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“OTRAS CANCIONES...”, DE ATTAQUE 77
Las que sabemos todos

Un CD más raro que un enano negro, y por eso notable: una banda punk, haciendo covers de Gilda, Erasure, Manuel Alejandro, Roberto Carlos, Alberto Cortez, etcétera.

Editado en el último mes de 1998, “Otras canciones...” está pasando inavertido, y no es justo.
El grupo punk muestra su intimidad, y hace una inspirada relectura antes que una ridiculización.

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Por Carlos Polimeni

t.gif (862 bytes) Esto parece todo lo contrario posible al ideario punk, pero sólo puede haber salido de las entrañas de un grupo que viene del punk. Gestado desde la orilla de todo, Otras canciones..., de Attaque 77, es, sencillamente, un compact excepcional, que ha pasado más o menos inadvertido hasta aquí por falta de difusión, de información, y de criterio. La idea es tan sencilla que parece raro que no se le haya ocurrido a alguien antes: trasladar a un compact el cancionero íntimo de un grupo, aquello que se toca en los ensayos, entre amigos, incluso en tren de broma o fumando. Esas canciones que están en el subconsciente de una banda, pero que la banda no interpretará delante de su público. Porque su destino es el de alimentar su intimidad, ante todo. Una posibilidad es que nadie haya hecho antes esto por poco serio. Pero tomando en cuenta la cantidad de compacts que se editan con cosas grabadas de tal manera que le toman el pelo al público, sería lo de menos. El arte, a veces, tiene el deber de ser poco serio. Por ética, por estética y porque sí.
El chiste del trabajo es éste: una banda punk, es decir que hace de la falta de recursos técnicos y hasta melódicos algo así como un atributo, tocando canciones que no tienen que ver, en apariencia, con su estilo. Mezclándolas con otra que sí, al menos un poco. O un poquito. En conjunto, la catarata de temas –17, bien seguiditos, casi todos cortitos y contundentes, como en un disco de Los Ramones– es una cabalgata infernal, que invita a una reaudición. A explorarlos de a uno por vez. Incluso, sin respetar el orden, tomando el asunto como un homenaje a “Rayuela”, de Julio Cortázar. Si algo no hay en la estética punk son matices rítmicos. Al menos así ha sido en los últimos casi veinticinco años. Lo que ocurre es que esta banda punk está haciendo covers de Alberto Cortez, Gilda, Roberto Carlos, Erasure, Manuel Alejandro, The Beach Boys, Paco Ibáñez, Leo Maslíah y León Gieco. Y que lejos de caricaturizar, o ridiculizar, enaltece todo aquello hacia lo que dirige la atención.
La mirada punk sobre “Callejero”, de Alberto Cortez, por ejemplo, es antológica. El costado cursi del homenaje a ese perro de la calle, y sobre todo el modo en que esa canción ha circulado, durante años, por los circuitos de la comunicación popular, proveen al grupo de una base envidiable sobre la que moverse. Es decir, es una de esas que todos sabemos, aún negándola, aún considerándola fea, berreta y ordinaria. Modificándola levemente en el tempo hasta llevarla al reggae, Attaque relee la canción, hasta el costado mismo del homenaje. Algo similar ocurre con “Soy rebelde” (“Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así/ porque nadie me ha tratado con amor”), una vieja y mínima mala famosa canción romántica, que asciende a la dimensión de hit posmoderno, volcada desde un lugar en que sus afirmaciones describen con exactitud la problemática de muchos hijos de las calles violentas.
En otros casos, el medley, que cruza o relaciona una canción con otra, deja al oyente pensando. “Amigo”, de Roberto Carlos, y “White Trash”, del Sumo de apenas iniciados los ‘80, no tienen nada que ver entre sí, en teoría, pero mezcladas suenan con una empatía que impresiona. Casi como una denuncia, pero no es éste el sentido, ni es ésa la gracia. Lo mismo con el del final entre “Sweet Dreams” de Eurythmics, “La bestia pop”, de Los Redondos (Charly García es la bestia pop, sépanlo) y “Prófugos”, de Soda Stereo, una mezcla que parecería insolente si su química no resultara tan absolutamente encantadora.
En cuentas resumidas, un grupo de chicos de la segunda oleada punk de la historia argentina, convertidos ya en músicos adultos, se dieron el gusto de hacer un disco raro, recurriendo a las canciones que aprendieron de tanto escuchar por radio, o por influencias de sus padres (sólo así se entiende “A galopar”, un poema de Rafael Alberti sobre la Guerra Civil Española musicalizado en los ‘60 por Paco Ibáñez), sin “gastarlas”, disfrutándolas. Por eso, mezcladas con otras de un espíritu punk más correcto, como “Beat on the Brat”, de Los Ramones, “Fotos de Lily”, de Pete Towshend o “Perfección”, del brasileño Renato Russo, la luz que adquieren es inolvidable. Acaso después de mucho años sin inventar nada, los Attaque 77 –coherentes en muchas cosas hasta ahora– hayan inventado una fórmula perdurable. Que incluso puede superarlos.

 

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