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![]() Benigni reconoce que la historia fue inspirada en parte por su padre. Luiggi Benigni, soldado italiano, fue tomado prisionero durante la Segunda Guerra, y pasó dos años en un campo de concentración alemán. Mi padre contaba la historia de un modo muy gracioso, como una fábula. Temía atemorizarnos. Nos protegía, tal como yo protejo al chico en la película. Ese es el primer instinto: proteger a un hijo, señaló el director. Desde su estreno en 1998 en Italia, las opiniones más controvertidas se alzaron en torno al film. La revista Time instó a resistir la película, porque llevar el horror más grande de este siglo al pequeño terreno del entretenimiento popular es aborrecible. Sentimentalmente es una forma de fascismo, robándonos el juicio y la crítica moral. Durante la conferencia de prensa en Cannes, luego de exhibirse el film, un periodista francés acusó a Benigni de burlarse de las víctimas del Holocausto. Sin embargo, en julio pasado, Benigni fue homenajeado en Israel, donde presentó su película en el Festival de Cine de Jerusalén. Allí, el jefe de gobierno de la ciudad le otorgó un premio especial por ampliar el entendimiento universal de la historia judía. De cualquier modo, el realizador no describe su trabajo como una comedia. En su opinión, es una película sobre el Holocausto dirigida por un comediante. Benigni aseguró que lo último que quería era lastimar a alguien u ofender la memoria del Holocausto, porque partí de la idea opuesta. Quise hacer una película hermosa, decir algo poético. Y explicó más motivos: ¿Por qué hacer reír con algo tan trágico como el máximo horror del siglo? Porque ésta es una historia desdramatizada. Aun en el horror está el germen de la esperanza, y hay algo que resiste a todo. Pienso en Trotsky y en lo que sufrió esperando a los sicarios de Stalin encerrado en un bunker en México. Pienso en que, sin embargo, mirando a su mujer en el jardín, escribió que a pesar de todo la vida es bella, digna de ser vivida.
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