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Por Javier Lorca El rector y los decanos de la UBA se reunieron anoche de urgencia para, después de haber puesto marcha atrás, pisar el acelerador. Tal como anticipó Página/12 el martes pasado, las autoridades de la universidad porteña están abocadas a discutir cómo hacen para deshacer lo que hicieron hace dos meses y medio, es decir, para modificar una resolución del Consejo Superior y, así, poder conservar a los viejos brillantes tal la definición de Oscar Shuberoff al referirse a prestigiosos docentes de más de 65 años al frente de las aulas. Por ahora, el camino más despejado sería uno: los profesores podrán ser recontratados por las facultades con un sueldo acorde con sus funciones y no sólo ad honorem o con un salario mínimo como se había resuelto en noviembre. Sin embargo, y en oposición a lo que opina Shuberoff, algunos decanos no descartan una virtual convocatoria de una Asamblea Universitaria para modificar el artículo 51 del Estatuto de la UBA, que establece el tope de edad para ejercer la docencia. En el mismo sentido, un diputado del Frepaso (Alianza) presentó un proyecto en el Congreso para reclamar la derogación de ese artículo (ver aparte). El principal objetivo del encuentro de ayer, convocado de emergencia, fue lograr un acuerdo después del desencuentro que se produjo entre el rector y varios decanos: cuando el martes Shuberoff le anticipó a este diario que revisaría la medida que dio de baja a los profesores mayores de 65 años, un grupo de decanos sintió que el rector se cortaba solo y los hacía quedar a ellos como únicos responsables de la jubilación compulsiva. Todos estábamos preocupados por el tema y a los decanos nos molestó que el rector no nos consultara antes de hablar públicamente se sinceró el decano de Ciencias Veterinarias, Aníbal Franco. Así, nosotros aparecimos como los perversos que queremos echar a gente. Y eso es muy injusto. No obstante, Franco reconoció que, cuando el Consejo dictó la conflictiva resolución, el rector presentó sus salvedades. Pero no fueron lo suficientemente fuertes como para impedir que la medida fuera aprobada por unanimidad, agregó. Las autoridades de las diferentes facultades, consultadas por Página/12, coincidieron en que la gente valiosa por sus aportes a la universidad va a ser reincorporada. Aunque no todos, sino aquellos de valor académico, se aclaró. Las opciones para conservar a un docente jubilado son un contrato o el nombramiento de emérito o consulto (en estos últimos casos, deben ser propuestos por los consejos directivos y aprobados por el Consejo Superior). En Filosofía y Letras tampoco queremos que los docentes mayores se queden afuera avisó el decano Francisco Carnese. Por eso, ahora estamos discutiendo, junto con las demás autoridades, cómo puede hacer la UBA para cubrir la diferencia entre el sueldo que tenía, por ejemplo, un profesor con una dedicación exclusiva y la jubilación mísera que pasará a recibir por lo perverso de nuestro sistema, concluyó. Pablo Jacovkis, decano de Ciencias Exactas, coincidió en la necesidad de rever lo sancionado, por unanimidad, el año pasado: Hay que quitar la restricción de que los docentes sólo pueden ser recontratados o nombrados eméritos o consultos con dedicaciones simples y ad honorem. Es necesario hacerlo por el perjuicio económico que puede provocar a los profesores que se jubilen en las condiciones actuales, dijo. La posible reforma del Estatuto Universitario del artículo 51, más precisamente no convoca tantas coincidencias. Si el Estatuto quedó anticuado por el paso del tiempo, no me asustaría la posibilidad de convocar a una asamblea para modificar la edad jubilatoria, afirmó Franco. Y Fortunato Mallimaci, decano de Ciencias Sociales (ver aparte), también propuso abrir un amplio debate acerca de la pertinencia de esa norma, pero sin caer en la elevación de la edad para poder jubilarse que impulsa el neoliberalismo. En cambio, Shuberoff descarta la posibilidad, al igual que otros decanos. La filosofía y el espíritu del EstatutoUniversitario no quedaron antiguos opinó Jacovkis. El Estatuto es como la Constitución de la universidad y se inspiró en la Reforma del 18, en la que los jóvenes peleaban contra los profesores vitalicios, que creaban cátedras-feudo que anquilosaban la vida universitaria. Pero admitió: A lo sumo se puede modificar la edad jubilatoria en uno o dos años, siempre que sea través de los mecanismos legales. Informe: Cecilia Sosa.
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