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Por Cecilia Sosa Entre suspiros de resignación por las vacaciones agotadas, 8500 estudiantes iniciaron hace pocos días los cursos de verano en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA. En esa casa de estudios, el año tiene tres y no dos cuatrimestres de clases. De hecho, la cantidad de alumnos inscriptos este verano superó la registrada en la segunda mitad del año pasado. Pero nada de esto es gratis. Para inscribirse en alguna de las ochenta materias ofertadas en el estío de Arquitectura hay que abonar entre 18 y 25 pesos. Mientras son muchos los que se quejan y pocos los que se resisten, desde el centro de estudiantes encargado de organizar las clases veraniegas, la presidenta, Patricia Ceriani (Alianza-Franja Morada), asegura: Nadie se queda afuera por razones económicas. Hay becas para todos los que no pueden pagar. Todas las tardes, mientras a metros del Pabellón III de Ciudad Universitaria muchos porteños disfrutan de la Costanera Norte, miles de estudiantes colman el hall central de la facultad. Como trabajo todo el año, me atrasé en algunas materias. El curso me sirve para ponerme al día explica Marcelo, de 26 años, tercer año de Arquitectura. ¿Que estamos en verano?, ni me hagas acordar, suplica. En total, son 86 materias de las seis carreras que se dictan en la facultad las que se pueden cursar durante el turno noche, de 18 a 23. Las hay obligatorias y optativas, cuatrimestrales y anuales. De esto último depende el costo de la inscripción: a 18 pesos están las cuatrimestrales y a 25, las anuales. Además, desde este año, también pueden cursar los chicos que llegan del CBC. En realidad, los cursos de verano no están reglamentados dentro de la UBA, ni cuentan con partidas especiales para pagar a sus profesores (ver aparte). El centro de estudiantes liderado por la Alianza entre Franja Morada y el Frepaso zanjó la cuestión mediante un sistema cooperativo para pagar salarios con la inscripción de los alumnos. No es un sueldo, sino un viático explica Ceriani. La opción era quedarnos con sólo seis materias en verano (ya que sólo para eso alcanzaba el presupuesto de la facultad) o, a través de la contribución de todos, ampliar la oferta a más de ochenta materias. En octubre del año pasado, en un plebiscito organizado por el centro estudiantil, el 95,8 por ciento de los alumnos eligió la oferta ampliada, con el pago incluido. Pese a los votos, en los pasillos de la facultad se oyen voces disconformes. Estudio en una universidad pública y no me cabe pagar 25 pesos. Pero es cierto que no hay presupuesto y que los profesores hacen un gran esfuerzo por venir. Y la verdad es que necesito cursar, esgrime Fernando Arias, que dejó su familia de Neuquén para hacer una materia de Arquitectura. Esta es la facultad donde el aparato comercial de Franja Morada es más poderoso. Te cobran todo: desde el curso de verano hasta la inscripción a materias y a finales, se indigna otro alumno. Aun cuando desde el centro de estudiantes insisten en que nadie se queda sin cursar por razones económicas, Betina, secundada por dos compañeros de Diseño Gráfico, sospecha: Para conseguir la beca había que venir un día especial y hacer un trámite. Y yo no sé si todos los que la necesitaban pudieron conseguirla. Un docente, que se escabulle sin decir su nombre, asegura: Muchos estudiantes cursan sin estar inscriptos y los profesores terminan reconociéndolos igual, para no tener problemas. En cambio, Pablo Schuff, estudiante de Diseño de Imagen y Sonido, comenta: Para solicitar la beca no me pidieron ningún requisito, les dije que no podía pagar y listo. A mis compañeros les pasó igual. No faltan profesores titulares que prefieren las clases veraniegas. Los alumnos están relajados, cursan menos materias y se concentran más. Y el rendimiento termina siendo mayor, dice Roberto Giacón, profesor consulto de Tecnologías en las carreras de Arquitectura y de Diseño Gráfico. No es cierto que sea más fácil advierte. Los programas son los mismos y las exigencias también. La calidad académica se mantiene o mejora. Diego, un alumno sepultado bajo una pila de apuntes, confirma resignado: Los cursos son intensivos. Venimos cinco horas tres veces por semana. Sólo así se puede ver en un mes lo que normalmente se dicta en cuatro. Recién empezamos y ya tenemos que exponer un capítulo sobre Filosofía del Arte. Con todo, para muchos estudiantes el curso de verano es una estrategia central para descomprimir la cursada. Es por eso que, desde el centro estudiantil, aspiran a institucionalizarlo. Queremos que la facultad lo acepte como un tercer cuatrimestre reglamentario. Cuando empezó en el 84, estaba especialmente dirigido a la gente que trabajaba. Pero ahora, son muchos los que dejan alguna materia para el verano. Si se institucionaliza, su organización y continuidad no van a depender de la agrupación que presida el centro de estudiantes, argumenta Ceriani.
POLEMICA ELECCION DEL SINDICATO En medio
de una fuerte controversia que ha escindido en dos si no en tres al gremio, la
Federación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu) renovó su mesa directiva en un
congreso realizado en La Pampa. Tras la polémica elección desconocida por
numerosos sindicatos docentes, resultó reelegido José Luis Molina como secretario
general.
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