a algo, como a Ricky Maravilla?
–Me invitaron alguna vez a cenar...pero pasé de largo. La política es muy tramposa. Y si llego, por ejemplo, a gobernador, o a presidente, igual no sería más que el capataz de la estancia. El poder lo tienen otros, que uno ni conoce. “Las vaquitas son ajenas”, decía Yupanqui...Fijate lo que le pasó a Palito en Tucumán. Seguro que si va ahora, lo linchan...no, a mí dejame acá, y que Ricky Maravilla se deje de romper las pelotas y haga divertir a la gente.
–¿El cuarteto es el folklore cordobés?
–Y qué te parece...si sobrevivió a todo y es lo más típico que tiene Córdoba. En la época de los milicos sacaban los discos de cuarteto de las bateas y estaban prohibidos nuestros temas en la radio. Decían que un pueblo culto no podía escuchar cuarteto. Imaginate, estaba Luciano Benjamín Menéndez, otro de los que deberían estar en cana...y en los bailes se llevaban camiones enteros con gente a la comisaría. Y sobrevivimos. Mirá si no va a ser folklore. Lo que pasa es que los folkloristas son unos prejuiciosos. Con los únicos que tenemos onda es con los rockeros, ellos nos entienden, y por eso soy amigo de Calamaro, los Cadillacs, Pappo y un montón más.
–Hay quienes lo critican porque dicen que no canta bien...
–Bueno, puede ser, pero cuántos tipos hay que estudiaron canto toda la vida y no te transmiten nada. Yo le entregué mi alma al cuarteto y canto con el corazón, porque soy un obrero de la alegría, a pesar de todo.

 

Arriba los de abajo
Aquí van fragmentos de letras de la Mona, historias de vida, nunca complacientes:
“Y luchaste hasta la muerte/por los pobres y los humildes/cómo no voy a quererte/si luchaste tu por mí” (“El pueblo te ama, Che Guevara”)
“Busqué sin saber dónde te habías ido/luego encontré sólo tu nombre en una lista de desaparecidos/pero a veces miro al cielo/o te escucho en mis sueños/sé que en una nube te puedo encontrar” (“El tren de las nubes”, tema escrito por la Mona y dedicado a una amiga desaparecida durante la última dictadura)
“Dejé segundo grado/y tuve que salir a trabajar/a veces hago changas/y otras soy peón de albañil/pues no me dan trabajo si no soy perito mercantil/la sociedad me dice que soy un marginado más/la misma que me usa para poder escalar” (“El marginal”)
“Ahí sale Mary, como todas las mañanas del burdel/y tambalea, por el alcohol que se ha bebido/porque su hijo se está muriendo en el penal” (“Mary, del burdel”)
“Me llaman el renegado/soy defensor de los pobres y abandonados (...)/lucho contra el odio, el racismo y la explotación” (“El renegado”)

Carlitos lustrabotas
El año pasado, a la Mona se le ocurrió una idea a priori descabellada, pero que salió bien. “Quería que ningún chico cordobés se quedara sin su pan dulce”, dice, y cumplió su sueño. Se apareció un día a las 5.30 en el centro de la ciudad de Córdoba con un cajón de lustrar zapatos y un cartelito al lado que decía “ayúdenme a ayudar”. Se formaron cuadras de cola con gente que se quería lustrar los zapatos con él. Otro día apareció manejando un taxi, o plantándose detrás del mostrador de una carnicería, o en una esquina vendiendo diarios. “Así pude recaudar dinero suficiente para comprar 50 mil pan dulces. Y ojo que ningún partido político me tiró un hueso, ¿eh? Fue todo espontáneo por la solidaridad de la gente”. Si alguno cree que hay demagogia en todo esto, la Mona no se inmuta: “Mirá, la vida me dio demasiado, y hay que devolver un poquito. Una parte lo entrego cotidianamente, porque desde hace treinta años ya hice bailar a tres generaciones. Pero siempre se puede hacer un poquito más, sino ¿para qué estamos?”.


Los números del fenómeno
ron2.gif (93 bytes)   La Mona lleva editados 61 discos, a razón de dos por año. Se calcula que vendió unos 3,2 millones de álbumes. El último de ellos, Beso a Beso con la Mona, ya obtuvo la certificación de platino por la venta de 72 mil unidades.
ron2.gif (93 bytes)   En febrero tiene bailes todos los días, por el carnaval. Y cada actuación dura, promedio, cuatro horas, con dos intervalos. No hay playback. ¿El secreto para tanto aguante? Unos cuantos kilómetros diarios de bicicleta. “Me voy en bicicleta hasta la sierra y vuelvo como nuevo”. ¿El alcohol? Me gustan el vino y la cerveza. Cuando actúo, tomo litros de agua mineral y, para levantar un poquito, un toque de champagne cada tanto”.
ron2.gif (93 bytes)   Se calcula que en Buenos Aires lo verán más de 100 mil personas. Acredita varias incursiones en la Capital Federal: una en Cemento, un par de recitales en el Luna Park y otro en Atlanta. “Vamos a hacer quilombo en Buenos Aires...” y agrega, enseguida: “Quilombo en el buen sentido, ¿no?”

 

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