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Por David Cufré La posibilidad de una invasión de productos brasileños a bajo costo sigue sin inquietar al equipo económico. De todos modos, si eso ocurriera, la respuesta nunca será cerrar nuestras fronteras. La preocupación mayor de los Roque boys es mantener equilibradas las cuentas fiscales y seguir enviando señales al exterior de que no sacará los pies del plato del modelo. En ese sentido, insisten con la propuesta de dolarizar la economía. También se mantienen inflexibles en pronosticar que la economía crecerá este año un 3 por ciento, a pesar de la opinión en contrario de la mayoría de los consultores. El secretario de Programación Económica, Rogelio Frigerio, disparó en este reportaje con Página/12 contra algunos de esos analistas, y reafirmó que si Brasil mejora su competitividad por la devaluación del real, lo que debemos hacer es mejorar la nuestra. ¿En cuánto estima el Gobierno que caerán las exportaciones a Brasil? Los cálculos preliminares indican que se podrían perder 1000 millones de dólares, o un poco más. Por el lado de las importaciones, estamos viendo que a Brasil le cuesta mucho exportar más. Además, la Argentina viene de un proceso de desaceleración del crecimiento, con la consiguiente caída en las importaciones. Desde el Gobierno estamos más preocupados en ver adónde colocaremos nuestra producción, antes que en la posible invasión de productos brasileños, que hasta el día de hoy no se ha dado. Después del Tequila y de la crisis del sudeste asiático, en un primer momento las importaciones desde esos países tampoco se dispararon. Sin embargo, cuando esas economías lograron estabilizarse, el crecimiento fue importante. ¿No habría que esperar lo mismo ahora con Brasil? A nosotros nos conviene que la economía brasileña se reactive. Necesitamos que compren nuestros productos. Cuanto más comercio haya, mejor. Si hay algún sector que por una distorsión de los precios relativos, producto de la devaluación, está en peligro de desaparecer, puede apelar a mecanismos legales para compensar esa situación. ¿Qué pasará si esta situación coyuntural se transforma en algo permanente, por la diferencia en los tipos de cambio entre Brasil y la Argentina? Frente a un tipo de cambio real que mejore la competitividad de Brasil, lo que debemos hacer es mejorar nuestra competitividad. Eso quiere decir, mejorar las condiciones del mercado laboral, mantener la solvencia fiscal, y que el sector público se financie en el exterior, para descomprimir el crédito en el mercado interno. Ese es el camino correcto, y no cerrar nuestras fronteras. ¿La devaluación del real desnudó el problema de fondo de la escasa competitividad de las exportaciones industriales? Creo que deberíamos ser más competitivos. De hecho, las últimas medidas del Gobierno apuntan en esa dirección. Hay que destinar todos los recursos posibles a la eliminación de los impuestos al trabajo. Con la reforma tributaria, conseguimos que paguen impuestos sectores que antes estaban exentos, y eso nos permitió hacer una primera reducción de los aportes patronales. También creemos que es necesario trabajar en la competitividad de las economías regionales. En ese sentido, el nuevo proyecto de coparticipación elimina impuestos distorsivos, como ingresos brutos y sellos. Algunas alternativas para que las provincias no pierdan recursos son crear un impuesto a las ventas minoristas o aplicar una alícuota suplementaria al IVA, pero todavía no lo hemos definido. La primera estimación oficial fue que este año la economía crecería un 5,8 por ciento. Después se corrigió a 3 por ciento. ¿La crisis del real no obliga a una nueva revisión? Lo que estamos visualizando es que diciembre fue el valle del nivel de actividad, y que ahora estamos retomando la senda del crecimiento. Todavía no tenemos los datos finales, pero es muy probable que el Indicador Mensual Industrial de enero sea positivo, comparando los datos desestacionalizados con diciembre. ¿Y con respecto a enero del 98? Ahí estamos comparando contra uno de los semestres de crecimiento más importantes de toda la década. En ese caso, el resultado sigue siendo negativo. Pero lo importante para ver la tendencia es analizar qué pasó en relación a diciembre. Y lo que se ve es que estamos saliendo del valle. Por eso mantenemos la hipótesis de crecimiento del 3 por ciento. No estamos obligados a modificar las estimaciones semanalmente, como hacen algunas consultoras. Vamos a esperar a que termine el primer trimestre, y en función de ello vamos a hacer nuevas proyecciones. El último informe de Fiel sobre la actividad industrial muestra una importante caída del 8 por ciento con respecto a enero del 98. ¿Eso no contradice la visión de que comenzó la recuperación? Los datos de Fiel siempre son un poco exagerados, pero evidentemente contra enero estamos abajo. La contracción de la demanda brasileña golpeará especialmente a la industria, y sobre todo a las pymes, que tienen una alta dependencia de las ventas a ese país. Hay sectores muy puntuales que van a sufrir más. Evidentemente la industria automotriz, que tenía problemas con las exportaciones incluso antes de la devaluación del real. Algunas economías regionales también pueden ser afectadas. Por ejemplo, aquellas zonas productoras de arroz, ajo, aceituna, cebolla y el sector frutihortícola.
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