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Octavio Paz dijo que el gran arte de los norteamericanos es el monólogo declaró un expansivo Bill Clinton en su discurso de ayer. Hoy me complace decir que este monólogo se ha transformado en un diálogo mutuo y de interdependencia. Después de la ampulosa gala protocolar del domingo por la noche, cuando el presidente norteamericano y su esposa Hillary cenaron en privado con Zedillo y su esposa, el sentimiento de bonhomía pareció extenderse a las negociaciones, que produjeron un acuerdo aún antes de la cumbre oficial planeada para hoy. Cada mandatario parecía dispuesto a complacer a su colega, y Clinton dejó entrever que daría la certificación de la Casa Blanca de que México combate efectivamente contra el narcotráfico, crucial para la aprobación de una línea de crédito de 4000 millones de dólares. Zedillo se mostró favorable a medidas más estrictas para detener el flujo de inmigrantes ilegales a Estados Unidos en la frontera caliente. Drogas y personas fueron, en suma, los dos temas que dominaron las discusiones entre el presidente norteamericano y su par mexicano Ernesto Zedillo en la caribeña ciudad de Mérida. El resultado de sus discusiones es un pacto acordado en tiempo record que coordina las acciones de los dos países para el último año del milenio. La cuestión principal fue la controversial certificación que anualmente hace la Casa Blanca acerca de si los países que combaten el tráfico de drogas están haciendo un buen trabajo. Clinton dejó entrever que su evaluación sería positiva cuando lo decida el 1º de marzo, y acordó con Zedillo un plan antidrogas. México no debe ser penalizado por tener el coraje de enfrentar el narcotráfico, declaró el presidente norteamericano en su discurso. Así, Clinton dio un claro signo de que se pronunciaría en favor de México cuando evalúe su compromiso con la lucha antidrogas. Esta certificación la debe hacer (por ley) anualmente en base a los informes de las agencias federales de lucha contra el narcotráfico, y un fallo negativo puede conllevar sanciones económicas. Pero Clinton declaró que su país y México deben luchar juntos, no separados contra la droga, y fue secundado por la canciller mexicana Rosario Green, quien afirmó que la certificación viola el espíritu de colaboración que debe existir entre dos naciones. En Estados Unidos, sin embargo, están menos seguros. El proceso de certificación se ha convertido en un ejercicio anual de hipocresía, disparó ayer el influyente diario New York Times. El medio precisó que si certifica bien a México, ignoraría la importante baja en la incautación de drogas y la negativa de México de extraditar a conocidos narcotraficantes. Pero por otra parte, el diario acusó a Estados Unidos de empeorar la situación de México al darles malos consejos sobre la lucha antinarcóticos. Por su parte, el Congreso norteamericano cuyas relaciones con Clinton no son las mejores desde el fin del proceso de impeachment también da señales de estar en desacuerdo con el OK presidencial a México.
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