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![]() Además de las connotaciones patrióticas del acto de ayer en la ciudad de Bolívar, la entrega de las firmas tuvo un significado mucho más importante: el desarme efectivo de la mayoría opositora en el Congreso. Firmemente en contra de la reforma constitucional, los opositores ignoraron el pedido de Chávez de llamar a referéndum, que él mismo convocó finalmente por un decretazo, y amenazaron con torpedear la medida si llegaba al ámbito parlamentario. Pero con sus 3,5 millones de firmas, el castrense Chávez logró una prolija maniobra de flanqueo contra el Congreso. Según la Constitución, el Congreso es sólo uno de los tres cuerpos que pueden convocar a una Asamblea Constituyente. Los otros dos son: el presidente y el 10 por ciento del electorado (11 millones de venezolanos). Chávez puso la bola a rodar por su parte al firmar su decreto el 3 de febrero, y ayer selló su unión con el pueblo al recibir las firmas. Que no se detenga el proceso revolucionario, concluyó. Las reivindicaciones de Chávez en el plano político tuvieron su paralelo en el costado militar, cuando el presidente fue nombrado el domingo como comandante en jefe de las fuerzas armadas. Además de ostentar desafiantemente su uniforme de paracaidista, Chávez emitió una severa advertencia contra la guerrilla colombiana al otro lado de la frontera. Si hay una frontera porosa, ésa es la zona roja de Venezuela, víctima de incursiones de la guerrilla colombiana, que roban ganado y realizan secuestros. Chávez advirtió que de ahora en más, de no cesar estas actividades, obligados estamos a destruirlos.
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