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El curso de verano tiene precio en Arquitectura

Ante la falta de fondos, los alumnos de la facultad de la UBA  eligieron pagar para ampliar la oferta de materias. Hay quejas,
pero el centro estudiantil dice que nadie se queda sin cursar.

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Por Cecilia Sosa

t.gif (862 bytes) Entre suspiros de resignación por las vacaciones agotadas, 8500 estudiantes iniciaron hace pocos días los cursos de verano en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA. En esa casa de estudios, el año tiene tres y no dos cuatrimestres de clases. De hecho, la cantidad de alumnos inscriptos este verano superó la registrada en la segunda mitad del año pasado. Pero nada de esto es gratis. Para inscribirse en alguna de las ochenta materias ofertadas en el estío de Arquitectura hay que abonar entre 18 y 25 pesos. Mientras son muchos los que se quejan y pocos los que se resisten, desde el centro de estudiantes –encargado de organizar las clases veraniegas–, la presidenta, Patricia Ceriani (Alianza-Franja Morada), asegura: “Nadie se queda afuera por razones económicas. Hay becas para todos los que no pueden pagar”.
Todas las tardes, mientras a metros del Pabellón III de Ciudad Universitaria muchos porteños disfrutan de la Costanera Norte, miles de estudiantes colman el hall central de la facultad. “Como trabajo todo el año, me atrasé en algunas materias. El curso me sirve para ponerme al día –explica Marcelo, de 26 años, tercer año de Arquitectura–. ¿Que estamos en verano?, ni me hagas acordar”, suplica. En total, son 86 materias –de las seis carreras que se dictan en la facultad– las que se pueden cursar durante el turno noche, de 18 a 23. Las hay obligatorias y optativas, cuatrimestrales y anuales. De esto último depende el costo de la inscripción: a 18 pesos están las cuatrimestrales y a 25, las anuales. Además, desde este año, también pueden cursar los chicos que llegan del CBC.
En realidad, los cursos de verano no están reglamentados dentro de la UBA, ni cuentan con partidas especiales para pagar a sus profesores (ver aparte). El centro de estudiantes –liderado por la Alianza entre Franja Morada y el Frepaso– zanjó la cuestión mediante un sistema cooperativo para pagar salarios con la inscripción de los alumnos. “No es un sueldo, sino un viático –explica Ceriani–. La opción era quedarnos con sólo seis materias en verano (ya que sólo para eso alcanzaba el presupuesto de la facultad) o, a través de la contribución de todos, ampliar la oferta a más de ochenta materias.” En octubre del año pasado, en un plebiscito organizado por el centro estudiantil, el 95,8 por ciento de los alumnos eligió la oferta ampliada, con el pago incluido.
Pese a los votos, en los pasillos de la facultad se oyen voces disconformes. “Estudio en una universidad pública y no me cabe pagar 25 pesos. Pero es cierto que no hay presupuesto y que los profesores hacen un gran esfuerzo por venir. Y la verdad es que necesito cursar”, esgrime Fernando Arias, que dejó su familia de Neuquén para hacer una materia de Arquitectura. “Esta es la facultad donde el aparato comercial de Franja Morada es más poderoso. Te cobran todo: desde el curso de verano hasta la inscripción a materias y a finales”, se indigna otro alumno.
Aun cuando desde el centro de estudiantes insisten en que nadie se queda sin cursar por razones económicas, Betina, secundada por dos compañeros de Diseño Gráfico, sospecha: “Para conseguir la beca había que venir un día especial y hacer un trámite. Y yo no sé si todos los que la necesitaban pudieron conseguirla”. Un docente, que se escabulle sin decir su nombre, asegura: “Muchos estudiantes cursan sin estar inscriptos y los profesores terminan reconociéndolos igual, para no tener problemas”. En cambio, Pablo Schuff, estudiante de Diseño de Imagen y Sonido, comenta: “Para solicitar la beca no me pidieron ningún requisito, les dije que no podía pagar y listo. A mis compañeros les pasó igual”.
No faltan profesores titulares que prefieren las clases veraniegas. “Los alumnos están relajados, cursan menos materias y se concentran más. Y el rendimiento termina siendo mayor”, dice Roberto Giacón, profesor consulto de Tecnologías en las carreras de Arquitectura y de Diseño Gráfico. “No es cierto que sea más fácil –advierte–. Los programas son los mismos y las exigencias también. La calidad académica se mantiene o mejora.” Diego, un alumno sepultado bajo una pila de apuntes, confirma resignado: “Los cursos son intensivos. Venimos cinco horas tres veces por semana. Sólo así se puede ver en un mes lo que normalmente se dicta en cuatro. Recién empezamos y ya tenemos que exponer un capítulo sobre Filosofía del Arte”.
Con todo, para muchos estudiantes el curso de verano es una estrategia central para descomprimir la cursada. Es por eso que, desde el centro estudiantil, aspiran a institucionalizarlo. “Queremos que la facultad lo acepte como un tercer cuatrimestre reglamentario. Cuando empezó en el ‘84, estaba especialmente dirigido a la gente que trabajaba. Pero ahora, son muchos los que dejan alguna materia para el verano. Si se institucionaliza, su organización y continuidad no van a depender de la agrupación que presida el centro de estudiantes”, argumenta Ceriani.

 

Algo más que unos viáticos

Los docentes de la UBA no están obligados a dar clases más allá de los dos cuatrimestres anuales. Pero muchos lo hacen, paradójicamente, por razones económicas. “El 60 por ciento de los profesores de la facultad trabaja ad honorem. Y a muchos les conviene recibir el viático del verano”, explica Ceriani, desde el centro de estudiantes: “Los docentes universitarios son una raza especial. Su trabajo es puro voluntariado y aceptan por la misma razón que aceptan estar todo el año con un sueldo miserable”, agrega. Sin embargo, un ayudante docente de Diseño Gráfico aporta otro motivo: “En realidad, el viático termina siendo, mensualmente, más que lo que ganamos durante el año los profesores rentados”. Pero cuestiona: “Con este curso muchas cátedras pierden cargos docentes, porque éstos se otorgan en función de la cantidad de alumnos inscriptos durante el año, sin contemplar el verano, que atrae a muchísima gente”.


POLEMICA ELECCION DEL SINDICATO
La doble vida de Conadu

t.gif (862 bytes) En medio de una fuerte controversia que ha escindido en dos –si no en tres– al gremio, la Federación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu) renovó su mesa directiva en un congreso realizado en La Pampa. Tras la polémica elección –desconocida por numerosos sindicatos docentes–, resultó reelegido José Luis Molina como secretario general.
Las disidencias políticas entre la conducción gremial y los sectores aliancistas y de izquierda retrasaron casi tres meses la conformación del congreso elector, que finalmente decidió confirmar por tres años más a Molina (de la Universidad de Catamarca). Según la información oficial, en el congreso participaron 14 de los 27 gremios que integran la Conadu. En cambio, entre los opositores a Molina se manejaron otras cifras: para ellos, sólo intervinieron 12 sindicatos de profesores universitarios. Por su lado, los cuatro gremios de izquierda estuvieron en el congreso, pero no se acreditaron.
La oposición –explicó el secretario general de Aduba, Javier Hermo– no reconocerá el nombramiento de Molina e insistirá en que la única autoridad vigente y legítima es la emanada del plenario de los secretarios generales de los diversos sindicatos. Mientras la conducción de Conadu convocó a un plenario para el 13 de marzo en La Rioja –con amenaza de paro incluida, si para entonces no se cobró el aumento salarial de enero y febrero–, los opositores llamaron a otro plenario, que se hará el 27 de este mes en Córdoba.

Para el tiempo libre... (si queda)

Arte. El Círculo de Bellas Artes organiza talleres de arte-terapia para niños con dificultades y adultos con stress. Informes: 4821-7203.
Paisaje. La Universidad Nacional de La Plata y la Fundación Biosfera abrieron la inscripción para el curso de perfeccionamiento a distancia sobre “Planeamiento paisajista y medio ambiente”, que comenzará en marzo. Informes: Calle 16 Nº 1611, La Plata, Tel. (0221) 457-3477/0481.
Ingeniería. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Lomas de Zamora organiza cursos de verano sobre Cromatografía gaseosa, Programación asistida CAM/2d/3d y Ensayos de materiales y metalografía. Está abierta la inscripción en Juan XXIII y Camino de Cintura, Tel. 4282-5395.

 

OPINION

 

Retorno al oscurantismo

En nombre de una resolución de 1958, dictada durante una dictadura, 700 docentes mayores de 65 años corren el riesgo de ser jubilados a la fuerza por la UBA. Se los discrimina por su edad, cuando la mayoría está en su mejor momento, investigando, publicando y formando nuevas generaciones docentes. Se argumenta que la medida es necesaria en función de la “renovación”, o sea, en nombre del futuro de los profesores más jóvenes. Se intenta ocultar así que la medida persigue objetivos financieros: ajustar el presupuesto universitario. La UBA, como todas las universidades del país, precisa un aumento urgente del presupuesto: es la única solución para sus finanzas. No corresponde a sus autoridades adaptarse a las políticas de ajuste del Gobierno, ni aceptar el plan Fomec, a través del cual el Banco Mundial orienta a su gusto planes de estudios, investigaciones, equipamiento y organización de la universidad. Menos cuando se oculta que el dinero prestado se recarga en la deuda externa nacional.
En todo caso, para darles un lugar a los jóvenes, deberían reestructurarse en forma democrática y transparente mecanismos específicos, como los concursos docentes. El problema de la jubilación forzosa es más grave aún en la Facultad de Ciencias Sociales, donde falta toda una generación de profesores intermedios, entre los que –luego del exilio y la persecución ideológica– regresaron a los claustros académicos y los jóvenes docentes en formación. Además, entre los discriminados se hallan hombres de la trayectoria y la relevancia de Rubén Dri, León Rozitchner, Juan Carlos Marín y Enrique Marí. No es posible que se desconozca la importancia de esta generación de profesores para nuestra facultad.
La medida, además de poner en tela de juicio elementales derechos de estabilidad laboral y de cuestionar la figura de la jubilación como un derecho (y no como un castigo), producirá el vaciamiento y el regreso al oscurantismo académico. El rector Shuberoff puede llamar “reforma” a estas retrógradas medidas, pero lo que se impulsa es la destrucción del pensamiento universitario. La mayoría estudiantil de la Junta de la Carrera de Sociología y la Secretaría General del Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales exigimos la derogación de esta legislación y la inmediata garantía de estabilidad laboral para todos los profesores de la universidad.
* Agrupación estudiantil de la Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

 

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